Pablo Iglesias: "No soy religioso, pero me sorprende estar tan de acuerdo con el papa"

  • El líder de Podemos muestra su lado más personal: sus ingresos, sus aficiones, su visión del ejército y la religión, sus puntos fuertes y sus debilidades.
  • "Uno de mis defectos es a veces un exceso de arrogancia o de soberbia".
  • "Me quité el piercing, pero no me apetece quitarme la coleta".
  • "Aspiramos a la mayoría absoluta; no es arrogancia, es necesidad"
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, en la azotea del edificio que alberga la nueva sede de Podemos, con el Palacio Real al fondo.
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, en la azotea del edificio que alberga la nueva sede de Podemos, con el Palacio Real al fondo.
JORGE PARÍS
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, en la azotea del edificio que alberga la nueva sede de Podemos, con el Palacio Real al fondo.

Tras su imagen de político poco convencional se esconde un joven de 36 años con gustos y aficiones muy comunes a la mayoría, a pesar de que no tiene ni hipoteca ni plan de pensiones. Se libró del servicio militar y con el paso de los años ha cambiado su visión sobre la necesidad de que los estados tengan Ejército. Se mantiene fiel a su coleta, que llevará "mientras la alopecia me lo permita". Pablo Iglesias explica también cuáles son sus ingresos y cómo se los gasta.

¿Cuánto ganaba en la universidad y cuánto gana ahora?

Como profesor titular interino ganaba 950 euros al mes. Ese sueldo lo complementaba mientras no salía en la televisión con cursos que hacía o con publicaciones. Cuando empecé a salir en la televisión, completaba esos ingresos, a pesar de que por lo menos la mitad de lo que ganaba por salir en la televisión lo donaba a La Tuerka, para que La Tuerka pudiera existir. Ahora mismo, gano como eurodiputado 1.930 euros al mes, que son tres salarios mínimos españoles, en 14 pagas. El resto del dinero que cobramos como salario, más o menos 4.000 euros, lo dono. Una parte a Podemos y otra parte a La Tuerka. Además de esos ingresos tengo lo que me pagan por dirigir un programa de televisión que se llama Fort Apache.

Aparte del salario, los europarlamentarios tienen otros ingresos.

Tres conceptos más. Tenemos un dinero que sirve para gastos de oficina, que es con lo que pagamos esta oficina en la que estamos aquí [Madrid], y que es más o menos en torno a 5.000 euros al mes. Hay además en torno a 12.000 euros al mes para hacer contrataciones, para asistentes tanto en España como en Bruselas y en Estrasburgo, y gracias a esos dineros tenemos un equipo de compañeros que trabajan allí en labores de asesoramiento, en labores de prensa o en labores de trabajo en el grupo parlamentario. Y además hay dietas, 304 euros al día, que es una barbaridad de dinero. Nosotros utilizamos una parte de esa cantidad para cubrir el dormir allí y el vivir allí. Yo comparto piso con un compañero, con uno de los asistentes. El resto de dinero que no nos gastamos no es un dinero que podamos dedicar digamos que específicamente porque son dietas, pero todos hacemos donaciones a causas sociales con el dinero que no nos gastamos en alojamiento o en manutención allí.

¿En Madrid vive de alquiler o tiene casa propia?

En Madrid vivo en una casa que es de mi madre, que era antes de mi abuela y que cuando mi abuela falleció, heredó mi madre. Una casa que está en el Puente de Vallecas.

¿Tiene hipoteca?

No.

¿Y plan de pensiones?

No.

¿Qué consume y qué no consume?

Lo habitual. Comida, luz, agua, teléfono, internet... Libros. Antes iba mucho más al cine, ahora voy menos.

¿Es de los de ir al gimnasio?

Lo era hasta que empezamos la campaña electoral. Era de salir a correr dos o tres veces por semana, e ir al polideportivo, no al gimnasio. Ahora he dejado de hacerlo y lo quiero recuperar.

¿Qué hacía en el polideportivo?

Hacia pesas. No como para ponerme muy grande, pero me gustaba hacer abdominales y fondos de brazos, flexiones y salir a correr. He dejado de hacer eso desde el mes de enero y lo echo muchísimo de menos. Estoy mucho más delgado, estoy mucho peor.

