Dolores Redondo: "No me gustan nada las mujeres que lo tienen todo muy claro"

  • Además de cerrar la Trilogía del Baztán, esta reina de la novela negra más mestiza ya tiene en preparación película de su obra.
  • "Me ha costado todo tanto que no creía que cuando me dijeron que me representarían pensé que era un timo", cuenta la escritora.
  • "Era del sueldo de mi marido de donde salía el dinero para poder presentarme a los concursos".
La escritora Dolores Redondo
La escritora Dolores Redondo
JORGE PARÍS
La escritora Dolores Redondo

Más de 400.000 libros vendidos, traducciones a una veintena de idiomas, compra de derechos para la adaptación al cine por NadCan (Millenium), y los tres libros que componen la Trilogía del Baztán (El guardian invisible, Legado en los huesos y Ofrenda a la tormenta) no sale de la lista de los más vendidos.

Así contado parece que Dolores Redondo hubiera llegado y besado el santo, pero no fue así, tal y como cuenta durante la entrevista con 20 Minutos. Incluso le duele que, tras tantos años escribiendo (toda la vida), no se cite que antes de la trilogía había publicado ya. Por cierto, El guardián invisible fue, como tantas obras de la autora, rechazado por agentes y editoriales hasta que una agente le dijo que sí. "No habría dejado de escribir nunca", asegura.

¿Recuerda con la delirante agenda que tiene ahora los momentos en los que nadie sabía quién era?

Sí, y hubo momentos difíciles. De abandonar no he tenido nunca momentos. Nunca dije: voy a dejar de escribir, porque escribo como modo de vida. Escribo desde los 14 años. Escribo para razonar, para pensar, para cribar, sobre todo para cribar la realidad. Desde adolescente que tienes que racionalizar lo que te pasa ya lo tenía que escribir. Si lo hacía cuando no iba a ninguna parte, ¿cómo no ahora que sí tiene un objetivo? Pero sí que hubo un momento, tengo una novela anterior y hubo un momento muy descorazonador al publicarla. Yo tenía la meta de que me publicara una editorial.

¿Autoedición cero?

Sí, era mi meta, que me publicara una editorial. Yo no me iba a autopublicar. Para mí si un editor decía esto vale, pues vale. Ésa es la criba para mí. Había mandado muchas novelas, tengo cartas de rechazo a montones, era parte del proceso. Tengo novelas que no se publicarán nunca pero hubo una que yo quise apostar por ella y una editorial aceptó publicarme y fue tocar el cielo, inmediatamente después fue una magnífica decepción.

¿Por qué?

Porque hicieron un trabajo penoso, no la editaron bien, hasta había un error en mi nombre, me hicieron un contrato en el que menos el derecho de pernada, todo lo demás era de ellos. Verla impresa tenía que haber sido un momento bonito y fue una decepción terrible. Pensé: ¿esto va a ser siempre así? Con todo lo que me había costado llegar hasta allí. Pensé en dejar de intentar publicar, porque era como si nadie me viera, como si fuera invisible.

Por eso El guardián invisible...

De hecho se la dediqué a Ricardo Mingo que fue el primero que la leyó y me dijo que me iban a representar. Y la dedicatoria fue: A Ricart que me vio cuando era invisible. Le decía a mi marido: soy invisible, nadie me ve, soy una gota en el mar, ¿voy a seguir siempre así, condenada a vagar como un fantasma sin que nadie me vea?

Incluso ha llegado usted a decir que era una ama de casa que escribía, ¿se sentía así? ¿No era usted una escritora que trabajaba en casa?

Era una escritora que trabajaba en casa, he sido abogada, cocinera, he hecho negocios. Y la verdad es que no recuerdo haber dicho que fuera una ama de casa que escribiera. En la primera entrevista que me hicieron, me preguntaron a qué te dedicas y yo respondí: soy escritora. Pero se ha silenciado tanto mi novela anterior y lo de la Cenicienta que surge de la nada y se convierte en princesa gusta mucho. Igual que cuando preguntan y cómo es que de repente escribes un libro y..? Sí, hombre, he escrito muchos, me he presentado a mil concursos.

No llegar demasiado pronto ¿ayuda?

Cuando te vienen reveses lo pasas mal y hay cosas que creo que deberían haber salido bien. No creo en el aprendizaje de lo malo siempre, de lo negativo todo el tiempo. Aquella primera novela tenía que haber sido editada de otro modo. Al menos puse una cláusula que les impedía reeditar sin renegociar conmigo, y como creyeron que yo no llegaría a esto. Así que no pueden reeditar.

¿Cuántas obras tiene en el cajón?

¿Novelas que no van a ser publicadas? Pues varias. Relatos ni sé. Me presento a concursos desde que tengo 18 años.

¿Comparte la etiqueta de novela negra referida a sus obras?

No del todo. Es por la necesidad de etiquetas y no es mala porque la negra vive un momento dorado. Tiene influencia negra, pero se sale de los límites. Tengo más intereses que contar un crimen y su resolución. Hay cosas que se me quedan cortas con una novela negra, sobre todo con el protagonista. Yo quiero saber por qué, de dónde le viene la rabia, la ira, la soledad... Conozco a muchos policías y tienen motivos. Y también quiero saber el de su padre, el de su mujer de la que se ha divorciado. También el matriarcado está en mis obras, porque es mi familia: ellos marinos y ellas solas en casa.

