Así, tal y como informa la edición digital de El Mundo, el 'New Zealand Herald' destapaba el pasado martes las primeras sospechas tras anunciar que uno de los equipos de esta edición había consultado a los jueces en relación a las posibilidades de reducir la deflexión de su quilla.

Lo que en castellano debería significar que alguien se está estrujando los sesos para descubrir la manera de ganar velocidad en su barco corrigiendo la flexión de la quilla durante la regata.

Es una cuestión de milímetros, centímetros como mucho, pero ese mínimo desplazamiento se traduciría en una ventaja enorme para cualquier barco, decisiva. Todas las miradas apuntan al Alinghi y, si es cierto, Suiza puede ir descorchando el Moët. Con un invento de estos, su barco sería un cohete. Las reglas de la Copa del América no permiten instalar ningún tipo de dispositivo para mover la quilla, ni por supuesto competir con las quillas basculantes que sí se usaban por ejemplo en la última Vuelta al Mundo.

Acusaciones de ilegalidad

Sin embargo, varios equipos sí estudian la posibilidad de unir de alguna manera la jarcia (los cables que sujetan el mástil del barco) a la quilla para que cuando se incline el velero, la presión de los cables provoque una ligera corrección de la flexión. Por lo visto, eso sí sería legal. O al menos es más que posible que exista una laguna en el reglamento. La investigación siempre va más rápido que las reglas.

La única conclusión de este 'sudoku' es que mientras el mar no se mueve, los despachos echan humo. New Zealand y BMW Oracle repiten que es "ilegal" y que bajo el mar sólo debe moverse lo que mueven las olas. Y Alinghi, mientras, se parte de la risa viendo cómo sus rivales más poderosos tiemblan ante lo que pueda descubrir el 'Defender' durante su larga espera. "Seríamos felices si continúa el rumor. Es una distracción para todos", ha reconocido Brad Butterworth, patrón y vicepresidente del Alinghi.