Padres e hijos con papeles cambiados en 'Nuestro Último verano en Escocia' pone el toque de humor al último día

La historia de unos padres y unos hijos que se intercambian los papeles y se comportan de manera contraria a su condición centra la trama de 'Nuestro Último Verano en Escocia', firmada por los británicos Guy Jenkin y Andy Hamilton y que ha aportado un toque de humor a la última jornada de la 59 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).
Los directores británicos Guy Jenkin y Andy Hamilton (izq. Y centro) en Seminci
Los directores británicos Guy Jenkin y Andy Hamilton (izq. Y centro) en Seminci
EUROPA PRESS
Los directores británicos Guy Jenkin y Andy Hamilton (izq. Y centro) en Seminci

La historia de unos padres y unos hijos que se intercambian los papeles y se comportan de manera contraria a su condición centra la trama de 'Nuestro Último Verano en Escocia', firmada por los británicos Guy Jenkin y Andy Hamilton y que ha aportado un toque de humor a la última jornada de la 59 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).

La cinta, proyectada este viernes y que compite por la Espiga de Oro del festival, llega tras 35 años de trabajo de los dos directores, que han reconocido que el origen de su largometraje es la idea de la "familia disfuncional": querían hablar de una familia moderna y común en la actualidad que decide finalmente mantener su situación pero con un comportamiento propio de sus edades.

"No es cosa de estar juntos, sino de si pueden abordar la separación de una manera adulta, madura", explicaban los directores antes de precisar que, pese a que al principio se plantearon que la pareja se reconciliara, luego optaron por la fórmula que aporta la diferencia a su largometraje: los niños se comportan como adultos y los padres, de manera infantil.

Doug y Abi son los padres de Lottie, Mickey y Jess, tres niños activos, creativos e imaginativos a quienes no se escapa la situación por la que atraviesa la pareja, desde las discusiones con presencia policial hasta el "lío" de su padre y su separación.

Lottie no se separa de una libreta en la que apunta pensamientos, ideas y las mentiras que sus padres les cuentan a fin de poder recriminarles luego; Mickey, por su parte, tiene una inteligencia fuera de la común y, amante de los vikingos a sus seis años, cree en el dios Odín; la pequeña Jess, por su parte, se acompaña de grandes piedras que la protegen de las "piedras malas" y es experta en hacer desaparecer llaves.

La familia se reúne de nuevo con el fin de desplazarse a Escocia, desde Londres, para celebrar el 75 cumpleaños del abuelo, el padre de Doug, a quien preparan una gran fiesta conocedores de que el cáncer que padece no le permitirá vivir mucho más.

La novedad:

El punto de vista infantil

La novedad de 'Nuestro último verano en Escocia', según Hamilton, radica no tanto en el tema sino en el hecho de haber introducido el punto de vista de los niños en una comedia "de carcajadas incluso" pero que aborda también asuntos serios como la muerte.

"Nos interesa ese toque tragicómico porque la vida real es así, en ese sentido es fiel a la vida", han afirmado los directores que, dispuestos a afrontar nuevos retos cinematográficos juntos —"hacemos lo que nos cae", aseguraba Hamilton—, han confesado su admiración por los tres actores que dan vida a Lottie, Mickey y Jess, unos chicos "majísimos" con quienes se ha trabajado sin presiones: la experiencia de Jenkin en una serie de televisión les llevó a hacer sentir a los menores "relajados" en el set, lejos de ensayos y presiones con el guión.

De hecho, tan sólo unos instantes antes de que comenzara el rodaje se les describía lo que iba a pasar y luego ellos lo contaban con sus propias palabras, incluso en el caso de la muerte del abuelo: los directores trasladaron a sus padres la inclusión en la trama de una muerte y los niños, al conocerlo, se sintieron contentos.

"Intentamos que el set favorezca el estilo de los niños y quitamos todo lo que les pueda molestar, organizamos la colocación de cámaras e iluminación de tal manera que no tengan que estar en una postura", precisan los cineastas, quienes también han explicado la elección de Escocia como escenario para el rodaje: se trata de la región británica en la que el paisaje es "más espectacular", lo que además permitía a unos "niños urbanos" introducirse en un ambiente "salvaje" para sentirse "libres de todo tipo de constricción".

No obstante y pese a la elección, la cinta huye de estereotipos aunque sí refleja determinados puntos de la idiosincrasia escocesa. "A los escoceses les gusta la película", han afirmado antes de incidir en la idea de que su objetivo es "contar historias" que les interesen y diviertan, lo que hace que no se les "dé bien" establecer categorías entre lo comercial y lo artesanal.

"Hacemos lo que nos gusta y hay trabajos que están muy bien hechos desde el punto de vista de la factura comercial".

Más historia

La azarosa llegada a la casa escocesa de la familia de Doug permite que el espectador conozca la trama de secretos que acompañan a la familia: la depresión de la cuñada de Doug, que incluso le hace protagonizar escenas con éxito de visitas en Youtube, la preferencia de su hijo por la música tradicional más que por la clásica y la insistencia de Gavin para mostrar que todo es perfecto.

En ese contexto, el abuelo es el único que pone cordura y que aporta tranquilidad a Lottie y a su nieto mayor, el hijo de Gavin, a quienes invita a "desmelenarse" mientras él, con un pasado triste, pelea contra el cáncer, hasta el último momento, acompañado de sus nietos pequeños, quienes en un alarde de madurez que no ven en su casa deciden darle la despedida que le hubiera gustado y que, por supuesto, no es en absoluto comprendido por la familia, al menos en un primer momento.

Los paisajes escoceses y su música son testigos de la salida a la luz de los secretos de la familia, que finalmente se da cuenta de que es mejor, pese a las diferencias, vivir lejos de la mentira y en paz.

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