Las muñecas fantasmales del japonés Kazuki Takamatsu

  • A pesar del aspecto digital de las obras, el autor sólo utiliza gouache y acrílicos, con los que crea exquisitos degradados de gris.
  • Takamatsu representa personajes femeninos vaporosos, mitad mujer y mitad muñeca, y combina en las imágenes elementos tradicionales y perturbadores.
  • Sus trabajos contienen referencias a la excesiva presencia de la tecnología en Japón, al alto índice de suicidios del país y al doloroso recuerdo del terremoto.
Una de las pinturas de Kazuki Takamatsu, artista japonés
Una de las pinturas de Kazuki Takamatsu, artista japonés
Kazuki Takamatsu - Dorothy Circus Gallery
Una de las pinturas de Kazuki Takamatsu, artista japonés

Habitantes de un mundo en blanco y negro, los vaporosos maniquíes de Kazuki Takamatsu parecen 100% digitales, pero en realidad demuestran la destreza del japonés con el pincel. Con la superposición de un gran número de capas casi transparentes de gouache y acrílicos, crea exquisitos degradados, sombras de diferentes tonos de gris que sin embargo realzan el volúmen de las figuras hasta darles la apariencia perfecta del acabado digital.

Autor de un universo flotante e íntimo de personajes femeninos, mitad mujer y mitad muñeca, el artista presenta en la galería Dorothy Circus de Roma (Italia) Even A Doll Can Do It (Incluso una muñeca puede hacerlo) —del 14 de febrero al 4 de abril— una exposición que trae a Europa una selección de sus trabajos más recientes.

Con la paleta de grises, busca los matices entre el blanco y el negro, que para él simbolizan los extremos, la bondad y la maldad. Las criaturas fantasmales concuerdan con el prototipo de chica japonesa, un ideal que muchas de ellas tratan de imitar en los gestos, el modo de vestir, las modas.

Motivos florales, armas y calaveras

Takamatsu añade a la anatomía humana bolas en las articulaciones como las que tienen las muñecas, pone a las autómatas en posturas forzadas y enfatiza su frialdad. Símbolos tradicionales de la cultura japonesa como los motivos florares y geométricos conviven con armas, calaveras otros elementos perturbadores.

Tras la confusa mezcla de realidad y fantasía y la constante unión de la luz y la oscuridad, el autor confiesa que hay referencias a la excesiva presencia de la tecnología en Japón, al alto porcentaje de suicidios —un problema nacional acentuado por la crisis económica, en un país en que existe desde siempre una tolerancia cultural hacia el acto de quitarse la vida— y a la oscuridad en torno a la reciente tragedia del terremoto, el posterior tsunami y la posterior catástrofe nuclear que sufrió Japón en marzo de 2011.

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