El arzobispo de Valencia arremete conta "el laicismo intolerante que se propugna desde el poder"

  • Monseñor Agustín García-Gasco considera que el "laicismo práctico" pretende desprestigiar a la Iglesia.
  • Educación para la ciudadanía, sostiene, debería llamarse "ateísmo científico", recordando a la Unión Soviética.
  • Su objetivo, escribe, es identificar a los cristianos como "fundamentalistas ignorantes".

El arzobispo de Valencia, monseñor Agustín García-Gasco, invita en su carta de esta semana, que titula 'Laicismo intolerante', a "desenmascarar y denunciar el 'laicismo práctico' mientras esté siendo propugnado desde el poder, por el bien real de las personas".

Según el prelado, el 'laicismo práctico', "como otras tantas ideologías falsas, está llamado a desaparecer porque ni hace justicia a la verdad ni a la libertad y dignidad de los seres humanos".

Para el arzobispo, el laicismo "pretende desprestigiar a la Iglesia para acelerar la implantación del relativismo moral como única mentalidad compatible con la democracia", asegura.

Según informó el Arzobispado en un comunicado, en su carta semanal, monseñor García-Gasco considera que los laicistas quieren configurar una sociedad enfrentada con los valores fundamentales de nuestra cultura.

"Sus objetivos son notorios: dejar sin raíces a instituciones fundamentales, como el matrimonio y la familia, diluir los fundamentos de la vida moral y situar a los cristianos en un mundo culturalmente extraño y hostil", manifiesta.

Laicismo mentiroso, agresivo e intolerante

Monseñor García-Gasco califica el "laicismo práctico de mentiroso, agresivo e intolerante" ya que en la actualidad, según lamenta el prelado, "todo vale para arrinconar al cristianismo: ridiculizarlo, manipularlo en los medios de comunicación social, anularlo o vaciarlo de contenido".

Por ello, según el arzobispo, "la pretensión de extender el ateísmo no se reduce a una discusión teórica" y, en este sentido, afirma que "existe un laicismo militante, que aspira a tener una clara incidencia en la vida diaria de las personas, tanto en los creyentes, como en los que han dejado de serlo".

"Cuando se quiere expulsar a Dios de la vida social, se crean ídolos, auténticos tiranos que impiden o dificultan que las personas alcancen su madurez y su plenitud", señala y apunta como idolatrías actuales "la adoración del dinero, de la fama, del poder, del placer, de la tecnología, a cuyo servicio se entregan personas y grupos sociales, incluso sin llegar a tener plena conciencia de ello".

En su opinión, el laicismo "busca que se identifique a los cristianos como 'fundamentalistas ignorantes", mediante la asociación del intelectual con el agnóstico, y "no soporta que se denuncie su inconsistencia moral, su adulteración radical del sentido del bien humano".

Ataca la Educación para la ciudadanía

Para conseguir sus fines, sostiene que "no duda en arremeter contra los derechos de los padres a que exista en la escuela pública un estudio libre de la religión católica, no duda en introducir con carácter obligatorio la 'Educación para la ciudadanía', que en realidad debería llamarse 'ateísmo científico' recordando las cátedras de adoctrinamiento marxista en la extinta Unión Soviética".

Igualmente, en su carta semanal el prelado asegura que el 'laicismo práctico' "está empeñado en negar la existencia de una ley natural, reconocida por las grandes culturas de la humanidad, que conecta con el primigenio razonamiento moral de las personas que buscan hacer el bien y evitar el mal, que está fundada en la recta razón, y cuyo conocimiento ha sido posible gracias al patrimonio espiritual y moral históricamente acumulado por las sociedades".

En este sentido, el arzobispo advierte de que "quienes rechazan la ley natural quieren vender, como una conquista de la libertad, que nos situemos más allá del bien y del mal, que despreciemos la voz de la conciencia, que desistamos de cultivar las virtudes que sostienen el verdadero bien humano y que ponen dique al mal personal y social".

Asimismo, el arzobispo de Valencia continúa que "ningún poder político puede violentar las conciencias para que se asuman como moralmente rectas acciones que son abiertamente contrarias a la ley natural, como la insólita definición de matrimonio con exclusión de la diferencia entre varón y mujer; el apoyo a la llamada 'ideología de género', que busca vaciar de contenido la masculinidad y la feminidad; la ley del divorcio exprés, que obscurece el sentido de la entrega personal en el matrimonio; la alarmante difusión del aborto; o la producción de seres humanos como material de investigación".

Según García-Gasco, la ley del aborto "se vendió" como una ley para tres supuestos excepcionales y "en realidad es un coladero que ha escandalizado a media Europa" y recuerda también que "nos dijeron que la ley del divorcio iba a acabar con los asesinatos entre cónyuges" y, por el contrario, "es un auténtico escándalo el creciente número de mujeres que cada año son asesinadas en España por sus parejas sentimentales".

El arzobispo indica que "una cosa es lo que dicen y otra lo que hacen", por ello, mientras el laicismo práctico "esté siendo propugnado desde el poder, la Iglesia no puede dejar de denunciarlo y desenmascararlo por el bien real de las personas".

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