¿Siempre hay algo de soledad en una mujer?

Sí, y eso ha conectado con muchas mujeres y ha hecho que los hombres respeten al personaje fuerte. Ya sabía que uno ñoño no lo iban a aceptar los hombres.

¿Las mujeres, sí?

Algunas, sí, ellos no. Les gusta, me dicen: tiene lo que me gusta de las mujeres.

¿Y qué les gusta?

Por ejemplo el productor de la película me decía que este personaje es muy atractivo por la mezcla de fuerza e ingenuidad. Ser invencible asusta a los hombres, la mujer demasiado fuerte asusta al hombre. Y ver que hay ese momento en que ella dice: tengo miedo.

¿Y no es eso ser fuerte: tener miedo y hacerlo pese a todo?

Y supone un conocimiento de ti mismo conocer tus límites. Es fuerte reconocer que eres vulnerable.

¿Hasta qué punto accedemos a usted a través de su personaje?

Todos soy yo, y la protagonista, más. He querido reforzarla. Lo que más admiro de las mujeres, porque yo admiro a las mujeres, me gustan y las entiendo y me parecen valientes y fuertes. Sé que hay mujeres a las que no les gusta. Me gusta sobre todo la mujer que se equivoca y que lo hace aunque se equivoque, las mujeres que lo tienen todo claro no me gustan nada.  El 90% de las cosas que han sido aciertos en mi vida ha sido tirar los dados, no estaba al 100% segura. La gente que está al 100% segura me da que pensar. Prefiero una que dice: puedo estar equivocándome. Hay mucha gente ahora que está así, cuántas veces uno sigue adelante sin saber adónde va.

Usted bien lo sabe...

Ni siquiera contaba que escribía. Nadie más que mis padres, hermanos, dos amigos y mi marido lo sabían. Siempre hablo de la fe de mi marido, que cuando estaba con El guardián invisible, mi hija con 12 años y la pequeña 5, se encargaba de todo según llegaba de trabajar, y hacía nuestra cena y yo escribía. Y cuando eres escritor no se ve lo que has hecho. Además ¿para qué sirve lo que estás haciendo? Él lo sabe: para estar bien. Es así, cuando no escribo estoy mal. Siempre he escrito robando tiempo.

Ahora ya es un trabajo...

Sí, ahora, sí, y es muy triste ese tiempo anterior y si al menos los que están alrededor lo respetan y saben que es tu gran pasión... Recuerdo que para las fotocopias para mandar los libros a concursos me costaba un dinero que tenía que sacar del sueldo de mi marido, porque yo no trabajaba...

Sí trabajaba...

Sí, trabajaba, pero no ganaba dinero. No tenía esos 60 euros. Y eso suponía privarnos de por ejemplo salir a cenar.

Sin él, ¿lo habría hecho?

Sí, pero me habría costado mucho más. Igual que ahora, por todo lo que tengo que viajar y estar fuera de casa y no es un padre desmayado, está ahí de verdad. Sí podría, pero sería cien mil veces más complicado. Y dejaría de hacer muchas cosas. Acaban de tener la gripe y yo no estaba en casa. Y ahí estaba su padre.

Y ellos, sus hijos, ¿cómo lo viven?

El mayor, que tiene 16, está muy orgulloso y para mí es un orgullo que lo esté. La pequeña es diferente, se ha acostumbrado.

Hablando de niños, ¿cómo es de difícil o cuánto miedo produce escribir sobre el asesinato de un niño?

Me aterroriza más leerlo en la prensa. Cuando me siento a escribir duele, casi tienes que vivirlo en primera persona, y más en este tercero que era real, la víctima auténtica tenía ese nombre.  Pero hay que contarlo, hay un compromiso. ¿Cómo puede un padre hacer eso? Se hace, la mayoría no, pero se hace y lo escribo por mi necesidad de entender eso que jamás entenderé. Lo que sí entiendo es que no están fundamentados en la enfermedad mental siempre. Lo justifcamos con que tiene que estar loco porque no es soportable pensar que alguien es tan malvado. Hay gente que hace eso igual que se tira un vestido.

¿De qué modo le llegó la información de las sectas de las que habla y sus rituales?

Por la prensa. Fue una noticia en la que me inspiré que salió en 2011 y escribí a la de sucesos de la firmaba. Si pones en Internet guardia civil, niña asesinada por una secta en Navarra te aparece.

¿Le ha dado miedo remover eso?

Está bajo secreto de sumario y no he accedido y lo que he comentado es lo que está en las noticias. No estoy contando nada más, pero al narrarlo y novelarlo toma un grado de autenticidad.

¿Tampoco llevarlo al cine le da miedo?

Mucho vértigo. Lo acepto como otro lenguaje y sé que no se parecerá a la novela.

¿Produce vértigo conquistar el sueño mientras su país se desmorona?

