"Esperamos más". "Van llenos y no te puedes sentar". "Lo cojo porque no me queda más remedio, que si no...". Las respuestas de los madrileños que el pasado viernes hacían cola en el intercambiador de transportes de Plaza de Castilla eran casi unánimes: la Empresa Municipal de Transportes (EMT), que da servicio a 1,1 millones de personas al día, funciona peor que antes.

Los datos oficiales refrendan esa percepción. La regularidad media mensual de los autobuses municipales pasó del 91,58% en 2013 al 89,75% en 2014, según la información facilitada por la compañía pública. El resto de las expediciones, un 10,25%, no cumplió. La regularidad en la hora punta de la mañana pasó del 95,28% al 94,29%.

En total, alrededor de 2.900 expediciones diarias de las 28.991 que realiza de media la EMT (10.581.000 en un año) se detendrían en sus paradas a destiempo, originando demoras innecesarias y molestias a los pasajeros, que viajan en autobuses más llenos.

Pero no es la única cifra negativa. El VI Informe del Estado de la Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, que recoge datos hasta 2013, indica que la fiabilidad de los autobuses de la capital —entendida como el número de expediciones que cumplían la frecuencia establecida— pasó del 93,8% al 87,9% en solo dos años.

Los trazados más afectados, admite la EMT, son aquellos que discurren por la almendra central de la ciudad, como la 1 (Cristo Rey-Prosperidad) o la 15 (Sol-La Elipa), aunque los usuarios apuntan otros. "El 150 (Sol-Virgen del Cortijo) o el 129 (Plaza de Castilla-Manoteras) han caído mucho", apunta Carmen, vecina de Chamartín. "En López de Hoyos hay que echarle paciencia. La 9 (Sevilla-Hortaleza) lo mismo tarda más de 10 minutos que pasan cuatro coches casi consecutivos", protesta Emilio, de Prosperidad.

El Informe del Estado de la Movilidad achaca el empeoramiento de la puntualidad —al menos en parte— a los ajustes en el servicio.

Los presupuestos municipales ponen en evidencia que la EMT cuenta hoy con casi 200 autobuses (1.900) y 440 conductores (5.347) menos que en 2011. En 2013, el Consorcio Regional de Transportes redujo la frecuencia en algunas de las líneas más utilizadas, como la 27 (Embajadores-Plaza de Castilla), la 9 (Sevilla-Hortaleza) o la 36 (Atocha-Campamento). En total, 22 recorridos se vieron afectados por el tijeretazo.

"Se está deteriorando el transporte público", critica la socialista Ruth PortaEl Consorcio también eliminó los 11 metrobúhos que cubrían el servicio del subterráneo cuando este cerraba por las noches. La circulación de las líneas 22, 83, 108, 129, 149, 156, 247 y E1 quedó suprimida en domingos y festivos. En 2014 retrasó el inicio del servicio durante los fines de semana entre media hora y dos horas. Las seis líneas universitarias redujeron su servicio los viernes por la tarde.

La EMT no ve relación entre la impuntualidad y los recortes. "La reducción de frecuencias no tiene incidencia apreciable en la regularidad, que viene determinada por el cumplimiento de los intervalos de paso por parada, que a su vez depende, en gran medida, por cuestiones externas como el tráfico, las obras, eventos en la vía pública o cortes de tráfico", explicó un portavoz a 20minutos.

Sin embargo, la circulación de vehículos ha caído en Madrid por encima del 3%, como apunta el documento de Movilidad. El número de manifestaciones bajó más de un 35% el año pasado, según ha informado la Delegación del Gobierno.

Ruth Porta, concejal socialista y miembro del consejo de administración de la Empresa Municipal de Transportes, señala que la caída del tráfico privado no está siendo aprovechada para impulsar los medios públicos. "Esta situación facilitaría la adopción de medidas a favor de una movilidad más sostenible. Por el contrario, se está deteriorando el transporte público, lo que disuade a los ciudadanos de utilizarlo", critica.

José Manuel (36 años)

Suele coger el número 27 en Plaza de Castilla durante toda la semana. "Los viernes siempre noto que los autobuses vienen más llenos y que tardan más. Los recortes se han notado. Este es el transporte más directo que tengo para llegar hasta Colón, así que lo prefiero antes que el metro", se resigna.

Rodica (49 años)

Cree que su autobús, el 67, no da tan buen servicio como antes: "Lo cojo todas las semanas de lunes a jueves. Antes esperaba 10 minutos como mucho. Ahora, a veces estoy en la parada 20 y hasta 25 minutos. Un día tuve que cogerme un taxi, porque no llegaba a tiempo. Y para qué hablar del precio, porque también nos lo han subido...".

Óscar (39 años)

"El transporte público es un coñazo. Las esperas son largas y cada vez hay más colas. No uso la EMT porque hay que esperar mucho, pero es que el metro es todavía peor. Prefiero ir en coche y pagar un parking", asegura.