Joe Sacco: "Para cambiar la sociedad hay que salir en masa, pero la masa puede ser terrible"

  • El padre del cómic periodístico publica 'Srebrenica' y 'La gran guerra' en el arranque del Salón Internacional de Barcelona.
  • "La objetividad es imposible, por eso busco la honestidad y la verdad" señala.
  • "Hasta la fotografía es subjetiva" dice el autor de 'Palestina'.
Joe Sacco durante la entrevista con '20 Minutos'
Joe Sacco durante la entrevista con '20 Minutos'
JORGE PARÍS
Joe Sacco durante la entrevista con '20 Minutos'

Abandonada la búsqueda de la objetividad periodística (¿acaso imposible?), el periodista y dibujante Joe Sacco (Malta, 1960) apostó por la honestidad y el rigor, y así fue como creó una nueva manera de hacer periodismo y cómic.

Considerado el padre del cómic periodístico, logró una importante repercusión con Palestina, cómic en el que da fe de sus meses entre Gaza y Cisjordania y con el que ganó el American Book Awards. Con esta obra comenzaba un modo distinto de contar conflictos armados. La imparcialidad ya no era el fin, la honestidad y la verdad se situaban en su lugar.

Tras Palestina, llegaron Gorazde, sobre la guerra civil de Bosnia; El Mediador, acerca del conflicto de la antigua Yugoslavia; Chechen War, Chechen Woman, centrada en los refugiados chechenos; y Fotonotes in Gaza, el camino recorrido por el autor para saber qué ocurrió en 1956 en los campos de refugiados de Raffah.

Sacco no duda en retratarse en sus historias, y no es vanidad, es la manera de decir al lector: no es objetivo lo que te muestro, son mis ojos los que lo filtran. Desde ahí: todo el rigor y la honestidad posibles son sus metas.

Sus últimos títulos llegan justo coincidiendo con el Salón Internacional del Cómic de Barcelona (14 al 18 de mayo): La gran guerra (un 'mural' de siete metros sin texto y en el que el dibujante muestra la Batalla del Somme, y Srebrenica, un cómic digital interactivo.

Lo llaman padre del cómic periodístico, ¿de acuerdo con el bautizo?

Bueno, es un honor que lo digan. Yo no puedo decirlo. Ya en el siglo XIX había gente que viajaba y lo contaba. Yo me considero un dibujante de historietas, el peso periodístico es lo que prima. Cuando empecé hacía los cómics que yo quería leer. Muchos no me interesan, por ejemplo, los de superhéroes . El mundo interior estaba también en muchos cómics, pero no me interesaba mi propia persona. Quería contar algunas cosas que pasan en el mundo.

Honestidad y búsqueda de la verdad, pero siempre partiendo de la base de la imposibilidad de ser objetivo...

Es muy difícil ser objetivo, creo que es imposible. Un escritor elige las palabras, las historias que quiere contar y eso es una elección subjetiva. La fotografía también lo es: se elige el ángulo, el encuadre, la manera en que se saca algo... Un periodista tiene su bagaje, sus principios, sus prejuicios, eso es inevitable. Los periodistas quieren ser moscas pegadas a la pared, que lo ven todo y lo entienden todo, y eso no es cierto. Uno a está a merced de los acontecimientos, incluso del traductor y cómo te traduzca.

Habla de los prejuicios, ¿le han jugado alguna mala pasada?

Sí, claro. A menudo no somos ni consciente de nuestros prejuicios. En Gaza quería escribir un capítulo sobre la mujer, así que empecé a preguntar por qué llevaban velo. Me dijeron: ¿por qué todos los occidentales preguntan lo mismo? Era raro para mí, que había llegado allí con todos mis prejuicios de occidental. Quise mostrar también eso, cómo interfieren los prejuicios. En Bosnia me llevé una buena lección cuando conocí a los serbios. No me gustaba lo que hacían ni mucho de lo que me decían, pero también vi que había gente muy buena. Fui consciente de que los había demonizado.

¿Cree que se podrían mostrar estos asuntos de otra manera?

