Hace treinta años la veterana fotógrafa Herlinde Koelbl (1939), una de las documentalistas más prestigiosas de Alemania, hizo una foto casi por casualidad de un blanco de tiro en un campo de entrenamiento militar. Era un día helado de invierno y estaba trabajando en un reportaje sobre una unidad militar, de manera que la imagen del perfil de metal con forma humanoide que los soldados usaban para afinar la puntería permaneció entre el material sobrante que no fue utilizado.
"Pese a que sólo me interesó a mí, aquella foto quedó clavada en mi memoria como un símbolo de violencia y muerte", dice Koelbl en el catálogo de la exposición Targets, el término inglés para blancos o dianas de tiro, los objetos inanimados, frecuentemente troquelados y con forma de enemigo que los soldados utilizan para entrenarse y ser tan letales como ordenan sus mandos en la milicia. "Seis años después, retomé el tema de nuevo", apunta la documentalista, que ha pasado las últimas tres décadas recorriendo campamentos de entrenamiento bélico en los cinco continentes ("solamente Corea del Norte se negó a dejarme entrar").
"Diferencias culturales"
En la exposición, que se celebra en el Deutsches Historisches Museum (Museo Histórico de Alemania) de Berlín hasta el 5 de octubre, Koelbl intenta dilucidar las "diferencias culturales" que transmiten las dianas y cómo son percibidos los potenciales enemigos a través de los troqueles de latón, hierro, cartón o cualquier tipo de metal. La muestra contiene también vídeos grabados por la documentalista en campos de entrenamiento de, entre otros países, EE.UU., China, Rusia, Afganistán, Brasil, Etiopía, Noruega, Mongolia e Israel.
Las fotos, contempladas con la banda sonora del tableteo de las armas automáticas o semiautomáticas de los soldados mientras se ejercitan, dejan de ser meras imágenes de formas caprichosas, intencionadas o incluso grotescas, para adquirir un sentido pleno de violencia y muerte. Las fotografías muestran siluetas de tamaño humano reducidas a jirones de cartón, muñecos de plástico acribillados a balazos y placas de metal perforadas por las municiones, revelando las "diferentes técnicas y topografías de la guerra".
Expertos de Hollywood
Mientras los soldados de los EE UU practican asaltos casa por casa en ciudades de arquitectura árabe y proporciones reales construidas en zonas desérticas con la ayuda de expertos en decorados que también trabajan para la industria del cine de Hollywood, los militares japoneses prefieren hacerlo en escenografías de matiz casi surrealista, sin parecido alguno con el mundo real y los de Israel se mueven en "pueblos virtuales", cuenta la reportera, con forma de "gigantesco mar de casas" con agujeros en las paredes de cada una, como si antes hubiesen sido voladas para permitir a los escuadrones pasar de un edificio y evitar las callejuelas. Los militares sionistas son amigos de los detalles: han colocado nombres en árabe a las calles y también instalado carteles que señalan las sedes del Banco de Palestina o de una residencia para ancianos.
"La guerra ha cambiado", dice Koelb tras su periplo por estos campos de emulación de conflictos posibles o por llegar. "La nueva guerra, generalmente asimétrica, se libra en las aldeas y ciudades. Por eso, estos pueblos fantasma están surgiendo en todos los países. A veces están perfectamente equipados y otras sólo hay unas pocas casas sin techo, como en Mongolia", añade antes de citar el caso de un pueblo construido por el Ejército de Francia, "con plaza, tiendas, panadería y calles sinuosas que, sorprendentemente, tienen nombres alemanes como Berlinerstrasse o Universitätsstrasse, a pesar de que Francia y Alemania están en paz desde hace más de medio siglo".
Vacas 'amigas' entre guerrilleras enemigas
Entre las dianas militares llama la atención por su diseño casi hilarante el de las alemanas, que muestran a mujeres muy similares en aspecto a una posible caricatura de las viudas negras chechenas. Las guerrilleras levan en bandolera un arma de asalto y están desperdigadas por un prado en el que pacen figuras troqueladas de vacas, a las que los soldados deben evitar herir, dando lugar a una lectura bastante diáfana de lo que piensan los mandos sobre la comparación entre la vida de un ser humano distinto y una vaca amiga.
Los blanco más hiperrealistas son del Ejército de Israel: un palestino con el rosto cubierto por un pañuelo kuffiya retiene a un joven aseado (¡y sonriente!) para que los tiradores aprendar a colocar el disparo letal sin herir al muchacho de pantalones vaqueros y camiseta occidental. Otra diana muestra a otro plaestino con los cables de detonación de un artefacto explosivo.
Preguntas
Interesada en obtener respuesta a preguntas de calado, Koelbl entrevistó a algunos de los soldados: "¿Cómo piensan que será la guerra?, ¿qué experiencias van a traer a casa con ellos cuando regresen?, ¿tienen dudas y sentimientos de culpa?, ¿piensan en las matanzas en las que pueden intervenir y en que ellos mismos pueden ser asesinados?, ¿tienen miedo?".
Algunas de las respuestas, que pueden escucharse en el sistema de sonido de la exposición, son estremecedoras. "Suena horrible, pero hay que aprender a matar de forma automática para poder funcionar", dice un soldado de quien no se aporta la nacionalidad o el nombre, porque la autora no desea cometer el error del juicio previo. "Nunca me sentí culpable por matar a personas que merecen morir. A mis ojos merecen a morir porque son el enemigo. Estoy entrenado para pensar de esa manera", añade otro. "Cuando decidí a ser un soldado acepté matar y morir. Es parte del trabajo. La guerra es el juego de ajedrez de los políticos y nosotros somos los peones", dice un tercero.
"Los políticos envían a los soldados"
"¿Hay esperanza para un futuro sin guerra?", se pregunta como conclusión la fotógrafa. "Son los políticos quienes pueden conseguirlo al abordar cambios en favor de crear una mayor justicia social, teniendo a la democracia como principio rector y actuando para prevenir la intolerancia, el extremismo y la violencia. Son los políticos quienes envían soldados a la guerra".
La exposición coincide con la edición en libro de la serie de la fotógrafa alemana. También se titula Targets, está editado por Prestel y tiene un prólogo, titulado Making Peace (Construyendo la paz) firmado por Gerry Adams, presidente del Sinn Fein.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios