Claves de la 'operación Candy': así se detuvo al presunto pederasta de Ciudad Lineal

El presunto pederasta de Ciudad Lineal, Antonio Ángel O.M., en un gimnasio.
El presunto pederasta de Ciudad Lineal, Antonio Ángel O.M., en un gimnasio.
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El presunto pederasta de Ciudad Lineal, Antonio Ángel O.M., en un gimnasio.

Era meticuloso y se sentía seguro. Creía que era más listo que la Policía, pero al final cometió errores que han provocado su detención. No ha sido fácil. Seis meses de laboriosa investigación, donde se han investigado miles de coches, miles de llamadas telefónicas, miles de horas de grabaciones, miles de recetas médicas e, incluso, miles de ascensores. Todo ello para dar con Antonio Ángel O.M., un hombre de 42 años y con numerosos antecedentes policiales que ya había cumplido condena en los años 90, entre 1993 y 2000, por abusar de otra menor de seis años.

La Policía tuvo incluso que pedir ayuda al FBI para conseguir dar con el sospechoso. Entre las principales dificultades, estaba la nula relación previa del pederasta con sus víctimas, la amplia zona de actuación, sus conocimientos del entorno, el empleo de vehículos distintos bajo propiedad de terceros y las precauciones en el uso de las comunicaciones. "Podemos asegurar que las dificultades de la investigación no tienen precedentes en España", ha destacado el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz.

Así fue la 'operación Candy' que ha permitido la detención del pederasta de Ciudad Lineal, un delincuente que ha tenido aterrorizado a los padres de todo el noreste de la capital durante meses.

  • Cuatro números. Antonio actuó el 10 de abril. Por la mañana, intentó secuestrar a una menor sin éxito. Lo logró por la tarde y raptó a una menor española de ocho años. Cuando la soltó horas después, ya de madrugada, la pequeña pudo contar a la Policía que su agresor la tumbó en la parte posterior del coche y se fijó en un número de cuatro cifras en la ventanilla posterior. ¿Cuatro cifras? No era la matrícula. Los investigadores descubrieron que se trataba de un código de homologación que revela el grosor del cristal, en función de la capacidad de frenar los rayos ultravioletas. Solo una marca lo lleva: Toyota. La primera pista. La menor también se pudo fijar en una mancha en la cara del agresor, una especie de verruga, y el ascensor de piso donde abusó de ella, con un panel y unos colores determinados. La Policía sabía que se enfrentaba a un agresor en serie e investigó si había relación con casos anteriores de agresiones a menores.

  • El ADN en la ropa de la niña china. El 17 de junio secuestró a una menor de seis años, de nacionalidad china. Es la víctima que menos pistas pudo aportar. Pero cuando el pederasta la soltó horas después, la menor tenía el pelo aún mojado. La había bañado en un domicilio cercano, de eso no había dudas. Además, Antonio dejó un rastro de ADN en la prenda de la chica, un fallo. El ADN no sirvió para encontrarle, pero sí para descartar otros sospechosos. Cuando Antonio ingresó en prisión en 1993 por un delito de agresión sexual no existía la actual base de datos de ADN que usan hoy las Fuerzas de Seguridad, luego no había antecedentes con el que cotejar.

  • Toyotas y ascensores. Mientras se producen las dos primeras agresiones, la Policía busca entre un censo de 80.000 Toyotas y pide ayuda a la Empresa Municipal de la Vivienda para cotejar también, uno por uno, ascensores de un tipo determinado. Los agentes visitan discretamente miles de viviendas.

  • Llamadas telefónicas. Su último secuestro, cometido el 22 de agosto, fue clave para dar con él. Antonio se había devuelto descuidado e impulsivo. Ya lo había intentado de nuevo el 8 de agosto en Moratalaz, sin éxito. La víctima, una menor dominicana de once años, contó a los investigadores que su agresor hizo una llamada telefónica. Al parecer esa tarde salía del gimnasio y decidió ‘actuar’. No lo tenía preparado y no pudo llevar a la menor a un piso, como había hecho con las dos anteriores. Abusó de ella en el coche y la abandonó en un descampado. Ese detalle sirvió para cruzar las llamadas que se produjeron en la franja horaria del secuestro, en esa zona, y los dueños de un Toyota Yaris, ya que se había dado ya con el modelo de coche.

