Astenia primaveral y anemia: por una salud “de hierro”

  • La astenia primaveral es sólo un cuadro de síntomas derivados de la adaptación del organismo a los cambios en las condiciones de temperatura y de luz.
  • No son necesarios suplementos vitamínicos: una alimentación saludable bastará.
  • Si se prolonga más allá de dos o tres semanas podría tratarse de una anemia.
Dolor y cansancio, síntomas de la astenia primaveral.
Dolor y cansancio, síntomas de la astenia primaveral.
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Dolor y cansancio, síntomas de la astenia primaveral.

Cansancio, dolores de cabeza o falta de ánimo son síntomas inespecíficos que pueden esconder una anemia por déficit de hierro que en fechas como estas también pueden estar asociados a los cambios de estación. Es el caso de la astenia primaveral.

El vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), Salvador Tranche, explica que la astenia no se considera una entidad clínica, es un cuadro de síntomas derivados de la adaptación del organismo a los cambios en las condiciones de temperatura y de luz y como tal algo natural.

Por tanto, no es necesario tomar ningún tipo de suplementos vitamínicos y únicamente dejar al cuerpo el tiempo que necesite para esta adaptación a las nuevas condiciones ambientales. Una alimentación saludable proporciona todos los nutrientes necesarios y el uso de suplementos sin prescripción puede llevar al organismo a una hipervitaminosis que sí complicaría nuestra salud general, apunta el facultativo.

Pero si esta situación en la que es común sentirse cansado, apático o incluso experimentar más dolores de cabeza de lo habitual, se prolonga más allá de dos o tres semanas, es importante –advierte Trache– acudir al médico porque podría tratarse de una anemia o incluso del inicio de una depresión o cuadro de ansiedad.

La anemia se detecta a través de un análisis de sangre en el que se toma como referente la concentración de hemoglobina en sangre y las características de los hematíes. El umbral de anemia se sitúa en menos de 12 gramos por decilitro (g/dl) de hemoglobina en sangre en hombres, menos de 13 g/dl en mujeres y menos de 11 g/dl durante el embarazo.

Anemia ferropénica, la más frecuente

Los síntomas más habituales son cansancio, palidez o dolor de cabeza; cuando la anemia es grave existen palpitaciones, fatiga y hasta trastornos neurológicos.

Hay varios tipos de anemia; la más frecuente en la población, entre el 2% y el 4%, es la anemia ferropénica cuyo origen está en la pérdida de sangre, lo que da lugar a un déficit de hierro. En las mujeres en edad reproductiva se debe en gran medida a menstruaciones abundantes y, a grandes rasgos, en hombres y mujeres en otro rango de edades se debe a sangrados digestivos, como en el intestino grueso y colon.

Si bien descubrir la existencia o no de una anemia es relativamente sencillo a través de una analítica, lo más importante es descubrir si ésta se debe a un sangrado interno e identificar su origen y causa para reparar los daños sean estos del tipo que sean. El problema está en que la anemia se mantenga asintomática ya que si los sangrados son pequeños el organismo se acostumbra y el mal 'no da la cara'.

Tranche señala que existen recomendaciones que apuntan a tomar durante una semana al mes suplementos de hierro (sulfato ferroso) y vigilar los niveles de hemoglobina. El médico apunta a la necesidad de mantenerlo entre 3 o 4 meses ya que la anemia suele dejar vacíos los depósitos de hierro del organismo y además de normalizar los niveles de hemoglobina en sangre hay que cerciorarse de que esos depósitos vuelvan a reconstituirse.

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