Estoy gorda..., ¿y qué?: "Si no puedo comer huevos fritos con patatas, no es mi revolución"

  • "Si no se pueden comer huevos fritos con patatas no es mi revolución", dice la ilustradora Ana Belén Rivero.
  • Algunas webs como Weloversize o ilustradoras como Rivero protestan contra el rechazo social a la diferencia.
  • "Tengo una talla 44 y te aseguro que soy muy feliz", cuenta una mujer que denuncia el daño que provoca en la gente joven el canon imperante.
Elena Devesa y Betty Romero, de Weloversize, en Dama de Copas
Elena Devesa y Betty Romero, de Weloversize, en Dama de Copas
JORGE PARÍS
Elena Devesa y Betty Romero, de Weloversize, en Dama de Copas

Hasta la gordofobia se ha llegado: gente que siente un rechazo absoluto hacia las personas con sobrepeso. Ante exageraciones así, respuestas a la altura: reivindicaciones del respeto hacia la gordura, con muestras en Twitter como la del pasado verano en la que las propias mujeres gruesas se fotografiaban en bikini en un movimiento que se llamó fatkini o el acuñamiento de términos como Fat revolution o 'gordibuena'.

Tara Lynn o la modelo que ha sido fichada por Milk Management una de las agencias de modelos más importantes, Tess Munster (120 kg, talla 54), entrarían en la etiqueta 'gordibuena'.

No obstante, no es el término 'gordibuena' del gusto de todos. A la feminista y muy activista Magda Piñeyro (La Doble Efe) le parece que el término conlleva varios puntos negativos: "automáticamente deberá existir la gordimala".

Así concluye Piñeyro: La gordibuena es una gorda que cumple ciertos cánones de belleza oficialmente establecidos a la que se le "perdona" su gordura y por eso le es permitido entrar al "club de las bellas" (las privilegiadas de la norma)".

Sin embargo el modo en que empezó a usarse la palabra carecía de toda intencionalidad ofensiva, era todo lo contrario lo buscado, y de hecho, para algunas mujeres a las que no les molesta la palabra 'gorda' les gusta lo de gordibuena.

Así es, por ejemplo, para las responsables del origen de que 'gordibuena' se colara entre nosotros: Elena Devesa y Rebeca Gómez, fundadoras de Weloversize, que defienden que no hay nada molesto en la palabra, sino en quien se siente molesto por ello, quien no acepta que lo está y no se quiere.

"Gordibuena se usa mucho en Latinoamérica, así que escribimos un post con ello. Nos gusta. No tengo problema con la palabra gorda, es un adjetivo como fea, guapa, alta o delgada", explica Elena.

"Soy gorda, ¿qué problema hay? Es así, pero no por eso hay que castigarse. Hay que quererse se esté como se esté. No hacemos apología del sobrepeso, defendemos la diferencia, la autoestima por encima de todo. Y vamos en un cuerpo, ¿no podemos ir guapas y modernas porque seamos gordas?", cuenta Devesa. "Nuestra web es un refugio para quien alguna vez se ha sentido acomplejada por algo, es decir, todas".

Rubia, perfectamente maquillada y vestida con una moderna camisa de topos, defiende la autenticidad: "Es que yo me veo guapa, me siento guapa. Es cuestión de actitud, y eso es lo que trasladamos a la gente. Desde que hago WeLoverSize duermo mucho mejor".

Una de las colaboradoras, Betty Romero, cuenta cómo agradecen muchas chicas que se les ayude con WeLoverSize. Tienen millón y medio de visitas al mes, y la web nació en octubre. "Nos insultan mucho también, ¿eh?", cuenta Betty, que nada más vernos dice: soy obesa, ¿es que no se ve?, "¿no somos feministas por querer vestirnos y maquillarnos o subirnos un tacón estando gordas? Y eso no es hacer apología de la gordura. Al contrario: si te sientes bien, tendrás más fuerza para cuidarte"

Inevitable no echar un ojo a cómo recoge el término 'gordo/a' la RAE: '1. adj. De abundantes carnes.  2. adj. Muy abultado y corpulento". Que se sepa por el momento no ha tenido la institución quejas por estos significados. Pero ¿cómo le sienta la definición a alguien con sobrepeso? "No molesta, es que eso es lo que es", dice una mujer de 40 años, a quien sin embargo le parece ridícula la expresión 'gordibuena':"Es artificial. "¿Viene del tía buena?, eso no tiene sentido", dice. "Hay gente gorda muy atractiva pero que haya un término específico para eso es absurdo. ¿No es una tía buena también una mujer con sobrepeso atractiva?"

Ana Belén Rivero, ilustradora, reconoce sentirse tan guapa con una 44 que con una 38: "Es que mis michelines también son un mapa de buenos momentos, mis comilonas y mis homenajes". De ello precisamente habla el libro que está preparando y que seguramente llevará por título lo que bien resume su filosofía: "Si no se pueden comer huevos fritos con patatas no es mi revolución".

"No me castigaré para tener una 38: me gusto así"

"Hasta en mi entorno cercano hay rechazo. La gente que de verdad te quiere no te rechaza, pero sí que hay comentarios y preguntas que presionan en el entorno", cuenta Rivero, "Mi chico está también entrado en carnes y a él nunca le dicen nada y no ha hecho una dieta jamás. Yo sí las he hecho. He fluctuado mucho de peso", reconoce, "pero a mis 32 años ya sé que no pasa nada por no entrar en una 38, es más, no voy a hacer los sacrificios que supone ni me castigaré para eso. Hoy por hoy me siento bien así. Me gusto".

