Con medio continente pendiente de Grecia —donde el previsible triunfo electoral de la formación de izquierdas Syriza ha suscitado ya turbulencias en los mercados y miedo en los socios de la UE— Europa afronta este 2015 un periodo de decisivas elecciones que pueden alterar de manera significativa el mapa ideológico. Los más madrugadores, y que de una u otra manera marcarán el rumbo y el destino de la Unión para los próximos meses, serán los comicios presidenciales griegos.

Una cita con las urnas que se lee en clave de aceptación o rechazo de las políticas de austeridad financiera impuestas por la troika —Comisión Europea, FMI y Banco Central Europeo— para tratar de sacar del pozo de la quiebra al país helénico. El nombre propio de estas elecciones, incluso antes ya de su celebración, es Syriza, el partido de izquierdas liderado por Alexis Tsipras, que según las encuestas podría hacerse con el 25% del censo electoral. Syriza ha coqueteado durante estos años de recesión y depauperización de la sociedad griega con la salida del país del euro.

Una propuesta de máximos muy criticada y que ahora que parece que pueden optar al poder de forma más realista, han suavizado hasta el punto de sacarla de su programa electoral. Aun así, y tras las aseveraciones de que Grecia seguirá en la Eurozona, son muchos —mercados y cancillerías, sobre todo en Berlín— los que observan con recelo esta nueva vuelta de tuerca del drama heleno. Varios años después de su casi hundimiento, el país está de nuevo en la picota de la política internacional del continente: una clave de bóveda que podría condicionar el devenir, y la presunta recuperación económica en un futuro a corto plazo.

Los siguientes en pasar por las urnas serán los franceses. En marzo Francia celebra elecciones departamentales, como las autonómicas aquí aproximadamente. Comicios que vendrán marcados por el auge en las encuestas del partido ultraderechista Frente Nacional, liderado por Marine Le Pen, que opta a cosechar un gran resultado que ratifique lo obtenido en las Europeas de mayo de 2014.

El miedo al ascenso del FN en Francia no es nuevo. La diferencia es que este 2015 parece que los pronósticos más negativos sobre el triunfo del partido de Le Pen son muy realistas. De confirmarse la victoria, aunque sea parcial de los ultras, la situación política del presidente socialista François Hollande en El Eliseo podría peligrar, como ya peligro este año pasado a resultas de los catastróficos resultados del PSF en los comicios al europarlamento.

Reino Unido celebra elecciones en mayo. Como en el resto de países, también la economía, la inmigración y también el espíritu europeo están en juego. El ascenso del partido populista y eurófobo UKIP (que ya obtuvo unos muy buenos resultados en mayo de 2014) preocupa en un país tradicionalmente bipartidista (con permiso de los liberales).

La inmigración es la piedra de toque del sistema británico, y el miedo al ascenso de partidos que propugnan un aislacionismo tanto a nivel de políticas migratorias como de lazos con Bruselas, es palpable en la política del país. Una posible alianza entre UKIP, como fuerza emergente, y el Partido Conservador del actual primer ministro David Cameron, no parece probable. Pero nada es descartable en un país cuyos vínculos europeístas se debilitan.

El debate sobre la política migratoria también marcará a buen seguro el año electoral en Suecia. Un país con una economía próspera, pero sumido en un marasmo político tras el batacazo parlamentario de los socialdemócratas en el poder.

Apenas tres meses después de haber ganado las elecciones, el primer ministro Stefan Löfven se vio obligado a convocar nuevos comicios tras fracasar en la aprobación de los presupuestos. Una lid en la que resultó clave el partido antimigración denominado Demócratas de Suecia, que crece al albur del temor de la población sueca a las personas que llegan refugiadas al país.

Por último, España. El ascenso de Podemos, cuyo pistoletazo de salida fueron sus buenos resultados en las elecciones de mayo al Parlamento Europeo, ha proporcionado nuevos ingredientes para un caldo electoral de por sí ya complicado. Mientras el bipartidismo que representan PP y PSOE se desploma en los resultados y las encuestas de intención de voto, partidos como el liderado por Pablo Iglesias, que amalgama a las clases medias y jóvenes desencantadas con el sistema actual, parecen estar en disposición de tocar poder.

En mayo de 2015 tendrán lugar los comicios municipales y autonómicos (Podemos se presenta a los segundos, no así a los primeros), y los sondeos dan la victoria por intención de voto a la bisoña formación de izquierdas, que como sus 'hermanos' griegos también han descafeinado un poco su programa electoral, sobre todo en lo referente a cuestiones macroeconómicas, como la deuda pública.