'Velazquezmanía': para tanto sigue dando el pintor que hasta protagoniza un cómic

  • Tres obras coinciden en su publicación sobre el pintor sevillano.
  • Una de ellas, la más sorprendente e innovadora, es un cómic: 'Las Meninas', de Santiago García y Javier Olivares.
  • De la A la Z: un paseo por la vida y obra del "Pintor de pintores".
Viñeta del cómic 'Las Meninas' (Astiberri)
Viñeta del cómic 'Las Meninas' (Astiberri)
JAVIER OLIVARES Y SANTIAGO GARCÍA
Viñeta del cómic 'Las Meninas' (Astiberri)

Del Prado ha saltado su cuadro probablemente más popular al cómic: Las Meninas (Astiberri), de Santiago García y Javier Olivares. "Después de esta inteligente deconstrucción de la figura de Diego Velázquez, ya nunca volveremos a mirar del mismo modo su obra maestra Las Meninas", dice Paco Roca de la novela gráfica que ofrece la historia de una obra de arte y a su vez de cómo esa obra se transforma en un icono cultural.

El "Pintor de pintores" no sólo protagoniza un cómic, es también Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1669) inspiración de otras dos obras que se publican casi al tiempo que el cómic. Por una parte, la novela El esclavo de Velázquez (Suma), de Fernando Villaverde, que fabula la historia del morisco Juan de Pareja, al servicio de la familia Velázquez y también del pintor, que no sólo lo retrató en solitario sino que le condeció la libertad.

La otra obra que se ha publicado este año sobre el sevillano es Picasso frente a Velázquez, del ensayista y profesor universitario Rafael Llano, que como subtitula el libro se acerca a Las Meninas en blanco y negro (de Goya) y a Las Meninas en color (de Velázquez).

De la A la Z: un paseo por la vida y obra del pintor

Arrepentimiento. Así es como se conoce a las correcciones que los pintores hacían en sus obras: arrepentimientos. Cuando los hacían, la capa anterior quedaba totalmente cubierta y no se notaba, pero con el paso del tiempo acaba saliendo a la luz. Algunos de los arrepentimientos más conocidos son los de Velázquez, que de hecho corregía con frecuencia. En el retrato de Felipe VI a caballo se puede apreciar la rectificación en el perfil del rey y en las patas traseras del caballo.

Barroco. Fue Velázquez un pintor barroco, época cuyos mejores frutos se dieron pictóricos dio en torno a 1600, aunque el estilo continuó en el siglo XVII, y parte de comienzos del XVIII. El realismo, la variedad e intensidad de colores, la mezcla de fuertes luces y sombras caracterizan el período. A diferencia del Renacimiento, más afín a la armonía, el Barroco busca lo emocional, el dramatismo. Entre los más grandes pintores del período está sin duda Velázquez, pero también otros, como Caravaggio, Rembrandt, Rubens o Vermeer.

Criado. Curiosa, incluso puede que paradójica, fue la consideración del pintor en España y fuera de ella. Para muchos, en su país natal Velázquez era un simple criado del rey (por muy pintor de él que fuera), mientras que en Roma lo adoraban: pintó al Papa y varios cardenales. Al menos así lo cuenta el historiador Francisco Singul en La luz Dormida: "En España, no pasaba de ser un criado del rey. En su segundo viaje a Roma, fue muy celebrado. Llegó casi a ser oficiosamente el pintor de cámara del Papa. Pintó a los cardenales y al sumo pontífice".

Dos. Fueron dos las hijas de Velázquez, ambas nacidas de su matrimonio con Juana Pacheco, hija de su maestro. Francisco Pacheco, a quien pronto demostró su extraordianria capacidad para el dibujo y el color, no dudó en darle la mano de su hija Juana, que tenía 15 años, a su alumno de diecinueve. Su primera hija fue Francisca, nacida en 1619; y la segunda, Ignacia, bautizada en 1621.

Esquemático. Así era el estilo final de Velázquez: esquemático, rápido, abocetado. En el autorretrato que se hace a sí mismo en Las Meninas se puede apreciar de manera especial este estilo que marcó su última etapa.

Felipe IV. A los 24 años el sevillano se fue a Madrid como pintor del rey Felipe IV. Cuatro años después era ya pintor de cámara, el máximo cargo al que podían aspirar los pintores de la corte. A ello dedicó el resto de su vida. Pintaba retratos del rey y de su familia y también los cuadros que decoraban las casas reales. Su estancia en la corte le permitió acceder a la colección real de pintura, lo que unido a todo lo que aprendió en su primer viaje a Italia desembocó en ese estilo de pinceladas rápidas evidente obras como La rendición de Breda.

Góngora. Cuando se marchó el sevillano por primera vez a Madrid en 1622, con la intención (no lograda en esa ocasión) de pintar a los reyes, realizó para su maestro Pacheco el retrato del poeta Luis de Góngora y Argote , una obra muy copiada después y que tuvo mucho que ver con el aumento de su fama en Madrid como retratista.

Hilanderas. Es la otra gran obra maestra de la madurez del artista, Las Hilanderas (1658). La fábula de Aracne que es Las hilanderas muestra el mito de Aracne, una tejedora excepcional descrita por Ovidio en Las metamorfosis. La historia dice que la mortal desafió a la diosa Minerva para demostrar que tejía como una diosa. Empataron: el tapiz de Aracne era tan bueno como el de la diosa.

