Naufraga una embarcación en Indonesia con 25 turistas a bordo, entre ellos varios españoles

  • La embarcación transportaba a 25 personas y se hundió junto a la isla de Bima, cuando cubría el trayecto entre Lombok y Komodo.
  • Al parecer, el motor del barco se paró y el fuerte viento y la mar empujaron la nave sobre un arrecife.
  • Uno de los supervivientes españoles detalla que era "un barco de madera antiguo, sin seguridad, sin GPS, ni radio ni ningún instrumento de navegación".
Supervivientes del naufragio tras ser rescatados.
Supervivientes del naufragio tras ser rescatados.
EFE/EPA/STR
Supervivientes del naufragio tras ser rescatados.

Un grupo de pescadores de Indonesia ha rescatado este lunes a otros ocho turistas extranjeros y cinco miembros de la tripulación del barco hundido cuando cubría la ruta entre las islas de Lombok y Komodo, según ha informado la agencia estatal indonesia de noticias, Antara. La embarcación, en la que viajaban un total de 25 personas —20 turistas y cinco tripulantes— se hundió frente a las costas de Sangeang.

Tras el suceso fueron rescatados diez turistas, entre ellos dos españoles. En base a las informaciones publicadas por el diario indonesio The Jakarta Post, los turistas rescatados este lunes son de nacionalidad neerlandesa, italiana y alemana.

El director de la Agencia Nacional de Búsqueda y Rescate (Basarnas), Lalul Wahyu Efendi, ha afirmado que "dos personas siguen desaparecidas y los servicios de rescate siguen buscándoles".

La embarcación colisionó a las 13.00 horas del sábado (8.00 hora peninsular española) contra una barrera coralina y finalmente volcó a las 19.00 horas, ha explicado el coordinador de la Oficina de Búsqueda y Rescate de Bima, Sruyaman, en declaraciones a la agencia de noticias oficial china, Xinhua.

Bima está situada en la parte oriental de Sumbawa, isla ubicada entre Lombok (oeste) y Komodo (este), dos populares destinos turísticos de Indonesia. Cientos de personas fallecen cada año en el archipiélago indonesio en naufragios causados por temporales, infraestructuras precarias y el incumplimiento de las medidas de seguridad, como la sobrecarga de pasajeros y mercancías.

"Las 22 horas más horribles de mi vida"

"Han sido las 22 horas más horribles de mi vida", afirma el español Rafael Martínez, uno de los turistas que viajaban en el crucero. Martínez, periodista de la agencia Efe que se encontraba de vacaciones en la zona.

Martínez detalla que era "un barco de madera muy antiguo, sin ninguna seguridad, sin GPS, ni radio ni ningún instrumento de navegación" y ya el primer día "encalló en un arrecife de coral", aunque pudo continuar viaje gracias a la ayuda de "un segundo barco".

El incidente sucedió cuando solo llevaban seis horas de viaje y dejó cierta inquietud entre los 20 turistas, que dormían y tenían todas sus pertenencias en cubierta. "No sabíamos si el barco quedó dañado, porque todos escuchamos un golpe", explicó el español, quien detalló que el segundo día la situación empeoró "con olas de hasta tres metros" y la nave "se movía muchísimo".

"Iba rapidísimo y no seguía la línea de la costa. Estaba en mar abierto. Un chico francés y yo bajamos a hablar con la tripulación y nos dijeron que todo iba bien", relató. No obstante, reclamaron chalecos salvavidas, aunque en aquel momento aún no habían descubierto que algunos mantenían la cabeza fuera del agua y otros no.

Sobre las dos de la madrugada, el guía subió a cubierta y anunció que había un boquete, que entraba agua y había que abandonar el barco; y ante la ausencia de señal de telefonía móvil, a la tripulación se le ocurrió hacer dos fuegos como señal de socorro. Martínez dice que aquello "parecía de locos", porque en la popa también iba el combustible y entraba agua que se mezclaba con el carburante.

Botaron un pequeña embarcación salvavidas con espacio para cuatro personas, por lo que los demás, con los chalecos puestos, gafas de esnórquel y aletas, tenían que agarrarse a los costados como podían. "El agua no era muy fría, pero el viento era tremendo y estábamos congelados", dice Martínez.

Un grupo partió a nado a la isla

Transcurridos 10 o 15 minutos se dieron cuenta de que el barco no se había hundido del todo, que la popa sobresalía y que los cinco indonesios estaban encaramados en el mástil, así que optaron por salir del agua y subirse a la parte saliente. A las 10 de la mañana del sábado empezaron a barajar varias opciones: aguantar allí, intentar llegar todos hasta una isla volcánica desierta que se veía a unas cinco millas náuticas o enviar a los más fuertes en busca de ayuda.

Al final, el barco acabó de hundirse y decidió por ellos: un grupo de cinco personas se adelantó y partió a nado sobre el mediodía a la isla volcánica, a la que llegó cuando atardecía. Allí pernoctó. Según narró Martínez, a la mañana siguiente este grupo vio pasar un crucero de buceo que los rescató y trasladó a Bima. El resto se arremolinó alrededor del bote salvavidas, unos remando y otros tirando de él como podían, pero se dieron cuenta de que no podían avanzar.

Al mediodía de ese sábado, un segundo grupo, en el que iban Martínez y su compañera, dejaron atrás a los 15 desaparecidos en dirección a la isla. El periodista evoca que solo intentaba centrarse en los movimientos mecánicos para no pensar en el cansancio, las medusas y las olas que ocultaban a los compañeros y que, sobre las nueve y media de la noche, vieron dos luces a la derecha y empezaron a hacer señales hasta que unos pescadores los rescataron.

Estos los llevaron hasta Vega, un poblado costero donde, según Martínez, les atendieron "muy bien". Agotados, con insolación, deshidratados, con magulladuras y rozaduras, pero, según Martínez, vivos. "Lo hemos perdido todo, tengo lo que llevo puesto, unas sandalias, un pantalón y una camiseta", resume. Martínez y su pareja solo esperan que el trámite del salvoconducto necesario para regresar a España no les retenga en Indonesia días y días.

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