El dinero está de vuelta en España, aunque no ha venido precisamente a pagar impuestos. El pasado año se disparó la creación de nuevas sicav, las sociedades de inversión colectiva que permiten tributar los beneficios a apenas un 1% siempre que no se retiren los fondos. Ya en 2013 se había registrado un incremento del 13% en las mismas empujadas por la amnistía fiscal del Gobierno. Este año, al efecto de la amnistía se une la mejora de la coyuntura económica, que ha devuelto la confianza de los inversores.

En total se constituyeron 221 sicav en todo 2014, pero si tenemos en cuenta las que se dieron de baja en este periodo, hay en total 193 de estas sociedades más que el año pasado. Son casi el doble de las que se registraron en 2013 (entonces fueron 114) y casi diez veces más que las formalizadas dos años atrás (solo 26). Y en lo que va de año parece que la tendencia se mantiene, ya que solo en enero se han dado de alta al menos ocho sicav, tal como reflejan los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). En total, según los datos de Inverco, a finales de 2014 estaban dadas de alta 3.228 sicav, un 6% más que las 3.035 del año anterior.

El patrimonio conjunto manejado por estas sicav también se ha visto incrementado muy por encima del crecimiento de la economía española. Tanto, que en 2014 el patrimonio conjunto de las sicav ha batido todos los récords registrados hasta ahora: A finales de 2014 manejaban un capital conjunto de 32.339 millones de euros, un 18% más que un año antes, tal como reflejan los datos difundidos por la institución Inverco, que aglutina a éstas sociedades. En el año 2012, cuando la prima de riesgo y la fuga de capitales en España alcanzaba sus peores momentos, el patrimonio conjunto de las sicav apenas superaba los 23.800 millones.

El número de personas que deciden gestionar su riqueza a través de estas instituciones de inversión colectiva también se ha disparado, depués de varios años de caídas y estancamientos. En 2014 se superaron por primera vez los 450.000 accionistas y partícipes, casi un 11% más que a finales de 2013, según Inverco.

Las sicav, pese a que formalmente suelen cumplir con los requerimientos legales, llevan varios años en el foco de los inspectores y técnicos de la Agencia Tributaria, que las señalan como una fuente de elusión fiscal habitual. Los beneficios de las sicav tributan al 1% de la misma manera que lo hace un fondo de inversión. Ambas son modalidades de inversión colectiva, y es precisamente este bien social —el de fomentar el ahorro de la ciudadanía— el que se pretende fomentar con el anzuelo de una baja tributación. En teoría, cuando esos beneficios se capitalizan y pasa a disponer de ellos el inversor, es cuando se ha de tributar, si procediera, al impuesto de la renta. Pero esa es la teoría.

El problema, tal como han venido denunciado durante años los colectivos de inspectores y subinspectores, es que la norma de las sicav se pervierte en la práctica con diversas irregularidades: Por un lado, porque el número mínimo de inversores colectivos solo se cumple para pasar el expediente. Una persona con un alto patrimonio que quiere crear una sicav para gestionarlo, consigue a centenar de falsos copartícipes —conocidos en el sector como mariachis—, que le sirven para alcanzar el mínimo legal de accionistas, pero en la práctica no tienen ninguna capacidad de decisión.

Así, tal y como ha podido corroborar 20 minutos, una amplia mayoría de estas sociedades reconocen en sus folletos de información pública que tienen uno o dos grandes accionistas que controlan la mayoría de las acciones. Es decir, que en realidad manejan estas sociedades a su antojo y que, de inversión colectiva, realmente tienen poco. Otro problema asociado a las sicav es el hecho de que se pueda operar a través de ellas para alcanzar un alto nivel de vida sin pagar impuestos por ello. Tal como explican miembros de la inspección de la Agencia Tributaria a este diario, es frecuente adquirir una vivienda, o un yate, a través de estas entidades, con lo que no se registran incrementos de patrimonio en sus verdaderos usuarios.

El verdadero problema, tal como denuncian inspectores como Francisco de la Torre (autor de ¿Hacienda somos todos?), es que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero retiró la competencia de inspección de estas entidades a la Agencia Tributaria, dejando en manos de la CNMV la supervisión de las mismas. En la práctica, esto ha supuesto, según fuentes tributarias, que las sicav hayan sido un agujero negro para Hacienda.