Como hiciera el verano pasado, Mª del Prado Ampuero apuntó a su hijo Ezequiel, de 7 años y con síndrome de Down, al programa Abierto para Jugar que Alcalá de Henares organiza en periodo estival en varios centros escolares de la localidad. El Ayuntamiento reserva 12 plazas en julio (de las 1.000 totales) y 6 en agosto (de 500) para niños con necesidades especiales. Mª del Prado fue de las primeras en formalizar la matrícula. Pero, para su sorpresa, a dos días de comenzar el campamento le comunicaron, vía SMS, que Ezequiel no había sido admitido.
"Un portavoz de la empresa Servicios Profesionales Sociales —subcontratada por el Ayuntamiento para el campamento— me explicó que este año al no haber monitores especializados (son todos de ocio y tiempo libre) las plazas especiales solo podían ser ocupadas por niños que pudieran formar parte de un grupo regulado por un solo monitor y que por eso no se admitía a Ezequiel", cuenta Mª del Prado. "Al final la raíz es, como siempre, la falta de recursos", denuncia esta madre.
La organización del campamento incorporó este año la obligatoriedad de presentar un informe psicopedagógico de los menores con necesidades especiales. La madre de Ezequiel pidió dicha evaluación a la tutora de su hijo, del colegio Pablo Picasso. Según Mª del Prado el informe explica, en resumen, que Ezequiel es un niño "muy sociable, que a veces se enfada, siendo terco, pero no agresivo". "Vamos, que no incurre en ningún peligro. Yo nunca he recibido quejas", explica.
Educación inclusiva
Sin embargo, el Ayuntamiento de Alcalá de Henares se aferra a la valoración psicopedagógica de Ezequiel por parte de la empresa organizadora del campamento urbano para explicar su veto. "El programa Abierto para Jugar no es el adecuado para atender con plenas garantías a este menor, cuya discapacidad requiere que esté atendido en todo momento por una persona y le impide participar en, al menos, alguna actividad de las programadas para su grupo", dice el Consistorio en un comunicado enviado a 20minutos, que añade que "precisamente la participación (del menor en el mismo programa) el año pasado y los resultados avalan esta medida".
Mª del Prado, madre soltera, se ha visto en la tesitura de tener que buscar soluciones de urgencia para el cuidado veraniego de Ezequiel —contratando a una guardería privada y echando mano de familiares durante varias semanas consecutivas—. "Cuentas con este servicio para organizar tu vida y luego te lo deniegan", se lamenta. Pero, por encima de todo, opina que el gran perjudicado es su hijo. "Me había encantado la experiencia del año pasado. Ezequiel está escolarizado en un centro para alumnos con síndrome de Down y este programa era su única posibilidad de asistir a un centro normalizado, de forma inclusiva. Le hace mucha falta", insiste.
La concejalía de Educación de Alcalá, por su parte, resalta que Abierto para Jugar, que cuesta 28 euros a la semana y 25 euros más con comedor, cuenta con "plazas reservadas para escolares con necesidades especiales y no hay problema en incrementar el número, como de hecho ocurre este año. Pero lo fundamental es ofrecer una atención y un servicio óptimo a los participantes".
Mª del Prado ha solicitado que la empresa organizadora le de "por escrito" las razones de la no admisión de su hijo en el campamento urbano Abierto para Jugar de Alcalá, dispuesta como está a denunciar lo que considera una decisión discriminatoria.
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