Melisa Tuya publica su primer libro, 'Galatea': "En todos nosotros anida un monstruo"

  • Se trata de una obra de ciencia ficción que reflexiona sobre el concepto de humanidad y las relaciones entre el hombre y sus sofisticadas creaciones.
  • Su protagonista, que no tiene nombre, es un personaje incómodo, controvertido, que plantea el lado más oscuro de nuestro interior.
  • Se trata de una obra de adultos de acción y aventura, emociones y reflexiones, y también solidaria: la mitad de sus beneficios irán a una protectora de animales.
La periodista y escritora Melisa Tuya.
La periodista y escritora Melisa Tuya.
JORGE PARÍS
La periodista y escritora Melisa Tuya.

¿Qué es humanidad? ¿Qué somos capaces de hacer, para lo bueno y para lo malo? Melisa Tuya reflexiona sobre ello en Galatea (Ed. Lapsus Calami), su primera novela, en la que narra la perturbadora relación de una mujer con un 'módulo', un robot altamente evolucionado. Comenzó a escribir en la cama con el portátil, con un gato al lado, y con el lema de "todos los días, al menos una línea". Se lo planteó como una alternativa a la televisión, y lo que comenzó como un relato corto terminó dando lugar a un volumen de más de 400 páginas. Toda un proeza, teniendo en cuenta que es madre trabajadora (es una de las coordinadoras de 20minutos), bloguera y colabora con varias ONGs. Para ella la ciencia ficción de Galatea es un marco para otras facetas: aventuras y acción, emociones y reflexiones, romance... Es una novela adulta, muy cinematográfica, ágil, entretenida y 'científicamente impecable', según expertos. Y también solidaria: la mitad de los beneficios de Galatea irán destinados a los perros y gatos abandonados de la Asociación Nacional de Amigos de los Animales.

¿Qué le llevó a embarcarse en ese viaje interestelar hacia el planeta Galatea?

Cuando empecé a escribir tenía en la cabeza varias cosas. Pensaba en la frontera americana, cuando la gente se lanzaba a la conquista de un nuevo mundo, montando colonias muy alejadas del poder central y de su paraguas protector y controlador. Quería explorar un nuevo tipo de frontera, en los límites del universo conocido, en el que pequeñas civilizaciones podían organizarse de una forma autónoma. Otra referencia que tenía en la cabeza era todo lo que había leído y escrito —porque durante muchos años fui periodista especializada en ciencia y tecnología— sobre los avances en torno a viajes espaciales e inteligencia artificial. En este sentido, he puesto todo el cuidado en que todo en Galatea fuera creíble.

Galatea cuenta con una protagonista cuanto menos 'impactante'. ¿Qué tenía en la cabeza cuando la creó?

Tenía la novela El Perfume, de Patrick Süskind. Es una protagonista incómoda, y es divertido porque hay gente que la quiere ver muerta en el tercer capítulo y otros que incluso llegan a cogerle cariño. Es aparentemente normal pero está criada en un ambiente un tanto psicopático, y nada más empezar ya empieza a mostrar por dónde van los tiros. Pero creo que en todos nosotros anida un monstruo, y ese monstruo puede desatarse en cualquier momento, en las circunstancias propicias. Soy muy pacífica y especialmente empática pero ante ciertas noticias, yo, como todos, notamos que el monstruo que hay dentro bulle. No todos los monstruos son iguales, eso es cierto, pero es algo intrínseco al ser humano.

Y además es una protagonista sin nombre...

Sí, nunca se dice su nombre, me salió instintivo. Es una protagonista complicada, invita a reflexiones y me apetecía dejarla sin nombre, necesitaba no tenerlo. Todos los nombres tienen connotaciones de algún tipo y yo quería dejarla en blanco. Y fue divertido eludirlo cuando escribía.

Al leer Galatea es inevitable no pensar en Yo, Robot o Blade Runner, ¿hay alguna influencia de ellas?

No, he leído a Asimov y a Philip K. Dick, pero no creo que haya influencia de ellas en Galatea. Sí que he tenido otras influencias como la película Gatacca o las novelas de Dune, de Frank Herbert, aunque sea inconscientemente.

¿Aportar emociones a una creación artificial es una aberración o una obligación moral? ¿Cree que terminará ocurriendo, de una forma inevitable?

