Y. Demange, director de '71': "Los teléfonos móviles han matado los 'thrillers' contemporáneos"

  • Yann Demange es el director de '71, una película que no ha parado de cosechar premios y halagos desde que se prsentó en el pasado Festival de Berlín.
  • La cinta trata sobre un joven soldado británico que, en su primera incursión, acaba perdido en medio de la violenta Belfast de principios de los setenta.
  • Demange revela a '20minutos' las claves de su cine.
Yann Demange, director de la película '71'.
Yann Demange, director de la película '71'.
Getty Images
Yann Demange, director de la película '71'.

Aunque el nombre de Yann Demange aún no es muy conocido, todo punta a que no tardará en serlo, ya que su primera película, el thriller de acción '71 (23 de enero), se ha ganado ya los halagos de la crítica internacional. Demange, nacido en 1977 en París aunque educado en Inglaterra, ha dado el salto de la pequeña a la gran pantalla con éxito gracias a una historia ambientada en los violentos disturbios que tuvieron lugar en Belfast a principios de la década de los setenta.

El largometraje cuenta la historia del joven Gary Hook (Jack O'Connell), un soldado que acaba de ingresar en las filas del ejército británico y que en su primer día sobre el terreno acaba perdido y abandonado en mitad de una batalla urbana en el corazón de la ciudad.

La cinta fue alabada en el pasado Festival de Berlín, recibió el galardón a mejor ópera prima en los Premios del Cine Europeo y opta a dos Baftas, incluido el de mejor filme británico. Demange, que fue reconocido como mejor director en los pasados British Independent Film Awards, habla para '20minutos' sobre las claves de su cine.

¿Cómo surge la idea de hacer una película ambientada en este conflicto?

No lo busqué. Yo estaba trabajando para televisión y recibía muchos guiones. Estuve cnsiderando uno de ciencia ficción, una comedia negra, otro sobre el asalto de hace unos años a la embajada de Irán en Londres... Cuando me llegó el de '71, pensé que tras Bloody Sunday y Hunger no se podía contar nada mejor sobre Irlanda del Norte, pero cuando comencé a leerlo me atrapó desde el principio.

¿A qué se debió esa atracción por el guion?

Me fascinó su visceralidad, aunque el gran logro es que el autor había sabido coger asuntos muy complejos y hacerlos sencillos y accesibles para todo el mundo.

¿Cuále son los ingredientes de un buen thriller?

Que no haya teléfonos móviles en la historia. Los móviles han matado al thriller contemporáneo. La clave es atrapar al público y hacer que experimente la película, no que la vea sino que la sienta casi como si fuesen los personajes. Es importante no dar demasiada información, porque entonces el espectador se relaja y se vuelve un poco pasivo. Tan sólo hay que ofrecerle un poquito de información, la justa para que siempre esté anhelando más... ¡y de repente le das un guantazo en la cara! (risas).

Con la tensión se logra mantener atento al espectador...

Exacto. En esta película en concreto no quería hacerlo fácil, me gusta la idea de que el espectador tenga que esforzarse y sufra un poco.

¿Cree que el cine puede ayudar a sensibilizar a la gente aún más sobre temas como el terrorismo?

No lo sé. Yo creo que si el arte puediera cambiar algo en este sentido, ya lo habría hecho mucho antes de que yo naciese. Es cierto que cada época necesita alguien que haga preguntas y que ofrezca respuestas, pero yo no tengo tantas aspiraciones. Soy consciente de que, además de entretener, me gusta abordar cuestiones delicadas y quizá ayudar a la gente a entender algo, pero no es mi principal motivación para hacer cine.

¿Qué retos ofrece una película ambientada en un momento histórico?

Las pelucas (risas). Aunque parezca broma, en realidad es verdad. Son los pequeños detalles los que le dan credibilidad al conjunto. Estamos creando un mundo que es casi como de ciencia ficción, una realidad que ya no existe para la gente de hoy en día pero que por otro lado sigue siendo muy cercana así que, si pones ahí algo que falla choca en seguida y rompes la ilusión. Es también un reto desde el punto de vista de la fisiología, porque con los años también cambian los rostros de la gente, los gestos... Y Jack era perfecto para esto, parece un joven de los años 70.

La tarea es aún más complicada, ya que Jack tiene que asumir el papel protagonista casi sin hablar en toda la película.

Sí, ese fue uno de los mayores retos, tanto para mí como para él como actor. Su personaje es pasivo en muchos aspectos, no es el motor de las secuencias. Él más bien reacciona a todo lo que sucede a su alrededor. De este modo, tiene que aportar complejidad a su personaje casi sin diálogo, sólo con gestos y expresión corporal. Lo hace genial, ya que en el fondo es un muchacho muy de la vieja escuela, un chico que creció queriendo ser futbolista o soldado, así que se sentía muy a gusto en este papel.

¿Qué diferencias hay entre el trabajo en la televisión y el trabajo en el cine?

La televisión es alucinante. Tienes mucho tiempo para desarrollar una gran cantidad de aspectos. Por ejemplo, en Breaking Bad hay un capítulo que trata sobre una mosca en un laboratorio. Si True Detective fuera una película, trataría eclusivamente sobre el caso, pero al ser una serie de televisión trata sobre unos detectives y las cosas que suceden a su alrededor. En cambio, el cine es como un haiku, cada minuto de metraje tiene que justificar su presencia en la película. Otra gran diferencia es que cuando empiezas a rodar una serie casi nunca sabes cómo va a terminar mientras que al hacer una película ya sabes desde el principio cómo será el comienzo, el desarrollo y el desenlace.

Según lo cuenta, parece que el cine tiene un gran rival en la televisión.

Por supuesto. Ahora que todo el mundo tiene grandes televisores en sus casas y muy buenas series que ver, ¿para que van a levantarse del sofá? Tienes que darles un motivo para ir al cine, ofrecer algo interesante y diferente, un tema del que hablar.

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