La camisa masculina es tanto un básico en el armario femenino como una tendencia de rabiosa actualidad esta primavera. Los diseñadores reinterpretan sus códigos de las formas más insólitas.

El armario masculino ha causado fascinación a la mujer de toda la vida, siempre deseosa de romper los códigos y derribar las barreras que delimitan los géneros al vestir.

Son muchas las prendas genuinamente masculinas que los diseñadores han adaptado al armario femenino: Yves Saint Laurent lo hizo con el esmoquin en los años sesenta, y Coco Chanel con el pantalón en los años veinte. A Christian Dior le tocó revisar todos los códigos asociados a la camisa para convertirla en prenda femenina allá por los años cincuenta, cuando revolucionó la silueta de la mujer con el New Look.

Desde entonces el vestido camisero ha mantenido su estatus de clásico y prenda imprescindible en todo fondo de armario que se precie. Cada temporada estival es inevitable que las firmas internacionales se lancen a reinventarlo proponiendo toda clase de variantes creativas.

Esta primavera/verano diseñadores como Raf Simons, actualmente al frente de la maison Dior, opta por desestructurar el vestido camisero drapeándolo y dejando los hombros al aire; o la renacida firma Vionnet que reinventa el patronaje de esta pieza en popelín, dotándola de cierta angulosidad y sabor nipón.

Alexander Wang es el más literal al concepto camisero. Sus modelos lucen sobre la pasarela camisas pareadas con bóxers, en referencia a esas mujeres que dejan la cama tras hacer el amor cubriéndose solo con la camisa de su amante. También los accesorios de la temporada hacen un guiño a esta tendencia, convirtiendo cuellos y puños de camisa en motivos para joyería de vanguardia.

En realidad, es posible que una prenda con tanta personalidad como la camisa masculina necesite poca reinterpretación y que la forma más genuina de lucirla sea, simplemente, conjuntándola con unos vaqueros y un blazer, consiguiendo así un look chic y urbanita.