Alonso del Barco: la calle de los zombies

  • Esta calle de Arganzuela es punto de encuentro de vehículos que llevan drogadictos a Las Barranquillas.
  • Vecinos de Arganzuela se asocian para terminar con este fenómeno.
Varios drogadictos esperan una 'cunda' para ir a Las Barranquillas.
Varios drogadictos esperan una 'cunda' para ir a Las Barranquillas.
JORGE PARÍS
Varios drogadictos esperan una 'cunda' para ir a Las Barranquillas.

Los vecinos de la calle Alonso del Barco (Arganzuela) ven desfilar cada día a un millar de drogadictos. Su calle se ha convertido en el principal punto de salida de las cundas, los vehículos que trasladan a los toxicómanos en busca de droga desde el centro de la ciudad a los poblados de chabolas donde se vende, principalmente a Las Barranquillas.

Juanjo, portero de la finca más próxima a la parada de los taxis de la droga, ha tenido que echar a más de uno de su portal. «Están muy enfermos, terminales. A una la eché y vi que se había cagado en el portal», explica.

Los vecinos han mantenido varias reuniones con la concejal de Arganzuela, Eva Durán, quien les recomendó que se asociaran. Han seguido su consejo.

Cada cinco minutos

María Isabel, una vecina, y Santiago, dueño de un edificio, tramitan ya los estatutos de la Asociación de Afectados de la calle Alonso del Barco, que ellos llaman «la calle de los zombies».

Las cundas paran aquí cada cinco minutos, «unas doscientas al día», según los comerciantes. Les esperan –en grupos de cinco a diez– hombres y mujeres muy deteriorados físicamente y algunos con claros síntomas de estar con el mono. Cuando aparece la cunda, reconocible por los bajos embarrados, se montan y se marchan a toda velocidad.

Durán asegura que ella misma se pasea por allí, de vez en cuando, para ver la situación y que ha pedido más vigilancia. La Policía asevera que tiene un dispositivo en la zona, pero que los drogodependientes tienen libertad de movimientos. Añaden que esta calle es la que menos delitos sufre del distrito.

La vecina María Isabel sigue queriendo que los trasladen a otro lado. «Ya llevamos dos años y pico con ellos. Si los movieron de Neptuno, porque molestaban a los turistas, que los quiten de aquí, que molestan a las familias».

A 90 km por hora por una micra

Suda, tiembla y se acelera hablando al volante de su Opel verde. Kiko, madrileño de 41 años, presume de ser «el cundero más antiguo de Madrid». Lleva ocho años llevando a drogadictos como él a pillar. Hoy tiene «mucho mono».

Ha pasado la noche en comisaría y está «cabreado». Hay Policía en Alonso del Barco y le cuesta llenar su viaje. Con él va Richi, un toxicómano que pide «un bus gratuito» a los poblados. Kiko aprieta el acelerador. Circula a 90 km/h en plena Ronda de Valencia y no respeta los semáforos. La micra de caballo que le dará el gitano y los cinco euros por viajero le esperan.

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