¿Es miembro de alguna ONG?

Soy socio, solamente pago y me envían la información de Aldeas Infantiles.

¿Hizo la mili?

No. En la época en la que a mí me tocaba hacer la mili, los colectivos en los que yo participaba éramos partidarios de la insumisión y de la insumisión a la prestación social sustitutoria, no al servicio militar obligatorio. Me declaré objetor de conciencia con 16 años, no sin dificultades porque me quise declarar objetor de conciencia por razones políticas, pero no me lo permitieron, porque no se permitía esa razón. Te lo permitían hacer por razones religiosas, pero por razones políticas no, y después estuvieron tres años sin llamarme para hacer la prestación social sustitutoria y después de los tres años por lo visto pasabas según la suerte al equivalente de lo que sería el excedente de cupo en el servicio militar.

¿Y eso le libró?

No tuve que hacer ni el servicio militar ni la prestación social. Reconozco que ha cambiado mi visión sobre eso, cada vez tengo más claro que los ejércitos son imprescindibles para una sociedad democrática.

¿Ah sí?

Sí.

¿Y el gasto militar en España le parece correcto?

Que haya gasto militar me parece correcto.

¿El real que hay ahora?

No, porque creo que tiene que ver con los negocios de algunos altos mandos militares, que se han convertido en empresarios y no en servidores a la patria.

¿También el ministro?

Me parece escandaloso que el ministro Morenés, igual que el ministro Eduardo Serra, estén ahí por su papel digamos como grandes empresarios o como grandes agentes de la industria armamentística y no por sus valores de defensa y compromiso con la patria.

¿De qué ha sido consciente para ser casi un antimilitarista y ahora decir que cree que los ejércitos son necesarios?

Supongo que es una evolución del propio antimilitarismo, que te hace darte cuenta de que precisamente para garantizar la paz es fundamental que haya hombres y mujeres profesionales armados, con un compromiso cívico y democrático. Supongo que eso también tiene que ver con la madurez. No es lo mismo tener 16 o 17 años que tener 36.

Ahora tiene 36 años. Cuando tenga 42, ¿se va a parecer poco a lo que es ahora? ¿De qué más cosas vas a ser consciente en los próximos años?

En esto de los militares soy consciente desde hace mucho tiempo. En España siempre la visión que tenemos los demócratas de la institución militar ha tenido que ver con su papel en el franquismo. Sin embargo, cuando conocí a los militares de la Unión Militar Democrática, cuando conocí a militares portugueses, cuando estuve en América Latina, cuando he conocido a militares españoles de la Asociación Unificada de Militares Españoles, he tomado conciencia de la importancia que tienen los militares, incluso para hablar de soberanía y para hablar de la defensa de los derechos sociales en un país.Creo que uno de los grandes problemas en Europa, y yo me considero europeísta, es la subordinación militar de Europa a los intereses de la OTAN, que tiene que ver con Estados Unidos y no con los intereses de los europeos.

Igual que ha acabado entendiendo que los militares juegan un papel que puede ser positivo, ¿algún día llegará a entender que puede haber una forma positiva de hacer banca, o que los banqueros también puedan ser parte necesaria de la sociedad?

Por supuesto. El sistema financiero es algo absolutamente imprescindible. El problema es que los últimos 30 años hemos vivido una suerte de orgía. Y eso no lo digo yo. Después del crack del Lehman Brothers, fue incluso Nicolas Sarkozy el que dijo "Hay que refundar el capitalismo, porque hemos dado demasiado poder a las finanzas". Lo que ha ocurrido en estos últimos años es una suerte de contrarrevolución según la cual se han empoderado todavía más los sectores financieros, hasta el punto de que, bueno, el señor Mario Draghi era el delegado de Goldman Sachs para Europa, el mismo que asesoró a Lucas Papademos en Grecia para que falseara la contabilidad del Banco Central. Lo mismo que el señor De Guindos aquí. Eso no puede ser. Un país serio tiene que tener un sistema financiero, pero no puede ser que las instituciones democráticas se pongan al servicio de los banqueros. Eso no es aceptable. O que los banqueros decidan quién es el presidente o tengan que dar la bendición a los ministros de economía. Eso no es serio.

