"Comprendí que no era un bulo aquel 'de Madrid al Cielo'

Madrileños, madrileñas, señoras y caballeros,
gigantes y cabezudos, Isidros y forasteros,
ciudadanas, ciudadanos, gatas, gatos corraleros,
mantoncitos de manila, chulapos, organilleros,
maripepas, hilariones, merengues y colchoneros,
(sin olvidar al Getafe ni al Rayo que va subiendo):
escuchad lo que un farsante, andaluz y madrileño,
viene a deciros con aire de cuplé más que de verso.
Hoy pregono en esta villa que fue corte y sigue siendo
a pesar de los pesares cuna de un rubio heredero.
Aquí nacieron mis hijas, aquí en mitad de un concierto,
comprendí que no era un bulo aquel «de Madrid al cielo».
Rumanitas mal casadas, balseritos caribeños,
candombe subsahariano, polkita telón de acero,
mulatita ultramarina, indios, moros, chinos, negros,
quiero decir, bienvenidos a este Madrid tan moderno,
a este Madrid tan antiguo con pasaporte europeo.
A la hora de la farra, de corazón os deseo
que brindéis por San Isidro, santito de los ateos
que camelando angelitos se escaqueó del currelo.
Desde este balcón os pido que paséis por un momento
del baranda y el marido, del desamor y el dinero,
de Ubriques y de Pantojos, de Rajoy, de Zapatero,
de los buenos y los malos, del talante y del pateo,
(sin mentar a doña Espe que conspira entre pañuelos
de seda con Gallardón por ver quién levanta el vuelo).
Compañeritos de brega: perdonad mi atrevimiento
de exigir buenas maneras a oposición y gobierno.
Aunque nos den olimpíadas y robóticos recreos
y parezca Babilonia el foro siempre fue un pueblo
con glorietas, bulevares, con tabernas y museos,
con niños en cada calle y en cada balcón un tiesto
y en cada verbena un schotis y en cada zaguán un beso.
Sin olvidar Santa Eugenia ni el Pozo ni Atocha,
el vello del alma sigue de punta,
cuando estallan en mis sueños los trenes de cercanías,
las vías del desconsuelo. Coleguitas de la peña,
andaluces y extremeños, gallegos, vascos, murcianos,
asturianos y manchegos, cuando se acabe la fiesta
mejor que nos coja en cueros jugando con la parienta
al más dulce de los juegos.
Bebed, bailad, disfrutad, aplaudid a los toreros,
marcaos en las vistillas el chispún de los abuelos,
subid a los coches locos atropellando el invierno,
que corra el vino y la risa, la amistad y el cachondeo,
enrollaos y pasaos, por unos días al menos,
no sea que vuelva el tío Paco
con las rebajas de enero.
Huyan todas las tristezas, las envidias y los celos,
colocaos, como dijo aquel alcalde tan tierno,
trasnochad y no dejéis de mover el esqueleto
con las Supremas de Móstoles, con Revólver,
con Rosendo, con el Womad, con zarzuelas,
que la música es, pal cuerpo, el licor más exquisito,
el más sabroso alimento. Madrileños de aluvión,
a gozar que ya habrá tiempo de volver a la oficina,
a la hipoteca, al barbecho, a la fábrica,
a la lluvia, a la familia, al colegio.
Y, puestos a desear, quiero deciros
que quiero para vosotros un mundo más cómplice
y más fraterno, más solidario y feliz, tabernario y nocherniego,
cachondo y despreocupado de prejuicios
y complejos y una vida que sea vida a la medida del pueblo.
Y me despido que es hora de bailes y no de versos,
madrileños, madrileñas, de tan cerca y de tan lejos,
enanos, grandes, medianos, calvos con chupa de cuero,
punkis, raperos, castizos, carrozas, pijos, roqueros,
acompañadme en el grito que se me escapa del pecho
¡Viva la gente del foro! ¡Vivan las fiestas del pueblo!
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