«Hago que el niño sepa lo que ignora: que vale»

Mari Carmen Otxoa es una monja en vaqueros; de pelea. Es la superiora provincial de la Unión Nuestra Señora de la Caridad. Esta orden celebró la semana pasada el 150 aniversario de El Refugio, lugar de acogida en Bilbao de menores marginados. Hasta hace tres años, este centro albergaba a mujeres.

Un niño que llega al refugio; ¿cómo reacciona el chaval?

Nos rechaza. Yo encarno todos sus problemas. Él quiere vivir como un chaval de su edad, no ir a una casa de acogida (agarra una silla). Igual me tira esta silla encima.

Y usted, ¿qué hace?

«Vale», le digo. Me grita: «¡Hijaputa!». Y yo: «Bai». Se creen una mierda. No se estiman porque nadie les estimó. Mi papel es que sepan que valen. Pero eso deben hacerlo ellos. No puedo hacer nada por usted ni por ellos, ¿entiende? Nosotras acompañamos. Ellos son protagonistas.

No debe ser fácil...

No. Hay que estar cerca y usar bien los silencios.

¿Qué le gusta más de esto?

No busco éxitos. Ellos los buscan. Lo mejor es decir a un chaval: «Muy bien». Y él me dice: «¿De verdad?». Ahí veo la esperanza en sus ojos.

Hay alarma vecinal contra los centros de menores...

Para mí es más desagradable el trato con mis adorables vecinos (ironiza) que con mis niños. Cada día somos más insolidarios. Quien critica ignora lo que están pasando.

¿Qué necesitan los niños?

Más personal. Es un trabajo cansado, arriesgado y muy mal remunerado.

Ha luchado por los derechos de la mujer. ¿Es feminista?

No... No creo. Hemos trabajado con la mujer marginada casi 150 años porque es la mayor víctima social. Queremos seguir haciéndolo.

BIO

Nació hace 64 años en Guereñu (Álava). Lleva 42 años en El Refugio. Hija de labradores. Maestra y psicóloga.

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