La crítica alemana se ha mostrado decepcionada con la película Nadie quiere la noche, de la cineasta española Isabel Coixet, encargada de abrir ayer la 65 edición de la Berlinale, según refleja la prensa local.
Nadie quiere la noche es una pieza "cara y desgraciadamente patética" de cine "sobrecargado" en la que la única sorpresa es que los actores hayan sido capaces de pasear por exteriores con la cabeza descubierta y temperaturas glaciales, escribe el semanario Der Spiegel en su edición digital.
Para el bávaro Süddeutsche Zeitung la cinta de Coixet sólo proporcionó una "alegría modesta" como película inaugural de un festival que aspira a ser político y valiente, frente a los desfiles de estrellas de Cannes o el buen tiempo que reina en Venecia; "¿Dónde están las mujeres fuertes?", se pregunta.
Con más dureza todavía se expresa el periódico Die Welt, que titula que "la Berlinale no se merecía semejante horterada", para continuar calificando la cinta de "melodrama sentimentaloide sobre el choque de culturas" tan "extremadamente edulcorado moral y simbólicamente que le da a uno dolor de barriga".
El diario Berliner Zeitung se pregunta si un gran presupuesto conduce automáticamente a la "pobreza intelectual" como invita a pensar el filme de Coixet y busca argumentos para entender la razón por la cual el director del festival, Dieter Kosslick, escogió Nadie quiere la noche para abrir la Berlinale.
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