El mañana del fenómeno conocido como 'blogosfera' estará marcado por millones de blogs muertos.
Cadáveres poco exquisitos, las bitácoras abandonadas tapizarán la infosfera como los huesos en un antiguo campo de batalla; posts con fechas de años atrás coronados por montañas de anuncios de Viagra camuflados como comentarios, desoladas páginas con los pensamientos obsoletos de personas que una vez quisieron tener voz, y luego se cansaron.
El mañana va a estar repleto de blogs muertos de hambre, porque una bitácora es como una mascota: exige alimento y cuidado constante. Pero abandonarla a su suerte, dejarla morir, da menos pena que expulsar a un perro o dejar de alimentar a un gato. Hace falta disciplina para sacar a pasera todos los días una idea.
El entusiasmo se desvanece, la pereza avanza, hay cosas mejores que hacer con los días. Y el blog fenece de inanición.
A pesar de lo cual la existencia del fenómeno blog ha cambiado ya, para siempre, el futuro de la comunicación. Es decir, la sociedad.
No deja de crecer
Los blogs individuales mueren de hambre cuando sus propietarios e impulsores se hartan de mantenerlos. La blogosfera, sin embargo, no deja de crecer, y se mide ya en muchas decenas de millones de ejemplares.
El formato de los blogs ha cambiado con el tiempo, y cambiará todavía más, integrando vídeo y sonido con aún mayor facilidad: en 10 años quizá no reconoceremos de un vistazo a sus descendientes. Pero habrá páginas de carácter personal, escritas por individuos, con comunidades de lectores y la posibilidad real de que alguna de sus noticias, algún día, llegue a dominar la infosfera. La realidad es que los blogs son un camino sólo de ida.
El futuro está lleno de blogs
Primero fue la escritura, que permitía expandir el alcance de la voz a los que no estaban presentes; luego vino la imprenta, que extendió la escritura a millones de copias. Más tarde llegaron los medios electrónicos de comunicación, que multiplicaron todavía más el alcance y facilitaban el uso. Ahora internet nos ofrece la posibilidad real de que una persona publique su opinión particular para que el mundo entero la pueda leer.
Habrá quien lo pruebe y renuncie. Pero siempre habrá quien lo pruebe, y continúe haciéndolo. Además, siempre habrá nuevos blogs arrancando; más de los que mueran. La vanidad, el ansia de gloria, la necesidad de expresar la opinión propia, incluso (sí), la generosidad; todo eso garantiza que los blogs, o sus descendientes, forman parte del futuro.
Blogs y medios de comunicación
Hay quien piensa que son el único futuro; que los blogs terminarán por desplazar y eliminar a los medios de comunicación profesionales, que acabarán con la prensa, las radios y televisiones; que el futuro es un pandemonio de minúsculas voces compitiendo por hacerse oír con cada vez menos medios y mayor desesperación.
Una especie de coro griego de enanos incapaces de plantar cara a la manipulación, débiles, carentes de ética, dados a la histeria y las modas. Enfrentados a la incomprensible realidad de 70 millones de personas que llevan a cabo gratis en sus blogs la tarea de publicar diariamente que ellos conocen bien, muchos periodistas profesionales temen un futuro desprovisto de medios y amueblado con blogs. Por supuesto, exageran. Es el temor del aristócrata ante la revuelta campesina.
Las ventajas que han permitido a los medios tradicionales bajar la guardia han desaparecido. Sus triunfos son explotados por sus adversarios; sus errores son expuestos y diseccionados sin piedad. Los medios tradicionales ya no pueden refugiarse sólo en afirmar la profesionalidad; ahora tienen que demostrarla. Los medios que correrán peligro de desaparecer son aquellos cuyo producto no sea claramente mejor que el de un blog.
Los propios blogs necesitan de buena información profesional para existir. Los dos productos se complementan, cuando ambos se hacen teniendo en cuenta la existencia del otro. La sociedad ahora tiene voz
propia, y los medios de comunicación profesionales deben adaptar sus ofertas a esta realidad. Pasaron los tiempos en los que los periodistas profesionales eran los administradores de la libertad de expresión, los
que decidían cómo y de qué hablaba la sociedad.
Los medios profesionales que morirán serán los que se empeñen en seguir siendo como en el siglo XX, intermediarios privilegiados del poder, incluso parte del poder mismo.
La sociedad tiene una nueva forma de hablar consigo misma, de pensar en voz alta. Y no va a renunciar a ella. El paisaje de la información futura incluirá medios profesionales, probablemente más pequeños que los
actuales, multimedia, fuertemente interactivos e integrados en una amplia comunidad de lectores/participantes.
También incluirá descendientes de los blogs donde estos lectores/participantes añadirán, matizarán, complementarán o criticarán informaciones, relacionarán noticias y medios entre sí, dirigirán la atención del respetable, sacarán temas y hundirán otros. La transparencia social habrá aumentado en un grado, como la participación pública.
El control basado en el bloqueo de información será más difícil, como el trabajo de los periodistas profesionales, de los publicistas y de los políticos. Habrá más fragmentación de opiniones, de intereses, de gustos y querencias. La infosfera se parecerá más a la sociedad que la crea.
Y eso no puede ser en ningún caso malo.
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