El drama social que supone la pobreza energética afecta ya a casi uno de cada diez hogares madrileños. Según los últimos datos de la Encuesta de Condiciones de Vida que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), que corresponden al año 2013, el 9% de los hogares de la región son incapaces de afrontar los gastos que supone tener la vivienda a unos niveles de temperatura adecuados para su habitabilidad, sobre todo en los meses de invierno. En concreto, habría unos 225.000 hogares afectados, según el INE. Esta cifra es más preocupante aún si observamos que la tendencia ha crecido casi dos puntos en solo un año, ya que en 2012 el porcentaje de hogares en esta situación era del 7,3%.

"Cada vez hay más gente que por razones económicas no puede mantener su vivienda en una situación de confort, ya sea porque se encuentra en situación de desempleo, porque sus ingresos son bajos o por una situación sobrevenida, como tener un hijo", confirma José Luis López, experto en pobreza energética y coordinador de proyectos de la Asociación de Ciencias Ambientales.

"La pobreza energética no es más que una consecuencia del empobrecimiento general de la sociedad debido a la crisis económica", apunta José Manuel López Rodrigo, director del Centro de Estudios Económicos Tomillo y gran conocedor de este drama social en el barrio de Usera.

Aunque la crisis económica está en la raíz del problema, los expertos consultados señalan otros dos factores que han influido para el agravamiento de esta problemática social. "El precio de la energía doméstica ha sufrido un incremento brutal hasta 2013, donde parece que esta tendencia se ha frenado un poco", explica Jose Luis López. "No hay una cultura energética para intentar modificar los hábitos de consumo porque en los últimos 20 años se ha potenciado el consumismo de calefacción y aire acondicionado", añade Rodrigo. Según datos de la oficina estadística de la Comisión Europea, Eurostat, el precio de la electricidad para los consumidores en España se ha incrementado más de un 70% y el del gas un 30% en los últimos siete años.

El otro elemento clave es la ineficiencia energética de las viviendas. "La mayoría de las viviendas de la Comunidad de Madrid son altamente ineficientes. El código técnico, que no arreglaba el problema, empezó a aplicarse en 2007, justo cuando el sector de la construcción entró en recesión. Afortunadamente, la revisión que se realizó en 2013 ha supuesto una mejora sustancial", explica López, quien agrega: "Normalmente los hogares más vulnerables son los que habitan en viviendas más ineficientes".

Por último, Rodrigo señala que el envejecimiento de la población también contribuye a esta situación: "Normalmente las personas mayores que viven solas tienden a padecer este tipo de pobreza porque sus pensiones son bajas y no aumentan al mismo ritmo que lo hace el coste de la vida".

El bono social, que nació en 2009 y supone la reducción de un 25% de la factura de la luz, es la única medida directa que se está aplicando para reducir la vulnerabilidad de los hogares españoles a la pobreza energética. "Es una medida claramente insuficiente y mal definida", afirma López. "Debería aplicarse a otros suministros y que llegase a personas con verdadera vulnerabilidad", agrega. Actualmente, para beneficiarse del bono social existen cuatro posibilidades: tener contratada una potencia inferior a 3kw, que todos los miembros de la unidad familiar estén en paro, ser beneficiario de una pensión no contributiva o tener familia numerosa.

Pilar tiene 55 años y sobrevive con 300 euros en uno de los barrios más pobres de Madrid, San Cristóbal de los Ángeles. "En mi casa hace mucho frío en los meses de invierno, pero hace dos años que no pongo la calefacción porque no me lo puedo permitir. Apenas tengo dinero para comer en condiciones", señala avergonzada a oscuras tras confesar que hace unos días "me han cortado la luz". "Yo quiero pagar. He pedido hacerlo a plazos y me han dicho que eso es imposible, que no hay excepciones", agrega.

Pilar, que está incapacitada para trabajar después de sufrir una dolencia cardiaca, ha solicitado ayuda a los servicios sociales en estos años sin ningún éxito: "Ninguna organización social me ha ayudado pese a mi delicada situación. Siempre dicen que me falta un papel", se queja.

Esta exempleada de limpieza va tirando con la ayuda ocasional de sus dos hijas y de sus vecinas. "Hoy me han dado patatas", dice emocionada. Lo que más tristeza le produce en estas fechas tan señaladas es no tener suficiente dinero para los regalos de reyes de sus dos nietos: "He ido a comprar juguetes de euro para que al menos tengan algo".