Llega el 'slackline', o cómo el funambulismo se convierte en deporte extremo urbano

  • "Somos un deporte como el skate o el parkour", afirma David Sanz, uno de los precursores de esta disciplina en España.
  • Se coloca una cuerda de 5 centímetros a 1,10 metros del suelo entre dos árboles y se realizan trucos, saltos y combinaciones sobre ella.
  • Parques y playas son los lugares de entrenamiento de una disciplina que llegó a España hace tres años y que nació en los 80 en California.
David Sanz mantiene el equilibrio encima de la cuerda en una competicón de slackline.
David Sanz mantiene el equilibrio encima de la cuerda en una competicón de slackline.
GIBBON SLACKLINES
David Sanz mantiene el equilibrio encima de la cuerda en una competicón de slackline.

Al principio, cuando les veían practicar slackline, los viandantes pensaban que eran funambulistas de un circo que había llegado a la ciudad. Ya no. Este disciplina es el deporte extremo urbano de moda. "Somos un deporte como el skate o el parkour. Los funambulistas caminan sobre un cable rígido y no se mueve. Nuestra cuerda, de 5 centímetros, el slack, es elástica y se mueve arriba, abajo y a los lados", cuenta David Sanz, uno de los precursores de esta disciplina en España, que empezó a practicarlo en 2011.

La modalidad más habitual, y la más espectacular, es el trickline, en el que una cuerda se coloca a 1,10 metros del suelo entre dos árboles y se realizan trucos, saltos y combinaciones. Para practicarlo se necesitan, además de la cuerda, un ratchet -tensor de hierro-, un protector de árboles y el backup. "Este último es una cuerda que va del árbol al rachet y que evita que este salga disparado si la cuerda se rompe. También son muy importantes los protectores para preservar la corteza de los árboltes. Por seguridad, montamos todo en árboles que sabemos que aguantan. No nos queremos quedar sin nuestro lugar de entrenamiento y podría haber un accidente grave si los árboles o palmeras no resisten", comenta el rider, habitual de la playa de Vinaroz (Castellón).

Otras versiones son el waterline (sobre el agua), el longline (con una cuerda de 30 metros) o el highline (a alturas de más de 20 m)

El equilibrio, indispensable

En lo que, por supuesto, se parecen a los funambulistas es en que el equilibrio es esencial. "Sin equilibrio, olvídate, pero tanto de cuerpo como de mente. La concentración mental es fundamental para no caerte. Para aprender a jugar, que es como llamamos nosotros a hacer trucos, saltos y combinaciones sobre la cuerda, primero tienes que aprender a caminar. Cada uno tiene que ir a su ritmo y no hay edad mínima ni máxima. Mi niño de dos años y medio ya se sube a la cuerda, a un palmo de altura, cogido de mi mano, pero lo normal es que empiecen a los cinco. Y he hecho talleres con gente de más de 65", asegura Sanz, fundador del portal más importante en España dedicado a este deporte, slacklife.org.

Como en todo deporte extremo, se producen lesiones, sobre todo cuando empiezan a botar sobre la cuerda: "Por ahora, yo solo he sufrido un par de esguinces en los tobillos y se me han abierto las muñecas, pero he visto salirse y romperse codos y brazos. Cada uno arriesga lo que quiere. Sin embargo, no hay que hacer locuras y es necesario tener una buena base".

David recalca que, como a él le pasó, "cuando te subes por primera vez a la cuerda piensas que es imposible. Con el tiempo alcanzas un relax absoluto encima de ella. Yo hago meditación y es lo más parecido a la meditación que he encontrado. De hecho, existe una modalidad en la que se hace yoga".

Problemas con la 'poli'

Los riders practican el slackline en parques y playas, pero ya han tenido "problemas con la poli". "Y con la nueva Ley de Seguridad Ciudadana tendremos más. Seguro. Todavía no nos multan, pero sí nos echan de donde estamos", asegura David.

En España practican el slackline unas 1.000 personas, sobre todo en la Comunidad Valenciana, Madrid, Cataluña y País Vasco. "Aquí no tiene más de dos o tres años de vida, pero en algunos sitios como Brasil está pegando muy fuerte. Y, por supuesto, en EE UU".

David recuerda que "los orígenes se encuentran entre los escaladores, que empezaron a utlizar las cadenas de los parques para caminar por ellas. Más tarde, comenzaron a emplear las cuerdas que les sobraban de las expediciones". Fue hace más de 30 años, concretamente, a principios de los 80 en Yosemite (California).

Hoy en día, la Copa del Mundo de Slackline recorre Europa y EE UU. Entre los mejores están un buen puñado de españoles, destacando Ione Cansado (16º en el ranking mundial), Lluis Carbonell (18º) y Roberto Pérez (21º). "Yo soy de los más mayores del circuito. Tengo 34 años. La media de edad es de 22 a 25 años. Soy de los más elásticos, pero noto que veo más el riesgo que mis rivales: tengo una mujer y dos niños", reconoce el número 51 del mundo. Del 5 al 7 de diciembre, la competición recalará en Bilbao.

Centrado más en popularizar este deporte que en la competición, la insistencia de David Sanz ha logrado que al Ayuntamiento de Vinaroz financie un slackpoint o slackpark. "¡Es el primero de España! Ya hemos empezado a medir y esperamos que esté listo para el verano".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento