Las secuelas absurdas de Miramax

En los años 90, cuando Tarantino escandalizaba a los críticos con Reservoir Dogs y Almodóvar consolidaba su posición en Hollywood, la productora Miramax cortaba el bacalao con una sabia alternancia de títulos indie y superproducciones. Adquirida por Disney en 2005 y vendida cuatro años más tarde, la compañía arrastra ahora una importante crisis (el 70 por ciento de su plantilla fue despedido en 2009) de la que planea salir por el camino más corto: con una avalancha de secuelas de sus cintas más conocidas.

Los hermanos Bob y Harvey Weinstein, fundadores de Miramax ahora a la cabeza de The Weinstein Company, se han puesto de acuerdo con los actuales propietarios de la compañía para llevar a cabo esta maniobra. Los tres primeros títulos que se 'beneficiarán' del plan serán nada menos que Shakespeare in Love (la comedia histórica y oscarizada de 1998), la brutal sátira navideña Bad Santa, que protagonizó Billy Bob Thornton en 2003, y Rounders (1998) epopeya de póker y desamor con Matt Damon y Edward Norton.

¿Veremos a Joseph Fiennes seducir de nuevo a Gwyneth Paltrow? ¿Volverá el Santa Claus más borracho de la historia del cine a sembrar el caos en los centros comerciales? Pronto lo sabremos, pero estas secuelas serían sólo la punta del iceberg. De seguir adelante, Miramax y los Weinstein (notorios piratas hollywoodienses conocidos por su nulo respeto a los directores y guionistas) tendremos también continuaciones de títulos como Swingers y CopLand, además de sendas terceras partes de Abierto hasta el amanecer, El diario de Bridget Jones y Clerks.

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