'Chato', una de las víctimas de 'Billy el Niño': "Era un torturador compulsivo, disfrutaba con ello"

  • "En nuestro país se nos niega el derecho a la justicia; en 70 años no se ha respondido por ni uno solo de los delitos del franquismo".
  • La Audiencia Nacional celebra este jueves la vista de extradición del exinspector Antonio González Pacheco, alias 'Billy el Niño, a quien reclama la justicia argentina por torturas durante la dictadura.
  • La juez Servini reclama también por delitos similares al excapitán Jesús Muñecas.
  • "Sabemos que no los van a extraditar, pero habrá cientos de órdenes de búsqueda y detención como esta. Los criminales acabarán ante la justicia".
José María Galante, alias 'Chato', portavoz de la querella presentada en Argentina contra los crímenes del franquismo.
José María Galante, alias 'Chato', portavoz de la querella presentada en Argentina contra los crímenes del franquismo.
JORGE PARÍS
José María Galante, alias 'Chato', portavoz de la querella presentada en Argentina contra los crímenes del franquismo.

Con doce días de torturas sistemáticas en el cuerpo, pero la "dignidad intacta". Así abandonó en 1971 José María Galante, alias 'Chato', la siniestra Dirección General de Seguridad, sede de la Brigada Político Social en Madrid, como se llamaba entonces a la policía política del franquismo. Salió rumbo a la cárcel de Carabanchel acusado de asociación ilícita, propaganda ilegal e insultos a las fuerzas de orden público. No podia sentarse por los golpes en glúteos y genitales, orinaba sangre y casi no podía andar del dolor en las plantas de los pies. Tan mala pinta tenía que los detenidos que iban con él en el furgón policial se apartaban nada más verlo. "Supongo que sentían una mezcla de miedo y asco", explica.

Fue el resultado de haber pasado doce días de infierno en manos del entonces inspector Antonio González Pacheco, más conocido como Billy el Niño. "Yo tenía entonces 21 años. No fue ni mi primera ni mi última detención, pero sí fue la peor". Chato pertenecía a la Liga Comunista Revolucionaria y participaba en una concentración universitaria cuando fue arrestado. "Mi familia no sabía dónde estaba. Me abrieron la cabeza y me dieron golpes en todo el cuerpo. A veces estaba desnudo. Cuando no podía moverme me tenían como un fardo esposado a un radiador en un pasillo, y cuando pasaba un poli te volvían a golpear o te apagaban un cigarro en la cabeza".

"Pacheco era de los que más estaban presentes. Era un torturador compulsivo, disfrutaba y presumía de ello. Te miraba y te decía: 'He sido yo, Billy el Niño, el que te ha hecho estas cosas'. Le gustaba su apodo". En este punto Galante especula y señala que quizás fuese por su aspecto. "Era pequeñito y debilucho. No causaba mucha impresión, andaba todo el día con la pistola en la mano para dar miedo. Y tenía una mente muy retorcida".

Chato perdió la noción del tiempo. Estuvo doce días en las tripas de la Dirección General de Seguridad, pero él pensó que había pasado un mes o más. "Mi principal miedo era que pudieran conmigo, pero no pudieron. Querían que denunciara a gente y que diera pistas para encontrar una máquina de propaganda, pero no lo consiguieron. Salí de allí pensando que volvía a ser una persona, que es lo que me habían negado durante esos días. Iba sonriendo porque había pasado la prueba, con la dignidad íntegra", dice orgulloso.

Han pasado más de 40 años desde entonces y este jueves volverá a ver a su verdugo. Galante es hoy el portavoz de la querella presentada en Argentina contra los crímenes del franquismo, en virtud de la cual la juez María Servini reclama al exinspector Pacheco por 13 delitos de torturas contra detenidos. Para decidir sobre su extradición, la Audiencia Nacional celebra este jueves una vista, de la misma manera que el jueves pasado hizo lo propio sobre la extradición del capitán de la Guardia Civil Jesús Muñecas, también reclamado en Argentina por lo mismo.

Un proceso "sin marcha atrás"

En ambos casos la Fiscalía se ha mostrado en contra de la extradición, al considerar que los delitos de torturas de los que se le acusa han prescrito y que, en todo caso, serían los tribunales españoles los competentes para enjuiciarlos. Pero eso ya lo saben José María Galante y el resto de promotores de la querella, que no cuentan con que la Audiencia Nacional vaya a decidir extraditarles. De hecho, no esperan nada de la justicia española, pero sí se muestran completamente convencidos de que, al final, terminarán "poniendo a los criminales ante la justicia, y entonces se podrá reconstruir la verdad y garantizar la protección a las víctimas".

"Sabemos que el fiscal volverá a encubrir los crímenes de la dictadura y aconsejará que no haya extradición. Habla de delitos de lesiones, cuando sabe perfectamente que se trató de torturas sistemáticas. Al encubrir se están haciendo responsables de esos delitos", afirma Galante, que añade: "En nuestro país se nos niega el derecho a la justicia; hace más de 70 años que se les viene negando a todas las víctimas del franquismo. El de Argentina es hoy el único proceso judicial abierto, no se ha respondido por ni uno solo de los delitos. Se pasó de la dictadura a la democracia y los mismos jueces y la misma policía, los mismos que habían torturado, pasaron a formar parte del nuevo sistema. El propio Pacheco recibió una medalla al mérito policial en plena democracia".

Sin embargo, para él el proceso no tiene vuelta atrás. "Esto no va a acabar aquí. Nos hemos querellado contra una dictadura entera y esta es solo la primera, pero habrá cientos de órdenes de búsqueda y detención como esta, a gente que torturó, que mató, a empresarios que esclavizaron a personas, a gente que expolió bienes materiales e intelectuales... Esto no lo va a poder soportar la judicatura de este país. La realidad va a poder con todos los trucos judiciales y de trileros que vayan poniendo sucesivos jueces y fiscales".

"Así ocurrió en Argentina. Una vez abierto el primer proceso, vendrán todos los demás. Habrá más querellas y denuncias, más imputados, y seguirán apareciendo más criminales. Muchos está muertos, pero hay muchos vivos. No podrán seguir manteniendo la impunidad. La Justicia española no puede seguir apareciendo como encubridora sistemática de crímenes de lesa humanidad. Esto no ha hecho más que empezar".

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