  • La pomada y un autobús de la EMT. Cometió más errores. Tras subir a la niña al coche, paró en una tienda a comprar una pomada. Dejó su huella en un bote. La cámara de un banco cercano pudo retratar parte del vehículo, pero no la matrícula. En su recorrido un autobús de la EMT que se cruzó con él le grabó. Además, la menor dominicana, igual que hizo la menor española secuestrada en abril, habló de la verruga en la cara. Ya había cambiado de coche, gracias a su trabajo. Ya no se movía en el Toyota, sino en un Citröen. El Toyota lo había puesto a la venta en Internet.

  • Control de alcoholemia. La Policía dio con él hace unas semanas. Lo había intentado de nuevo el 25 de agosto, en Coslada. No tuvo éxito. Para comprobar lo de la verruga, la Policía montó un falso control de alcoholemia para verle y comprobar lo de la verruga. Era él. Pero él sospechó y a los pocos días dejó Madrid camino de Santander.

  • Refugiado en casa de sus tíos. Llevaba ocultó en Santander, en casa de su tío Nacho y Gladys, dos semanas. Apenas salía, como mucho para fumar en la acera o ir a un bar cercano. La Policía ya le vigilaba. Fue detenido este miércoles a las 7.37 horas por los GEO cuando salía de casa para coger un Citroën Berlingo. 
  • Cinco presuntos secuestros. Se le atribuyen cinco secuestros de menores y tres tentativas. La Policía no ha ofrecido más detalles sobre estas actuaciones ya que, en al menos uno de los casos, la menor no contó lo sucedido a sus padres. Hasta ahora solo habían trascendido cuatro raptos y un intento: un secuestro ocurrido en noviembre de 2013; otro que data del 10 de abril de este año, cuando secuestró a una niña española de nueve años; otro del 17 de junio, con el rapto de una menor china de cinco años. El 22 de agosto perpetró su último secuestro, el de una niña española de origen dominicano y 11 años de edad. El mismo 10 de abril intentó secuestrar una niña japonesa. Los otros dos intentos datan del 17 de junio en Moratalaz y el 22 de agosto en Colslada.

  • Un "auténtico depredador". Fuentes policiales aseguran que se trata de un "auténtico depredador". Antonio Ángel, español de 42 años (aunque aparenta menos), separado y sin hijos, amante del culturismo y las artes marciales, violento, con múltiples antecedentes penales (violencia de género, secuestros, robos con violencia... incluso estuvo vinculado con el crimen organizado) y que ya había sido arrestado en los años 90 por agredir sexualmente a una menor. Por este delito estuvo siete años en la cárcel. Se dedicaba al cobro de morosos y a la compraventa de vehículos y tecnología. Los agentes aseguran que durante la detención se mostró "muy chulo". Hasta este viernes 26 de septiembre no pasará a disposición judicial.

  • Dónde cometió los delitos. Las agresiones las cometía en su vehículo, en descampados y en pisos. Se investiga también su relación con unos apartamentos turísticos en la calle Samaniego. Su radio de acción se circunscribía a Ciudad Lineal, Moratalaz, Hortaleza, Vicálvaro, San Blas y Coslada. Captaba a sus víctimas en parques infantiles, en zonas peatones y en calles cercanas a tiendas de golosinas.

  • Utilizaba varios vehículos. Gracias a su profesión, el presunto pederasta tenía acceso a distintos vehículos que además no estaban a su nombre, sino a los de la empresa en la que trabajaba. Pero los agentes localizaron en una web el Toyota que usó para algunos de sus secuestros. Lo había puesto a la venta.

  • No hubo imitadores. La preocupación ciudadana sobre estos casos en serie se vio agravada por la publicación de varios supuestos intentos de rapto, casos que los investigadores desvincularon del pederasta. Fuentes policiales aseguran que "nunca hubo un imitador, solo algunos intentos de secuestro por parte de pedófilos, los cuales son bastante habituales". La alarma social ha sido tal que hace unos días un grupo de vecinos de Valdebernardo agredió a un hombre creyendo que era el pederasta.
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