En las pinceladas y trazos de Francisco José de Goya y Lucientes (1746-1828) transpiran el carácter, los sentimientos y las ideas de un artista impulsivo y de humor inteligente, que convirtió el retrato de una España cambiante en un crisol de temas universales.

A la genialidad del aragonés como pintor, dibujante y grabador hay que sumar una visión crítica que iba de lo sutil a lo implacable. Incluso con un pie puesto en la corte, nunca se dejó engullir por el poder: permaneció atento al pueblo, a la injusticia y a la pobreza de un país socialmente todavía cercano a la Edad Media. Ese lenguaje no ha caducado, en el siglo XXI, la obra de Goya sigue sorprendiendo al espectador por su frescura y cercanía con el presente.

Con 170 obras, Goya: Order and Disorder (Goya: orden y desorden), en el Museo de Bellas Artes de Boston (MFA) a partir del 12 de octubre y hasta el 19 de enero, es la mayor retrospectiva estadounidense sobre el autor en los últimos 25 años. La pinacoteca destaca "la colaboración especial" del Museo del Prado, que presta 21 importantes trabajos, y menciona préstamos del Louvre, de la Galería de los Uffizi, del MET y de la Galería Nacional de Arte de Washington. De la colección permanente del MFA hay alrededor de 60 obras sobre papel, uno de los más importantes conjuntos de dibujos y grabados del maestro.

El siglo XVIII daba paso al mundo moderno y a Goya no se le escapaban los cambios políticos, sociales y culturales en el proceso. Para él posaron monarcas, nobles e intelectuales. Testigo de una época de revoluciones y transformación, también documentó el descontrol, la hambruna y la crueldad primaria del ser humano. El título de la exposición —Orden y desorden— hace referencia a este contraste entre prosperidad y caos.

El retrato del niño Manuel Osorio Manrique de Zuñiga (hijo del Conde de Altamira) o los del Duque de Alba y la 13ª Duquesa de Alba —exhibidos juntos por primera vez desde comienzos del siglo XIX— son algunos de los ejemplos que ilustran en la muestra la sensibilidad de Goya como retratista. En el cuadro de la Duquesa de Alba, la noble apunta con el dedo al suelo, donde se puede leer "Sólo Goya" escrito en la arena. La certeza de que únicamente él tenía el  talento requerido para realizar el encargo cambia el enfoque de la modelo al autor.

Promovida por Ramón Gil Casares, embajador de España en los EE UU, y con el patrocinio del Banco Santander, Goya: Order and Disorder, la exposición no queda en un repaso cronológico. Los organizadores optan por dividir el conjunto en ocho categorías con "temas significativos que capturaron la atención y la imaginación" del artista. Entre ellas está Goya Looks at Himself (Goya se mira a sí mismo), con autorretratos tan diferentes entre sí como El sueño de la razón produce monstruos —de la serie de los Caprichos—, Autorretrato pintando o La familia del Infante don Luis, en el que Goya se cuela en las 14 figuras del grupo que acompaña al hermano de Carlos III.

Life Studies (Estudios del natural) ejemplifica cómo el pintor creó alegorías de la vanidad y el paso del tiempo en obras maestas como El quitasol o El tiempo y las viejas. Capturing History (Capturando la Historia) presenta algunas de las obras más descarnadas en grabados de Los desastres de la guerra y el cuadro Fusilamiento en un campameno militar, que recuerda al posterior óleo de los fusilamientos del tres de mayo de 1808.

Other Worlds, Other States (Otros mundos, otros estados) examina las visiones, pesadillas y delirios, la borrosa frontera entre la cordura y la locura: una exploración decisiva en el nacimiento del Romanticismo y revivida mucho más tarde en corrientes pictóricas vanguardistas del siglo XX como el cubismo o el expresionismo.