Las farolas impiden a los científicos ver las estrellas

La luz de Gran Vía y Constitución es 10 veces mayor que la recomendada. En el Observatorio de la Sierra cada vez se necesitan aparatos más potentes.
La imagen muestra el impacto lumínico de Granada y su área metropolitana. En el centro, el observatorio astrofísico de Sierra Nevada.
La imagen muestra el impacto lumínico de Granada y su área metropolitana. En el centro, el observatorio astrofísico de Sierra Nevada.
La imagen muestra el impacto lumínico de Granada y su área metropolitana. En el centro, el observatorio astrofísico de Sierra Nevada.
Las estrellas han dejado de lucir en el cielo granadino y su luz ha sido sustituida por la de las bombillas. Granada es una de las ciudades donde la contaminación lumínica es más preocupante al impedir a los científicos del Observatorio de Astrofísica de Sierra Nevada, uno de los más importantes de Europa, hacer su trabajo.«El cielo de Granada tiene cien veces más brillo que el que debería tener al natural», afirma José Luis Ortiz, miembro redactor de la normativa de contaminación lumínica de la Junta de Andalucía.

Para este astrofísico, «las luces que se están instalando en la ciudad son una barbaridad». Las farolas de Gran Vía y la avenida de la Constitución emiten diez veces más intensidad de la recomendada por los expertos.

El tener exceso de luz en las calles no es un capricho, según el experto, «la fauna y la flora se ven afectados, el cuerpo humano deja de segregar melatonina y eso puede causar cáncer, la claridad entra en las casas y la gente no descansa bien...»

Antinatural

Todo ello, sin contar con los problemas que crean a los científicos. «Ya no podemos utilizar aparatos de visibilidad normal, todo tiene que ser con infrarrojos», se queja David Galadí, astrónomo del Instituto de Astrofísica de Andalucía. «Estamos destrozando –añade Ortiz– un patrimonio precioso y convirtiendo el cielo nocturno en una especie en extinción».

La claridad que se alcanza en este paraje protegido de Sierra Nevada es tal que la luz zodiacal (formada por partículas de polvo del sol) ya no se ve.

La intensidad máxima recomendada por la comisión de contaminación lumínica andaluza es de 25 lux (unidad que mide la intensidad de la luz) y en Granada es diez veces mayor, lo que dificulta el trabajo de los expertos que se desplazan hasta la Sierra.

Las 22.743 bombillas que iluminan la ciudad han terminado con el cielo. «El 90% de la gente no ha visto la vía láctea», apostilla Ortiz.

El suelo funciona como un espejo

La contaminación lumínica se produce porque las bombillas de las farolas son demasiado potentes (como las de mercurio, que dan luz blanca) y el suelo funciona como un espejo que refleja la luz, o porque reparten la claridad en todas direcciones en vez de iluminar sólo la calzada, como los nuevos faroles de Gran Vía o los bombos redondos de algunas plazas.

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