Mantener el horario de verano podría ser beneficioso para la salud de los niños

  • No retrasar los relojes permitiría elevar el nivel de actividad física de los niños.
  • Con una hora más de luz se podría conseguir una media de dos minutos más de actividad física al día en cada niño.
  • La actividad baja cuando el sol comienza a ponerse antes de las 18.00-19.00.
Un grupo de niños jugando al fútbol.
Un grupo de niños jugando al fútbol.
GTRES
Un grupo de niños jugando al fútbol.

Llega el invierno y con el frío el cambio de horario. Este domingo tendremos que atrasar las agujas de los relojes una hora, de manera que a las 03.00 horas pasarán a ser las 02.00 de la madrugada. Este cambio de hora corresponde al cambio de horario de verano a invierno y como cada año se repite la polémica: ¿es conveniente este cambio?

Más allá de los argumentos económicos, a la salud esos cambios le afectan y también a la salud de los niños. De hecho, si fuera por ellos lo mejor sería mantener el horario de verano. Investigadores de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y la Universidad de Bristol (Reino Unido) sugieren que mantener el horario de verano y no retrasar los relojes una hora puede ser beneficioso para la salud ya que permitiría aumentar los niveles de actividad física de los niños.

En su estudio –publicado en la revista International Journal of Behavioural Nutrition and Physical Activity– participaron más de 23.000 niños de 5 a 16 años de nueve países (Inglaterra, Australia, Estados Unidos, Noruega, Dinamarca, Estonia, Suiza, Brasil y Portugal), en los que examinaron la relación entre el momento del atardecer y la actividad física, para lo que utilizaron unos dispositivos electrónicos que se colocan en la cintura y permiten medir el movimiento del cuerpo.

De este modo, vieron que la actividad física de los niños era entre un 15-20% mayor en los días de verano, cuando el sol suele ponerse después de las 21.00 horas, en comparación con los días de invierno en los que atardece antes de las 17.00 horas. Esta relación fue especialmente significativa en el caso de las poblaciones de Europa y Australia, y se observó incluso después de que los investigadores ajustaran las condiciones meteorológicas y de temperatura.

"Este estudio ofrece la evidencia más fuerte hasta la fecha de que, en Europa y Australia, tener luz del día por la tarde permite aumentar la actividad física a esas horas, que son críticas para los juegos al aire libre de los niños", asegura Anna Goodman, autora del estudio, que cree que si no se cambiara la hora durante todo el año tendría unos efectos "beneficiosos en términos de salud pública".

Los investigadores creen que el hallazgo es especialmente relevante para los debates políticos que hay en curso ante la aparición de propuestas para adelantar los horarios. De hecho, argumentan que con una hora más de luz se podría conseguir una media de dos minutos más de actividad física al día en cada niño, un avance que consideran modesto pero no irrelevante dentro de sus niveles de actividad.

Sobre todo porque, según han visto, este incremento era ampliamente equitativo, ya que fue observado con independencia del sexo, el sobrepeso u obesidad y los niveles socio-económicos de la familia. Además, el estudio ha permitido observar como la actividad desciende "muy rápido" en el momento en que el sol comenzó a ponerse antes de las 18.00-19.00 horas. Además, vieron casos de niños que "de inmediato" se volvieron más activos en el momento en que se adelantó la hora en primavera.

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