Estamos a mucha distancia de eso, pero la tecnología evoluciona muy deprisa y como decía Julio Verne, "Si un hombre se imagina una cosa, otro la hará realidad". Hemos soñado desde hace siglos con autómatas o golems, seres artificiales creados por el hombre con apariencia humana. Es uno de los mitos más ancianos de la humanidad y ahora estamos trabajando en ello. Se acabará llegando a ello. ¿Intentarán jugar a implantar emociones? Ya se está investigando a un nivel rudimentario. ¿Habrá consideraciones morales al respecto? Por supuesto que sí. La novela juega precisamente a reflexionar sobre qué es la humanidad. A lo mejor es algo que muchos seres humanos no tienen y otros que no nacieron como seres humanos pueden desarrollar.

Recientemente Stephen Hawking afirmó que los robots "podrían llegar a tomar el control y se podrían rediseñar a sí mismos" para desbancar a los humanos. ¿Qué opina?

Creo que ese miedo es inherente al ser humano, es el equivalente al miedo a la rebelión de los esclavos, en otras épocas. Asimov ya expuso sus leyes para impedirlo y en Galatea también se cuentan las medidas que se toman para intentar evitar esto. Pero falta mucho para eso.

Siendo un relato corto, ¿cómo dio el salto a más de cuatrocientas páginas?

Galatea empezó siendo un relato corto que presenté a un concurso —que no gané— y un amigo, que es un gran lector y una persona en cuyo criterio confío, me dijo: "Melisa, está muy bien pero a ti te va escribir 'en largo' y esta historia te va a quedar mucho mejor si la desarrollas". Y me dije, ¿por qué no? Toda la vida había querido escribir una novela y me puse a ello seriamente. Seguí el 'modelo del fósil' de Stephen King, en el que con el pincelito vas descubriendo los huesos poco a poco. Sabes que es un dinosaurio, pero no sabes qué clase de dinosaurio hasta que lo desentierras entero. El relato es el segundo capítulo de la novela, se conserva casi igual.

¿Es imperativo evadirse, en los tiempo que corren?

En todos los tiempos necesitamos soñar, es también algo inherente al hombre.

Hablando de nuevas tecnologías, como autora novel, ¿cree que Internet es una buena herramienta para publicar o es perderse en el infinito?

Creo que Internet es una revolución positiva, siempre he defendido que es un gran recurso para el periodismo, mi oficio desde hace dieciocho años, ¿por qué no para la escritura? Estamos hablando de reproducciones digitales que se pueden copiar hasta el infinito y cambia todos los modelos de producción y de negocio. En este sentido, Internet complica mucho las cosas pero es también una buena herramienta de difusión y promoción, no creo que sea malo. Falta quizás una poda, que haya prescriptores fiables que ayuden a los lectores a encontrar lo que buscan en ese maremágnum. Pero tengo claro que los autores pueden hacer mucho más que antes. Las autoediciones habrá casos en los que esté muy bien y otros en los que no sea aconsejable. Yo me lo hubiera planteado, ¿por qué no? Son aguas por las que hay que navegar y hasta que no te metes no sabes si el agua está fría o caliente.

¿Qué escribe ahora en su portátil? ¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Mi segunda novela está acabada ya, esta me llevó más tiempo escribirla que Galatea y no tiene nada que ver con la ciencia ficción. Es una novela de emociones sobre tres padres que se conocen en la sala de espera de un centro de atención temprana. Tienen hijos con discapacidad: dos de ellos autismo y otro parálisis cerebral. Y en esa sala de espera se conocen mientras sus hijos reciben tratamiento. Narra lo que piensan, lo que les pasa y la relación que tienen entre ellos. Es un mundo que conozco de primera mano, porque uno de mis hijos tiene autismo, y he volcado mucho de lo que he sentido, he pensado, he experimentado, aunque no soy yo ninguno de los tres personajes de la novela. Ha sido mucho más difícil de escribir precisamente por eso. Ahora la está valorando una editorial bastante grande y espero que pueda ver la luz pronto e intentaré que se repartan los beneficios a otra organización solidaria. Mi tercera novela, de la que ya llevo escritas 200 páginas, vuelve a ser ciencia ficción, aunque muy distinta, una distopía centrada en nuestro mundo, dentro de mucho tiempo.

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