Antes hacía una mención a lo religioso. ¿Usted es religioso?

No. Pero la verdad es que escuchando al Papa que han puesto me llama la atención estar tan de acuerdo con él.

¿Va a acabar siendo religioso?

No, no creo. Soy nieto de un socialista que era profundamente católico y tengo un enorme respeto por las personas con un sentimiento religioso y de hecho, con buena parte de los compañeros con los que mejor me entiendo, son creyentes. Yo no lo soy, pero creo que es una cuestión completamente secundaria, cuando compartes valores morales con alguien, creer o no creer en la trascendencia de la identidad de uno después de la muerte es un elemento secundario.

¿Tiene un alto concepto de sí mismo?

Supongo que a veces demasiado. Creo que uno de mis mayores defectos es un exceso de arrogancia a veces, o de soberbia.

¿Y se lo reprocha?

Claro, claro. La mayor estupidez que puede cometer uno es en primer lugar no reconocer sus propios defectos y en segundo lugar no tratar de corregirlos.

¿Qué otros tiene?

Muchos. No ser capaz de hacer más cosas. Yo hago muchas cosas pero a veces me da rabia no ser capaz de organizarme el tiempo mejor y hacer todavía más.

¿Es desorganizado?

Soy organizado, pero podría ser más organizado. Me gustaría aprender más idiomas, ahora estoy yendo a clases de francés y para mejorar también el inglés, y a veces tengo la sensación de no aprovechar todo lo que podría el estar en Bruselas. Yo hablo inglés e italiano. Bueno, pues ya que estas ahí, tienes que lograr responder también en una rueda de prensa en francés y podría leer más cosas de política internacional. Podrías estudiar más, supongo que hay veces que te dejas llevar por dinámicas en las que estas mirando más el Telegraph y el Whatsapp que estudiando y aprendiendo.

¿Cuándo se quitó el piercing?

Me lo quitó el equipo de campaña, con todo el dolor de mi corazón. Decían que me lo quitara para hacer la campaña. Después me lo he puesto una vez, en verano, y se me rompió. Si no, me lo volvería a poner. Decían los compañeros, y tenían razón, "que no haya nada que distraiga sobre tu mensaje, ya se habla muchas veces más de tu coleta que de ti, o incluso el hecho de que te hagan la pregunta del piercing. Ya es muy llamativo que un tipo con coleta discuta de política y un tipo que además nunca viste de traje y que sí lleva una corbata la lleva de una manera muy informal. No les des más pie a que se hable de los detalles sino de lo importante".

¿Pero la coleta se la va a dejar quitar?

Pues no me apetece.

Especulamos con la posibilidad de que llegue a presidente del Gobierno. Para eso hay que ser candidato de la generales...

Me tendrían que elegir los compañeros. Yo estoy dispuesto. Creo que me toca si los compañeros lo ven adecuado. Si soy elegido presidente del gobierno, seré el primer presidente del gobierno con coleta.

¿No va a hacer como los futbolistas que, cuando empiezan un mundial, dicen si llegamos a la final me rapo la cabeza? ¿No va a decir "si llego a la Moncloa, me corto la coleta"?

No.

¿Se ve con cincuenta años con coleta?

No sé. Hay una cosa que yo creo que es fundamental para llevar coleta, y es no estar afectado de alopecia. Esas coletas de calvo yo creo que son algo que afectan a la dignidad. Mientras la alopecia me respete y me vea digamos con una imagen digna, llevaré coleta. En el momento, que tenga la impresión de que esto es impresentable, supongo que me la tendré que quitar.

¿Y siempre con goma en la coleta o puede que la transformación sea que se suelte el pelo?

Nunca lo he llevado suelto, siempre me ha gustado llevarlo con coleta. Es también una forma de comodidad, llevar el pelo largo tiene sus ventajas también.

¿Es usted del Atlético?

No, pero me encanta.

¿Es del Real Madrid?

No, soy del Numancia porque me crié en Soria.

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