Antología del fotógrafo del exilio y los apátridas Josef Koudelka

  • A los 76 años, el fotógrafo checo sigue empeñado en mostrar la realidad de los sometidos: su última serie es sobre el Muro de Israel contra Palestina.
  • El Getty de Los Ángeles presenta 'Nacionalidad dudosa', una retrospectiva de un reportero que ha ejercido la libertad y el humanismo durante el último medio siglo.
  • Enigmático y terco —no acepta encargos, retrata lo que le ordena su conciencia—, iba para ingeniero aeronáutico y terminó siendo un testigo esencial del siglo XX.
  • La exposición viajará a Madrid en 2015.
Perro errante, una imagen simbólica muy usada por Koudelka
Perro errante, una imagen simbólica muy usada por Koudelka
Image courtesy of Josef Koudelka and Pace/MacGill Gallery, New York. © Josef Koudelka/Magnum Photos
Perro errante, una imagen simbólica muy usada por Koudelka

Quizá estemos ante el último reportero de una estirpe para siempre exterminada por la realidad digital y los novicios del smartphone entendido como salvoconducto para autodenominarse fotógrafo. Josef Koudelka cumplirá 77 años en enero de 2015. Cincuenta los ha dedicado a mostrar los dictados de su conciencia. "Muchas de mis fotografías", ha declarado, "las hago sin mirar el objetivo. Es como si no existiera la cámara, un acto sumamente mecánico". Es necesario añadir que ese empuje no racional siempre ha estado del lado de los sometidos y los débiles.

Josef Koudelka: Nationality Doubtful (Josef Koudelka: nacionalidad dudosa), una amplia retrospectiva de 140 imágenes, muestra el emotivo e incontrovertible círculo que ha trazado la obra de un hombre iconoclasta, terco y drástico a la hora de decidir cómo debe trabajar. Sólo retrata aquello que quiere retratar y es el único reportero de Magnum que nunca ha aceptado un encargo: su compromiso de ingreso en la ilustre agencia-cooperativa en 1970 estaba supeditado a la condición de que él mismo elegiría siempre sus temas sin intervenciones externas ni mandatos de nadie.

Abandono de la ingeniería aeronáutica

La exposición, que  se celebra en el museo Getty de Los Ángeles (EE UU) hasta el 22 de marzo de 2015 y que luego viajará a la Fundación Mapfre de Madrid, es un recorrido resumido por toda la obra de Koudelka, que había estudiado ingeniería aeronática pero dejo el oficio porque disfrutaba mucho más haciendo fotografías. Había empezado desde adolescente retratando con una cámara de baquelita a su familia y a los habitantes del micromundo de la aldea en la que había nacido, en Moravia, entonces parte de Checoslovaquia. En 1961 alguien le prestó una Rolleiflex de segunda mano y desde entonces borró de sus afanes la ingeniería.

Durante la primera mitad de los años sesenta se dedicó a hacer fotos de grupos de teatro para ganarse la vida y retratar a las comunidades gitanas de Eslovaquia, personas nómadas y apátridas que eran presionadas por el Estado comunista con la intención de asimilarlas. Koudelka estaba fascinado con la particular y antiquísima forma de vida de los gitanos y logró, con paciencia, bonhomía y falta de prejuicios, que le aceptasen como amigo.

Gitanos de Rumanía, Francia, España, Hungría...

Aquellas imágenes, expuestas en Praga en 1967 —luego ampliadas con fotos  en Bohemia, Moravia, Rumanía, Hungría, Francia y España y editadas en uno de los mejores fotorreportajes del siglo XX, Gypsies (Gitanos, 1975)—, fueron un pequeño escándalo y los comisarios políticos comunistas rotularon al autor como incómodo y poco patriota. Koudelka, que jamás expresó temor alguno ni admitió injerencias, respondió abordando un tren hacia Rumanía, donde había un montón de gitanos esperando.

Al año siguiente, cuando los tanques rusos entraron en Checoslovaquia para abortar la Primavera de Praga, las mejores fotos de la revolución aplastada las hizo Koudelka. Sacó las imágenes del país de contrabando y fueron publicadas en todo el mundo bajo el alias anónimo de Prague Photographer o P.P. (fotógrafo de Praga) para evitar represalias del Gobierno checo contra Koudelka y su familia.

Jamás cobró derechos

Hasta 1984 no se conoció, al menos de manera oficial, quién era el autor de, entre otras, la foto de un joven agitando una bandera checa montado en un  tanque, una de las imágenes más poderosas del siglo XX. Koudelka, por cierto, jamás cobró derechos por aquellas imágenes, que consideraba un deber cívico hacia sus conciudadanos que no admitía la grosera mediación del dinero.

En 1970 la presión de las autoridades sobre el fotógrafo era tanta que apenas le dejaban moverse y mucho menos trabajar con un mínimo libertad. Cuando decidió escapar de Checoslovaquia le consideraron "traidor" y le quitaron la nacionalidad. Fue admitio como refugiado político en Inglaterra y vagó por Europa con el mismo sentimiento de apátrida de sus admirados gitanos. En 1987 adquirió la nacionalidad francesa y solamente en 1990 le dieron permiso para volver a su país natal por primera vez, dos décadas después de haberse marchado.

'Nacionalidad dudosa' en el pasaporte

El título de la exposición es el del estatus legal que figuraba en el pasaporte del fotógrafo durante sus años como exiliado: al haberle retirado la ciudadanía los checos en el documento constaba "nacionalidad dudosa". También el cuerpo de la obra de Koudelka tiene que ver con la idea de exilio: animales solitarios y vagabundos, objetos abandonados, figuras errantes que no parecen encontrar un destino, perosnas perdidas en terrenos yermos, un hombre que mantiene una conversación con su caballo...

La exposición concluye con las fotos que el incansable Koudelka ha firmado desde 1986: imágenes de formato panorámico de terrenos minados, destruídos por conflictos bélicos o mancillados por la polución industrial.

Las imágenes de los bárbaros métodos de aislamiento usados por Israel para aislar Palestina del resto del mundo —incluído el Muro definido por la política sionista como barrera de seguridad y que Koudelka convirtió en protagonista de su último libro, Wall (2013)— muestran que el gran maestro checo sigue empeñado en los únicos dos temas que le importan: el exilio y el ser humano.

Obra 'enigmática y dramática'

Los organizadores de la exposición destacan que la obra de Koudelka es "tan enigmática y dramática como sus temas" , declara Timothy Potts, director del Getty, que desea recordar también con la muestra el "rostro humano" del 25º aniversario de la Revolución de Terciopelo de la República Checa.

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