La contratación de portugueses ha crecido en Galicia un 91% en tan sólo 20 meses, según recoge un estudio elaborado por las universidades de Vigo y de Minho. Los contratos que firman son temporales y precarios (a unos seis euros la hora). Y las jornadas laborales alcanzan, por norma general, las diez horas.

Caída de los sueldos

La llegada de este volumen de trabajadores a la comunidad gallega ha supuesto, para los sindicatos, un dato preocupante: la caída de los salarios. Y es que los empresarios encuentran ahora obreros dispuestos a trabajar por muy poco dinero.  «En ocasiones cruzan la frontera el lunes en una furgoneta y vienen cinco o seis obreros con comida para cuatro días», aseguran fuentes sindicales. «Están dispuestos a trabajar doce horas diarias, incluso en turnos nocturnos», mantienen las mismas fuentes.

Pontevedra y Ourense son las dos provincias que registran la mayor parte (más del 70%) de los 14.000 asalariados portugueses que tienen su residencia declarada en Galicia. El 30% restante se dirige básicamente a las ciudades de Santiago y A Coruña.

Estos trabajadores proceden principalmente de dos distritos del norte de Portugal, Braga y Viana do Castelo. Junto a estas zonas también aparecen otras del Eje Atlántico como Póvoa de Lanhoso, Vieira do Minho, Cabeceiras de Basto, Celorico de Busto, Mondim de Basto y Guimaraes.

A seis euros la hora

El perfil de estos portugueses que huyen de la crisis económica de su país es el de un joven de 35 años dispuesto a cobrar entre 6 y 6,5 euros la hora. Los contratos los firman en ocasiones empresas lusas que son subcontratadas por firmas con actividad en la comunidad gallega con el único objetivo de conseguir mano de obra.

A veces ofrecen a los trabajadores un salario que incluye una cantidad en metálico, transporte de ida y vuelta los lunes y viernes, alojamiento y alimentación. Además, ante el boom de contrataciones en Portugal, en los últimos meses han aparecido en escena numerosos intermediarios, personas que se ofrecen de negociadores entre las compañías portuguesas y gallegas. Los sindicatos advierten de la existencia de mafias que engañan a empresarios y trabajadores.