Se exhibe en Madrid la pintura íntima y poética de Paul Delvaux

  • El artista belga siempre evitó definirse como surrealista y desarrolló una atmósfera de misterio y poesía en el que se funden el sueño y la realidad.
  • Mujeres tumbadas, edificios de corte clásico, trenes y esqueletos fueron algunos de sus motivos más famosos.
  • 'Paul Delvaux: paseo por el amor y la muerte', en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, examina el universo del autor en bloques temáticos.
'El retiro' (1973), óleo del artista belga
'El retiro'  (1973), óleo del artista belga
Paul Delvaux - Colección privada - © Paul Delvaux, VEGAP, Madrid, 2015
'El retiro' (1973), óleo del artista belga

Del surrealismo, a Paul Delvaux (1897-1994) no le atraía el afán por destruir la razón que tanto cacareaba su fundador André Breton, sino el misterio y la poesía, la posibilidad de crear un mundo íntimo y sensual que funde los sueños con la realidad. Siempre evitó referirse a sí mismo como surrealista, a pesar de tomar como influencia la obra del también belga René Magritte y de Giorgio de Chirico, del que confesó adoptar ese "clima de calles silenciosas con sombras de personas que no pueden verse".

El Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid presenta del 24 de febrero al 7 de junio Paul Delvaux: paseo por el amor y la muerte, una exposición para admirar la iconografía de mujeres tumbadas, edificios de corte clásico, trenes y esqueletos que aparecen una y otra vez en la obra del artista, como si cada cuadro contuviese un diccionario privado que el espectador debe consultar sin mirar las definiciones.

Con obras procedentes de colecciones públicas y privadas de Bélgica, muchas del Musée d'Ixelles de Bruselas —colaborador del Thyssen en la organización— el recorrido por el universo de Delvaux (que experimentó con el realismo, el fauvismo y el expresionismo antes de encontrar su lenguaje surrealista) se divide en cinco bloques temáticos.

Las Venus yacentes

Venus yacente aborda uno de sus motivos más repetidos, El doble (parejas y espejos) explora la seducción, el alter ego y la dificultad de las relaciones sentimentales, Arquitecturas se adentra en su afición por pintar construcciones de la antigüedad clásica y de la localidad belga de Watermael-Boitsfort (Bruselas) en la que vivió. Estaciones desvela la imagen romántica que cultivó del ferrocarril y El armazón de la vida reúne escenas de esqueletos realizando actividades cotidianas.

Comenzó a pintar mujeres yacentes en 1932, inspirado en La Venus dormida, una figura femenina que había visto en la Feria de Midi de Bruselas, donde se exhibían de órganos conservados en formol a figuras médicas de cera, enfocadas a la formación de cirujano o a ilustrar enfermedades y deformidades. Ese mismo año pinta La Venus dormida I, una mujer tumbada y desnuda en una barraca de feria y contemplada por el público.

Su relación con las mujeres fue difícil y las muchachas enigmáticas y hermosas que representa juegan el rol de amor platónico. La exposición contiene obras (sobre todo bocetos) en las que hay implícitas o se manifiestan con claridad relaciones lésbicas, algo que algunos expertos relacionan con la decepción del artista con las relaciones heterosexuales.

La expresividad del esqueleto

La influencia de Chirico se palpa en la arquitectura, a la que da un tratamiento teatral y cinematográfico. Palacio en ruinas (1935) es su primer trabajo puramente surrealista. La antigua casa señorial, en un paisaje desértico y con una figura femenina abandonada de color piedra, parece producto de un sueño.

Nacido en una época de pleno desarrollo del ferrocarril, a menudo plasmó este símbolo de la modernidad. En los años veinte adoptó la Estación de Luxemburgo en Bruselas como uno de sus temas preferidos e incluso trabajó allí pintando al aire libre. En los años cuarenta regresó a los trenes con su técnica ya depurada, combinando las estaciones con mujeres sonámbulas y silenciosas.

El miedo y la curiosidad, constantes en sus obras, también se tradujeron en la presencia de esqueletos, en los que Delvaux ya se fijaba de niño en el aula de Biología. En 1932, el mismo año que la Venus yacente, pinta por primera vez una escena con ellos. En la década de los cincuenta continúa fascinado por la expresividad y la ironía de los huesos e incluso realiza versiones de La Pasión de Cristo con esqueletos. Expuesta en 1954 en la Bienal de Venecia, la serie provocó un escándalo sin que el autor lo buscara y el cardenal Roncalli (después el Papa Juan XXIII) la condenó por herejía.

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