Sí, he pensado igual voy al revés que las vacas de Egipto. Provengo de una familia humilde, mi padre era marino, soy la mayor de cuatro hermanos, todo nos ha costado un mundo. Cuando empezó a funcionar todo fue una sorpresa, porque todo me ha costado muchísimo, hasta tener a mis hijos: para tenerlos he tenido que estar ocho meses de reposo. Todo me ha costado mucho.

No pensaba antes ¿por qué a mí tiene que costarme todo tanto?

Por eso esta vez dije mejor un agente. Y mandé la novela tras presentarla a un par de premios. Se la mandé a diez agentes.

¿Cuántos respondieron?

Cuatro: una para decir que no podían aceptar más y que no podían leerla.

Estarán arrepentidos...

Se lo dije, y ella: ¡oh!. La misma semana de mandarla me contestó la que hoy me representa. Me dio un ataque de nervios. No me lo podía creer, pensé que era un timo, pregunté a todo el mundo por la agencia busqué todas las referencias. Estaba tan acostumbrada a dar tantas vueltas que mandar y que me dijeran que sí... Hasta en mi matrimonio he tenido que casarme dos veces para que me salga bien.

Así no se le despegan los pies del suelo...

No, no, sé muy bien lo que cuesta llegar.

¿Le molesta que le pregunten por cuestiones políticas o comprometidas?

Las preguntas políticas me molestan mucho porque no me apetece. Los escritores ya tenemos la atalaya que nos dan los libros para contar lo que nos dé la gana y no creo que tengamos que andar enarbolando banderas. Me da pereza, el que quiera que lo haga. Lo mío es ficción, yo me comprometo con los menores, con el maltrato, con la violencia.

¿Y por qué tiene eso tan presente?, ¿fue la suya una infancia dura?

Todo el mundo se merece ser feliz en su infancia; yo no lo fui, porque estaba marcada por la muerte, muchas en la familia. Una infancia muy triste, de duelo, nadie era muy feliz, nos queríamos mucho pero todo el mundo merece tener una infancia feliz y creo que te marca que no sea así. Yo noto cómo me ha marcado la muerte y me aterroriza que le pase algo a los que quiero, a mí que me pase un tren por encima. pero a ellos no, eso es lo que me puede destruir.

¿Cree usted que muchos escritores escriben precisamente porque no han tenido infancia?

Yo no escribo porque no haya tenido infancia, pero sí leía porque estaba triste y todo el mundo estaba en silencio, era una casa de niños en silencio porque mis padres estaban de luto y muy tristes y porque paseábamos todas las tardes hasta la iglesia y el cementerio y en el cementerio había que estar callado. Con la pena terrible de la muerte no se puede, mis padres estaban devorados, fueron muchas muertes, una hermana pequeña: en casa mi madres de mis tías, a gente joven. Toda la familia estaba de luto. El gusto por leer nació ahí, porque eso era evasión.

¿Tiene alguna historia pendiente?

Sí, aún no me he atrevido a meterme con una que habla de la sordidez de mi infancia. Una especie de reconocer las partes que duelen, cuando es tu familia, tu historia y aspectos miserables de la vida y sé que es difícil para una utior llegar a enfrentarse de verdad y decir voy a contar la realidad que yo viví en una infancia. Leer hizo miserable mi mundo porque añoraba esos mundos maravillosos de las novelas y el mío me parecía vulgar y una condena. Me decían: cuando seas mayor te casrás con un marinero. Y me daba terror, no quería. Aquel lugar parecía una condena.

Es una condena también lo de hay que ser una superwoman

Claro, y la de la supermamá qué? y la de la maternidad ideal y el niño precioso que siempre sonríe? No te va a gustar que te despierten por la noche y quedarte con 15 kilos de más o los pezones agrietados, ¿cómo te va a gustar? Ir a trabajar edstrozada, tu casa llena de mierda, no tener vida sexual y sólo piensas en quiero dormir.

Y además: hay que estar muy mona, porque si no, es que te has dejado...

Hay momentos miserables en que piensas: por qué me he metido en esto. Y otra cosa es que nos han dicho cómo era perfecto ser madre y también puede serlo de otra manera. La perfección no es el niño que no llora, también es el niño que llora. Es normal: el niño llora y que alguien te lo cuente. Los niños berrean. Y luego lo de: mi niño ya anda y lee y suma dos cifras, y el tuyo parece retrasado. Empiezan con los terrores del embarazo y luego con el parto y todo lo que puede pasar, y que la no maternidad también es una decisión que se puede tener. Soy muy feliz siendo madre pero me he tenido que imponer en muchas cosas.

El miedo a ser madre superado, queda claro, pero ¿y los otros, se superan escribiendo?

Si no tuviera miedo, perdería la inspiración. Me considero muy valiente, tengo miedo pero me enfrento como una jabata y estoy más alerta y eso me lo ha dado una infancia así. Saber que hay que vivirlo todo en cada momento y así lo hago, y querer mucho a los que quiero y decírselo porque soy muy consciente de que se te pueden ir en cualquier momento. Es que me ha pasado y como he pasado es un miedo racional. Lo aprendí tan pequeña. Es importante no esconderte de los miedos, no negarlos.

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