No lo sé, si fuera escritor... Lo que sé y digo es que dibujar es un acto subjetivo. Jamás voy a dar el enfoque de periodismo al estilo: no sentir nada. Es muy difícil sacar la emoción de un dibujo.

¿Es posible en realidad?

Los periodistas se esfuerzan mucho para que no interceda la emoción y es importante la distancia. Aunque a mí los periodistas que de verdad  me gustan son los que están comprometidos con algo y creen que hay que encontrar la verdad.  La diferencia está entre querer ser objetivo, que es imposible, y ser honesto.

¿Sería tan honesto de decirme si le gusta de verdad el cómic que acaba de publicar en fornato digital Srebrenica?, ¿o prefiere el papel?

Siempre prefiero las páginas impresas, pero seguramente se debe a mi edad. Estoy dispuesto a probar otras cosas y hacer este cómic digital era parte de ello. Ha sido muy difícil. Lo bueno es que puedo quizá llegar a otro tipo de público.

¿Repetiría?

Tendría que pensarlo... Me encanta la página impresa... Nadie te dice en el avión: apaga ese libro, por favor.

Su otra novedad es el pliego de siete metros 'La gran guerra', ¿necesitaba distanciarse?

Sí, y también quería ver cómo es el comportamiento humano en grupo, no tanto a nivel individual como en mis otros trabajos. Quería investigar sobre la respuesta colectiva de la gente.

¿Estaba cansado de 'mancharse' las botas en zonas de conflicto?

Sí, estaba cansado. El periodismo me había quemado un poco. Pero ya he descansado, quiero volver al periodismo. Es un privilegio poder hablar con la gente: desde un rey hasta un campesino.

Usted es más de campesinos, ¿no?

Prefiero a los campesinos, creo que la única función de los reyes es poner la cabeza bajo una guillotina.

Decía que quería investigar sobre el ser humano en grupo, ¿alguna conclusión?

No he llegado ni creo que llegue a una conclusión. Si uno quiere cambiar la sociedad hay que salir en masa a la calle, pero esa masa puede comportarse de un modo terrible. Cuando vi el movimiento de los Indignados me gustó mucho verlos en la calle, pero cuando veo un ejército ir hacia la guerra me siento descorazonado.

¿Volverá a zonas en guerra?

Preferiría evitar las zonas de conflicto. Necesito aprender cosas nuevas.

En la línea del decano Joe Sacco: Gliddem, Neufeld, Delisle...

Joe Sacco ha abierto con su periodismo en cómic o cómic periodístico un camino en cuyas filas ya militan otros autores. Sarah Gliddem es un ejemplo de continuidad de este tipo de periodismo. La estadounidense cuenta en La sala de espera sus vivencias y experiencias como corresponsal en Siria.

En Una judía americana perdida en Israel, el pilar se lo da a Gliddem el viaje que hizo a Israel. En él ha querido contar el conflicto palestino sin buscar la objetividad pero siendo honesta y rigurosa, un sello heredado de Sacco.

El francocanadiense Guy Delisle también tiene cabida en esta línea, él, igual que Sacco, también se retrata. De sus vivencias en Pyongyang, Birmania o  Schenzen nacen sus novelas gráficas. Entre ellas: Pyongyang o Crónica de Jerusalem.

John Neufeld también está en la senda abierta por Sacco. Ha llegado a ser candidato al Pulitzer (no lo ha logrado, así que Art Spiegelman sigue siendo el único por Maus en tenerlo) por la novela gráfica War is Boring. Los efectos del Katrina los mostró en A.D.: New Orleans After The Delong, cómic en el que cuenta sus tres semanas como voluntario en Mississipi.

Paco Roca es seguramente, junto a Miguel Brieva, quien en español hace el cómic más parecido al de Sacco. De Roca cabe destacar Los surcos del azar, recién publicada en francés, y en la que el autor relata un episodio de la historia olvidado y desconocido por la mayoría: los exiliados españoles que liberaron París de los nazis en agosto de 1944.

"No es igual, pero Brieva es el español más cercano a Sacco" dice la editora en España de Sacco, Mónica Carmona.  Su última novela gráfica es Memorias de la tierra en la que se acerca a la ecología inteligente.

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