Con Devesa, según cuenta, no se han metido en la vida: "Yo creo que veían que si se metían conmigo, se iban a enterar. Además yo era amiga de los más populares. Es cierto que hay una época en la que eres la amiga, y no te comes un colín. Pero luego, en cuanto te sientes tú bien, no sabes lo que ligas. Yo ligo muchísimo más así que con 50 kilos menos".

El psicólogo Chacón habla de que a medida que crece el culto al cuerpo crece el rechazo a la gordura, pero que en España no detecta el rechazo tan intenso de, por ejemplo, EE UU, donde el índice de obesidad es muchísimo mayor. "De lo que sí puedo hablar es de personas que han decidido aceptarse como son y no cambiar su físico porque se sienten bien y se aceptan".

Hubo un momento en España y no hace tanto tiempo, en los años 50 y 60 sin ir más lejos, en el que la delgadez era lo que estaba mal visto y era sinónimo de pobreza, enfermedad, hambruna. A lo largo de la historia casi siempre, hasta avanzado el siglo XX fue así. En tiempos de crisis aún más: el rechazo a la delgadez era rotundo y sinónimo de pobreza y enfermedad.

Parece difícil pensar en que algo así pueda suceder de nuevo, pero quién sabe. "¿Alguien imaginó hace veinte años que fumarse un pitillo estaría tan mal visto como lo está hoy?", pregunta Fernando.

"La aceptación de los gordos no significa abogar por la gordura. La aceptación de los gordos habla de rechazar una cultura que nos lleva a sentir rabia y a fustigar nuestros cuerpos, incluso a odiarlos", escribe Magda Piñeyro en su blog La Doble Efe. No está claro si el que haya dedicado una sección Madrid Fashion Week a desfiles de tallas grandes ayuda a la normalización o todo lo contrario.

Si de normalización se habla, tampoco abundan los diseñadores que pongan su talento al servicio de cuerpos más allá de la 42. Adolfo Domínguez, que tiene la línea +, y Violeta (Mango), que ha revolucionado el mercado con una firma de ropa actual, moderna y muy asequible, son casi las únicas muestras de interés (aparte de los diseñadores como Elena Miró o Couchel que se dedican a este mercado en exclusiva). Justo es mencionar también aquí a H&M, que tiene una sección de tallas grandes.

"Hacemos un llamado a la rebelión de las gordas"

Los franceses tampoco están por la labor de dejar pasar este rechazo y de hecho la asociación francesa Soy Guapa, Gorda, Sexy y Lo Acepto denunció al diseñador Karl Lagerfeld cuando dijo que Adele estaba "un poco demasiado gorda".

En España Stop Gordofobia o páginas web como Weloversize también protestan contra estos rechazos. "Es importante que haya voces así, porque contribuye a la aceptación, y de ese modo una persona con sobrepeso puede dejar de sentir vergüenza y presión", afirma el psicólogo Chacón.

"Siempre se ve peor a una persona un poco gorda que a una un poco delgada, de hecho a una delgada se la ve bien", dice Fernando y ahí sintetiza la verdadera raíz del problema.

"Una de las peores cosas es cuando te dicen creyendo que te estás diciendo un piropo: con lo guapa que eres de cara", se queja Elena. "Y la asociación de gorda y graciosa también es insoportable", dice Betty, "que no, que por ser gorda no soy graciosa".

Por su parte, también denuncia Rivero situaciones a las que ha tenido que hacer frente como que le den la enhorabuena por un embarazo que no ha tardado en desmentir y tras lo cual le  han dicho: ah, ¿es que comes mucho? "Pero, bueno, mi cuerpo es mío, ¿qué le importa a nadie lo que como? Si es que además, fíjate, se meten hasta con Cristina Pedroche, ¿dónde está la gordura en esa chica, por favor? Es que se me da la vuelta al cuello cuando lo oigo". Coinciden Elena y Betty con ella: "El machaque familiar es una de las peores cosas. Y también los hombres que sienten vergüenza por estar con una persona gorda".

En primera persona

Valentina Martín Alburquerque (64 años, en Violetta). "Tengo una talla 44 y te aseguro que soy muy feliz. Pero estoy muy enfadada porque se promueven enfermedades en niñas y jóvenes con cánones de extrema delgadez. Por ejemplo, Lagerfeld y su ropa para gente sin formas. Para mí esos diseñadores no saben diseñar en realidad, porque si no pueden hacerlo para mujeres con curvas.... No tienen creatividad, su ropa es para anoréxicas. Pero ya hay gente como Violetta que hace ropa para mujeres con curvas. La felicidad no está en la delgadez ni en la talla, la felicidad es otra cosa, mucho más simple o mucho más compleja, pero otra cosa. Y términos como ese de 'gordibuena' me parecen una aberración. Si estás buena estás buena y ya está".

Mónica (37 años, en Violetta). "La grasa oculta la arruga, aunque no te voy a mentir, si pierdo 20 kilos, tan contenta. La salud es importante si sobrepasas mucho el peso, y me parece bien que la gente proteste contra el rechazo, pero que no sea una excusa para no cuidar la salud. Yo no me voy a martirizar, pero sé que igual en el futuro me pasa factura. Y también que en el pasado, en el Renacimiento, yo habría triunfado. Siempre lo digo: soy una mujer del Renacimiento".

Brígida Martínez (28 años, en Violetta). "No entiendo que en cada sitio las tallas sean diferentes. De repente no entras en una 42 en un sitio y en otro, sí. Yo me siento bien con mi cuerpo, pero reconozco que cuando no entro en una talla determinada me siento mal. Creo que debería haber más tallas, porque no todas las que se visten tienen 20 años o son altas y delgadas. Y por eso mismo también debería haber modelos de todo tipo. Además, si todas fuéramos guapísimas, altas y delgadas, esto sería un aburrimiento, ¿no? Mola la diferencia".

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