Rebecca, 'madre de alquiler': "Tuve mellizos para ayudar a una española que sufrió 6 abortos"

  • Rebecca Rodriguez, de San Diego (California, EE UU), fue gestante en 2012 para una pareja española que no podía tener hijos.
  • "A los que tienen dudas sobre esta técnica reproductiva les pediría que miren a sus hijos y piensen si se imaginan su vida sin ellos".
  • Rodriguez tiene cuatro hijos biológicos, tuvo a los mellizos españoles y ahora vuelve a estar embarazada de gemelos para una pareja gay de Méjico.
  • Cobra 22.000 euros por su colaboración. "El dinero compensa, pero lo hago principalmente por ayudar".
  • Un millar de niños españoles nacen cada año a través de madres de alquiler.
Rebecca Rodriguez, embarazada de los hijos de una pareja española.
Rebecca Rodriguez, embarazada de los hijos de una pareja española.
R.R.
Rebecca Rodriguez, embarazada de los hijos de una pareja española.

Son mellizos y en diciembre cumplirán dos años. Es casi la única información que le permiten desvelar a Rebecca Rodriguez, californiana de 35 años, sobre los bebés que en 2012 trajo al mundo para que una pareja española fundara su propia familia.

De San Diego y con ascendencia mejicana, casada con un Marine y madre de cuatro hijos biológicos, Rebecca Rodriguez es una de las gestantes de la agencia Extraordinary Conceptions. Es lo que popularmente se conoce como una 'madre de alquiler', aunque el término no sea del agrado de los impulsores de esta técnica de reproducción asistida. Rodriguez llegó a la agencia por curiosidad y a la semana ya se había embarcado en el proyecto de gestación de una pareja española "que me necesitaba porque el cuerpo de ella rechazaba todos los embarazos", explica al teléfono desde su residencia en San Diego (California, EE UU).

California es el lugar del mundo donde la gestación subrogada (que permite a las personas con enfermedades, sin pareja u homosexuales, conseguir ser padres o madres) está jurídicamente más consolidada. Las gestantes de este Estado son las que deciden en última instancia a quienes ayudan a formar una familia. Los lazos que establecen con los futuros progenitores sobrepasan los acuerdos contractuales, forjando relaciones muy duraderas.

"El dinero que se cobra es una compensación necesaria"

Rodriguez decidió ayudar a la pareja española después de saber que la mujer había tenido seis embarazos y que ninguno duró más de tres meses, pues todos acabaron en aborto. Pese a la traumática experiencia, la gestante californiana resalta la positividad y simpatía que demostró el matrimonio español. Y recuerda una de sus primeras conversaciones telefónicas, en la que en un momento dado sus propios hijos empezaron a armar jaleo. Interrumpió la conversación para llamarles al orden y al regresar le emocionó que la mujer española le envidiara estar "rodeada de chiquillos alborotadores".

"Nos caímos bien enseguida y supe que quería ayudarles", resume Rodriguez.

Por políticas de privacidad solo está autorizada a contar que los padres de los mellizos viven en una ciudad mediana de España, que son dos pequeños empresarios y que tuvieron dificultades económicas en el proceso. Necesitaron acudir a un crédito para pagar los cinco procesos de fecundación in vitro que necesitaron.

La subrogación duró algo más de un año y el proceso no estuvo exento de baches. La transferencia de óvulos fecundados no funcionó a la primera. Ni a la segunda. Ni a la tercera. Cuatro intentos fueron necesarios para que dos embriones se afianzaran en el seno de Rodriguez. "Fueron cuatro meses muy duros, en los que me llegué a sentir una fracasada. No podía ni dar la cara frente a los padres. Pensaba que iban a dudar de mí y a echarse atrás del todo por mi culpa".

Rebecca RodriguezPero un día el test de embarazo mostró las ansiadas dos rayas. Y Rodríguez corrió a comunicarselo por teléfono a los padres. Nunca tuvo la más mínima duda sobre de quién eran los niños que crecían en su interior, explica. "Siempre supe que no eran biologicamente míos. Eran sus óvulos y su esperma. Yo solo los llevaría nueve meses para ayudarles y porque su madre no podía".

A medio embarazo los médicos recomendaron a Rebecca Rodriguez reposo. Tuvo que emplear parte de su asignación como gestante en contratar una ayuda extra para, por ejemplo, llevar a sus cuatro hijos al colegio, que por entonces su marido estaba además temporalmente destinado fuera de San Diego.

"Mis hijos sabían lo que yo estaba haciendo. Nunca les engañamos. Y se convencieron ellos mismos de que estaba bien cuando convivieron en casa con la pareja española. Creamos un vínculo muy especial. Vinieron cinco semanas antes del nacimiento y estuvieron con nosotros siete semanas después. Casi nos dio más pena despedirnos de los padres que de los bebés", dice.

Rodriguez considera que su asignación (22.000 euros) "es una compensación necesaria" por su esfuerzo. "Hay que estar muy comprometida con el proceso. Hay que someterse a un tratamiento médico para quedarse embarazada, son miles de citas médicas a las que no puedes faltar aunque trabajes. Y emocionalmente tampoco es sencillo", resume. Pero también descarta que su motivación principal fuera económica. "Lo hice para ayudar a una pareja", resalta.

Además de afrontar "gastos extra", Rodriguez empleó el dinero en unas vacaciones familiares en Hawai, en agradecimiento a sus hijos por el apoyo recibido durante el embarazo de los mellizos.

Rodriguez es consciente de que esta práctica resulta polémica en algunos países del mundo. "He visto por televisión cómo están las madres en India, obligadas a vivir en barracones todo el embarazo, y eso no me gusta. Para mí eso es traficar con personas".  Rodriguez insiste en que su experiencia es "de absoluta libertad".

A los críticos con la subrogación en España y EE UU, Rodriguez "les pediría que miren a sus hijos y piensen si se imaginan la vida sin ellos". "¿Por qué prescindir de una técnica que permite a las personas formar su propia familia?", se pregunta. "A nadie se le debería privar de esa experiencia".

Actualmente está de nuevo embarazada (foto de la izquierda). Son mellizos también, esta vez para una pareja gay de Ciudad de Méjico. "Lo pedí yo. Quería ayudar a dos padres que de ninguna otra forma podrían crear una familia", explica. Dice que es la última vez, que ya acumula demasiados embarazos.

A los mellizos españoles, niño y niña, los ve crecer a través de las fotos que le envían y sigue sus progresos por mensajes de Facebook. Sabe que en algún momento sus padres les explicarán que fue ella quien los trajo al mundo. "Estará bien que lo sepan, pero me conformo con saber que siguen bien, que son felices y tienen todo lo que necesitan".

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