Los municipios catalanes están apostando cada vez más por la videovigilancia, ya que permite suplir la falta de suficientes policías en las calles y ayuda a resolver delitos ya cometidos y prevenir actos de vandalismo. El caso más paradigmático en Catalunya es el de los ayuntamientos de las comarcas de Girona, donde este año habrá un 50% más de cámaras en funcionamiento.

«No podemos poner un policía en cada esquina, pero la tecnología nos permite estar más en todas partes», destaca el secretario de la Associació de Caps de les Policies Locals de les Comarques Gironines, Ignasi López, quien remarca también que «estas cámaras tienen una función preventiva y ayudan a resolver delitos una vez que ya se han cometido».

Actualmente, hay 85 aparatos que controlan el tráfico y la seguridad en las calles de una docena de localidades gerundenses –49 cámaras de control de tráfico y 36 más para garantizar la seguridad ciudadana en zonas comerciales o residenciales– y la previsión es llegar a 130 este año, con una decena más de circulación y 35 de seguridad ciudadana.

La experiencia de los municipios catalanes está siendo positiva con las videocámaras. En Olot, los dos primeros meses del año no se registró ningún robo en el centro comercial después de la instalación de cuatro cámaras.

En la demarcación de Barcelona, Mataró ha sido uno de los ayuntamientos que han reaccionado ante un hecho delictivo. A principios de mes, anunció la instalación de una videocámara como respuesta al apuñalamiento mortal de un joven en el barrio de Cerdanyola. El Pla de Seguretat de este año prevé instalar otra cámara, posiblemente, en Rocafonda.

Para instalar cámaras de tráfico solo se requiere comunicarlo a la Comissió de Videovigilància de Catalunya, pero las de seguridad ciudadana necesitan de una justificación por delincuencia o vandalismo.

Entre los municipios que ya han anunciado más videovigilancia este año están Girona, Platja d’Aro, Santa Coloma de Farners, Banyoles, Blanes, Salt, Castelló d’Empúries, Figueres, Olot, Lloret de Mar, Castell-Platja d’Aro, Palamós, Santa Cristina d’Aro o la Bisbal d’Empordà.