Para este astrofísico, «las luces que se están instalando en la ciudad son una barbaridad». Las farolas de Gran Vía y la avenida de la Constitución emiten diez veces más intensidad de la recomendada por los expertos.
El tener exceso de luz en las calles no es un capricho, según el experto, «la fauna y la flora se ven afectados, el cuerpo humano deja de segregar melatonina y eso puede causar cáncer, la claridad entra en las casas y la gente no descansa bien...»
Antinatural
Todo ello, sin contar con los problemas que crean a los científicos. «Ya no podemos utilizar aparatos de visibilidad normal, todo tiene que ser con infrarrojos», se queja David Galadí, astrónomo del Instituto de Astrofísica de Andalucía. «Estamos destrozando –añade Ortiz– un patrimonio precioso y convirtiendo el cielo nocturno en una especie en extinción».
La claridad que se alcanza en este paraje protegido de Sierra Nevada es tal que la luz zodiacal (formada por partículas de polvo del sol) ya no se ve.
La intensidad máxima recomendada por la comisión de contaminación lumínica andaluza es de 25 lux (unidad que mide la intensidad de la luz) y en Granada es diez veces mayor, lo que dificulta el trabajo de los expertos que se desplazan hasta la Sierra.
Las 22.743 bombillas que iluminan la ciudad han terminado con el cielo. «El 90% de la gente no ha visto la vía láctea», apostilla Ortiz.
El suelo funciona como un espejo
La contaminación lumínica se produce porque las bombillas de las farolas son demasiado potentes (como las de mercurio, que dan luz blanca) y el suelo funciona como un espejo que refleja la luz, o porque reparten la claridad en todas direcciones en vez de iluminar sólo la calzada, como los nuevos faroles de Gran Vía o los bombos redondos de algunas plazas.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios