Un estudiante de la Universidad de Sevilla recorre 1.700 km por el Ártico durante una semana

  • Miguel Ángel García-Magariño es estudiante de 5º de Ingeniería Aeronáutica y está preparando su proyecto de fin de carrera.
  • En el Ártico ha aprendido a construir un iglú, a pescar en un lago congelado y ha saboreado el estofado de reno.
  • Ha visto varias auroras boreales y el eclipse de luna del pasado 15 de abril.
Un estudiante de la Universidad de Sevilla trabaja en su proyecto de investigación bajo la influencia de una aurora boreal en el Ártico.
Un estudiante de la Universidad de Sevilla trabaja en su proyecto de investigación bajo la influencia de una aurora boreal en el Ártico.
MIGUEL ÁNGEL GARCÍA-MAGARIÑO
Un estudiante de la Universidad de Sevilla trabaja en su proyecto de investigación bajo la influencia de una aurora boreal en el Ártico.

¿A qué sabe el estofado de reno? ¿Cómo se construye un iglú? ¿Qué se siente cuando se mira una aurora boreal durante dos horas? Miguel Ángel García-Magariño, estudiante de 5º de Ingeniería Aeronáutica de la Universidad de Sevilla, tiene respuesta a todas estas preguntas. Ha pasado una semana en el Ártico como participante de la expedición universitaria Polar Raid, donde ha recorrido unos 1.700 kilómetros, la mayoría "con raquetas de nieve en los pies"; otros, "caminando sobre lagos congelados".

Pero, ¿cómo es esta zona inhóspita del planeta? "Impresionante, tiene unos paisajes lunares increíbles, blancos, inertes... te emocionan y te hacen sentir muy pequeño", cuenta Miguel a 20minutos. Junto a él han viajado personas de otras 15 universidades "muy interesantes y de las que he aprendido mucho". Entre ellos, una bióloga que ha sido Premio Príncipe de Asturias.

Miguel ha estado desarrollando una investigación para su proyecto de fin de carrera: cómo afecta la actividad electromagnética de las zonas polares a las señales que se reciben en la Tierra de los satélites. Para ello, ha utilizado un GPS, cedido por la empresa Leica Geosystems, cuyos datos cotejará con los que le ha facilitado la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) sobre la actividad electromagnética de los días en que Miguel ha estado allí.

"Existen estudios que indican que, efectivamente, los fenómenos electromagnéticos influyen. Pero, que yo sepa, no hay ninguna investigación sobre cuánto afectan", explica este estudiante. Fue él quien, precisamente, propuso a su universidad acudir a la expedicón para desarrollar esta investigación. "He aprendido cosas que no hubiera aprendido en Sevilla", señala.

Ganadería de renos, una forma de vida

Estos fenómenos electromagnéticos se acentúan cuando hay auroras boreales. "Ese cielo tan iluminado te deja maravillado. Nadie está preparado para ver algo así", dice.  Miguel relata que tuvieron suerte porque disfrutaron de "una noche buena de auroras". Una de ellas duró dos horas. "No dejé de mirar al cielo, tenía hasta tortícolis, pero era imposible dejar de mirar", continúa.

Además, su estancia en el Ártico coincidió con el eclipse de luna del pasado 15 de abril, lo que le permitió presenciar muy de cerca el primero de una rara tétrada de lunas rojas.

En el Ártico ha conocido también a los samis, ciudadanos de Laponia que viven fundamentralmente de la ganadería de renos. "Es muy sabroso, sabe como el cordero", apunta Miguel. También ha comido mucho arándano. "Allí no tienen fruta, excepto frutos rojos, que es lo único que les proporciona vitaminas", señala. Por ello, es habitual que todas las comidas vayan acompañadas de salsa de arándanos y de zumos de esta misma fruta.

El pueblo Sami "está muy conectado a sus raíces. Tienen unos cánticos propios que transmiten de padres a hijos y en los que hablan de sus vidas, de su pasado... A veces, incluso, ofrecen canciones a modo de regalo". Son, además, "gente muy amable".

Consejos de supervivencia

Esta experiencia, "única en la vida", le ha proporcionado a Miguel otros conocimientos que, casi con total seguridad, le serán de poca utilidad en Sevilla, pero de los que podrá echar mano en otros viajes de aventura. Y es que nada más llegar, la organización de la expedición les ofreció algunos consejos de superviviencia: cómo construir un iglú, cómo salir de un lago congelado en caso de que éste se raje y se caigan y cómo pescar en un lago helado haciendo un pequeño agujero.

Además, les dieron un kit básico con una manta térmica y palas para retirar la nieve. "Nos vinieron muy bien porque encallamos dos veces con el coche", añade. Y es que, "aunque tuvimos suerte porque fuimos en una época de más calor, con mínimas de solo 5 grados bajo cero", el paisaje en el Ártico es siempre de "mucho hielo y nieve".

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