Infanta. Es precisamente la infanta Margarita María, hija de Felipe IV, la protagonista central del cuadro Las Meninas. El rostro de la niña está pintado de tal modo que resulta uno de los mejores ejemplos del extraordinario manejo de la luz del artista.

Jerónima. La madre así se llamaba y de ella tomaba el apellido: Velázquez, según la costumbre andaluza. Su padre en cambio era de origen portugués, apellidado Silva. Algún cuadro lo firmó también con Silva, pero la mayoría fueron con el materno. De hecho así es como ha pasado a la historia.

Kunsthistorisches. Es el nombre del museo de Viena con la mejor colección mundial de Rubens y su círculo, junto con la del Museo del Prado. Tiene varios retratos esenciales de Velázquez, que fueron enviados directamente por Felipe IV.

Las Meninas. "Es un abismo que no tiene fin, permite tantas visiones, es tan incomprensible, enigmático y singular... No hay ningún cuadro parecido a este en su época. Es curioso que algo tan heterodoxo y de vanguardia acabe siendo universalmente tan alabado. Nadie sabe qué pasaba por la cabeza de Velázquez ni quién era realmente. No dejó nada escrito",  dice Santiago García, autor del cómic Las Meninas junto con Javier Olivares.

Modesto. Aunque parte de la nobleza, el padre era notario eclesiástico, se consideraba el escalafón más bajo.  El abuelo era de extracción y trabajo aún más humilde, así que se puede hablar de un origen muy alejado de lo que quería el pintor. No se sabe demasiado de su carácter, salvo que era un hombre sereno y discreto, pero sí su deseo de formar parte de la clase más elevada.

Noble. Era una de sus máximas aspiraciones: formar parte de la nobleza, entrar en ella como caballero de la Orden de Santiago, un título casi imposible para un pintor. Pero él, que era un pintor más que excpecional, lo logró tal y como ansiaba.

Orden de Santiago. Era una de sus aspiraciones y con esa cruz, la de la Orden de Santiago, se autorretrató en Las Meninas.

Pintor de pintores. Así fue como lo calificó Manet, para quien el español era toda una referencia. Un calificativo que ha perdurado en el tiempo, y en el siglo XXI seguimos refiriéndonos a él como "Pintor de pintores".

Quién. La pregunta sobre quién es el mejor pintor de la historia ¿Velázquez o Goya? sigue levantando 'ampollas'. Dos genios entre los que difícilmente se puede elegir. Goya no dudó en recoger toda la influencia posible de su futuro competidor en el podio del mejor.

Rubens. Fue el veterano artista quien le  mostró a Velázquez que la pintura podía ser una auténtica industria de dinero. «La pintura es una industria. La industria del dinero. El dinero da nobleza. La nobleza convierte la industria en arte», le dijo el pintor. A lo que añade Santiago García: «Rubens era la factoría Disney de la época . Tenía un estudio con un montón de gente trabajando, era caballero, ganaba dinero, vivía bien y viajaba por toda Europa». Rubens fue, además de Tiziano, el que más influyó en la obra de Velázquez.

Siervo. Diego Velázquez pintó a su siervo Juan Pareja en 1650 y en solitario, algo bastante insólito. La historia de ese siervo de origen morisco ha dado material de sobra a Fernando Villaverde para su novela El esclavo de Velázquez.

Tenebrista. Fue en sus primeros años cuando desarrolló un estilo naturalista de iluminación tenebrista, influido por uno de sus referentes: Caravaggio.

Universal. Está considerado un maestro de la pintura a nivel universal, y en este caso ni es exageración ni tópico. Aunque, cosa demasiado habitual en el mundo de la creación, este reconocimiento se produjo tarde. Hasta 1850 no lo logró y fue entre 1880 y 1920 cuando se produjo llegó la gran elevación: los impresionistas franceses lo consideraron referente. En palabras de Manet «el más grande pintor que jamás ha existido».

Viñeta. Sorprendente aproximación al artista en la obra Las Meninas (Astiberri), donde la viñeta es la que nos acerca al pintor y a su gran y misteriosa obra, la que da título al cómic.

WarnkeVelázquez. Forma y reforma es obra de Martin Warnke, quien realiza un exhaustivo estudio de las diferentes etapas del pintor partiendo de una pregunta que trata de responder durante la obra: ¿cómo fue posible que un artista, que en su ciudad natal de Sevilla no tenía (según el autor) elevado reconocimiento, lograra entrar en la corte del rey Felipe IV y consiguiera mantenerse en ella?

X. Parece que cuando el propio Papa vio su retrato, una de las obras capitales de Velázquez, Retrato de Inocencio X, exclamó: "¡Demasiado verdadero!" Es innegable que Velázquez lo representó tal cual era, sin suavizar o dulcificar en modo alguno la imagen. De hecho, puede verse  la severidad de su gesto. El pontífice regaló al pintor en agradecimiento una medalla y una cadena de oro.

Yeso. Trajo el pintor de Italia algunos vaciados de yeso que durante bastante tiempo estuvieron en poder del rey. No obstante, al final, lograron los profesores de la Academia de San Fernando que les fueran cedidos para llevar a cabo una importante colección obras como el Hércules Farnese  y la Flora Farnese.

Zamora. Alcalá Zamora firma con Alfonso Pérez Sánchez una interesante obra dedicada a dos de los más grandes creadores de la historia: uno pintor; el otro, escritor. Se trata de: Velázquez y Calderón. Dos genios de Europa.

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