Luis García Montero: "Sospecho que mis hijos vivirán en un mundo peor que el mío"

  • El poeta publica nueva novela: 'Alguien dice tu nombre', un homenaje a los jóvenes que luchan por su futuro cuando les dicen que no den un paso adelante.
  • "No concibo la literatura y la creación sin un compromiso", dice el escritor.
  • Su crítica a la indiferencia es mayor "por resultar más injustificable" que a la maldad que puede habitar en el que manda.
Luis García Montero publica 'Alguien dice tu nombre'
Luis García Montero publica 'Alguien dice tu nombre'
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Luis García Montero publica 'Alguien dice tu nombre'

Poeta desde hace treinta y cinco años, catedrático de Literatura, Luis García Montero (Granada, 1958) es uno de los creadores más comprometidos de nuestro tiempo. Para él no hay fronteras entre su profesión (que es su vocación) y su vida, por eso sería imposible que escribiera desde la evasión sin más. Última prueba: su recién publicada novela Alguien dice tu nombre (Alfaguara), una mirada a la España de 1963 a través de un joven que despierta con ilusión, pese al gris panorama, a la vida, al amor y a la política.

Una invitación a la esperanza en esta novela: ¿algo así como que la suerte, por mala que sea, puede cambiar?

Sí, la novela que se se sitúa en 1963, en una ciudad de provincias que es gris refleja cómo en el afán de ilusión del protagonista la vida muestra su lado brillante y más digno, la posibilidad de cambiar. En esos años empieza la verdadera transición en España. Fue un cambio de una España subdesarrollada a una España instalada en el consumo y el capitalismo avanzado.

¿Y ahora?, ¿qué estamos viviendo?

Estamos viviendo otro cambio de época. Si en el 63 se está viviendo el cambio de un país subdesarrollado a uno instalado en el capitalismo avanzado, ahora vivimos otro cambio donde aparecen las cicatrices y precariedades de ese capitalismo avanzado que se hunde y acaba con nuestros derechos. Tengo la seria sospecha de que mis hijos vivirán en un mundo peor que el mío, con menos derechos.

Puede tener una explicación la maldad del que manda, pero la indiferencia del que obedece no: eso viene a decir usted en su libro,  ¿una definición de lo que pasa?

Mucha gente cierra los ojos porque cree que nada puede cambiar, por miedo y por cobardía, por no meterse en problemas. En el 63 había muchas razones para tener miedo.

¿Le parece que los estamos cerrando para conservar algo que ya hemos perdido?

Hay motivos objetivos para el miedo, la precariedad laboral es tan fuerte que si tú generas problemas pierdes el trabajo y nadie te ampara. Por eso hay que recordar épocas más duras en las que hubo quien dio un paso adelante. Este libro está dedicado a gente que sufrió muchas palizas en la cárcel durante mucho tiempo. Será bueno recordar que ha habido tiempos peores de los que se ha salido porque alguien ha dado un paso adelante. En este descrédito de no meterte en nada porque a nada le damos importancia es fundamental la pérdida de la capacidad de admiración. Aparece mucho lo malo y se nos enseña a no darnos cuenta de lo bueno, a estar indiferentes.

¿Admirar la valentía ahora sería implicarnos en algo que está penado?

Sí. Se repite lo que yo oía de niño: no te metas en eso que vas a ser un desgraciado.

¿Le recuerdan tanto aquellos tiempos a éstos?

Sí, en imponer una mentalidad donde reivindicar tu opinión puede ser un problema radical. En política la disidencia se está queriendo convertir en un problema casi de orden público. Mi personaje va aprendiendo a admirar, por eso su profesor le descubre que si la literatura es es lo que le gusta ése ha de ser su ámbito de compromiso.

Da usted una clase de literatura de contrabando en la novela..

Es que la Filología es más que poner una nota. También hay un compromiso. Igual que un periodista: tiene el compromiso de informar con rigor, libertad, sin someterse a las consignas. Reivindico ese concepto que parece trasnochado que es la vocación. Un maestro es alguien que te vacuna contra la tecnocracia. Esos tecnócratas que se creen que se trata de aplicar recetas de un oficio y que no se sienten involuicrados desde su oficio con la sociedad son una degradación de los oficios y lo contrario de un maestro.

Maestra es también la mujer de la que se enamora su personaje, casi veinte años mayor, ¿y un ejemplo de comienzo de cambio?

Esta mujer intenta abrir ámbitos de libertad, es el ejemplo de muchas mujeres que han ido conquistando libertades y derechos. En una sociedad donde no existe la libertad las apariencias engañan, la gente libre tiene que vivir en clandestinidad y la clandestinidad exige difraces representando lo que no se es.

¿Concibe el oficio del creador sin compromiso?

Lo concibo mal. Yo me eduqué con Lorca, luego vino Machado, hice mi tesis sobre Alberti. Por la historia y gente a la que admiro es inseparable la dimensión social de la literatura. Crear es mirar la realidad y ajustar cuentas con la realidad. Y lo separo de la derecha o la izquierda. Admiro mucho a Vargas Llosa o a Fernando Savater que desde hace años tienen un compromiso con el pensamiento conservador. Dicen lo que piensan y se ganan enemigos por ello. Son escritores admirables, admiro su compromiso. Si yo me comprometo con la izquierda, estoy haciendo algo parecido.

¿Existe una literatura solo de evasión?

Sí, pero esa literatura está también en la historia y juega su papel político. En esta sociedad uno de los fenómenos claves para entender lo que nos pasa ha sido el cambio de significado de cultura como educación y conciencia crítica a entretenimiento superficial. Es inseparable de buena parte de lo que está ocurriendo en una sociedad que pierde sus valores y entiende educación como acumulación de datos para trabajar más que como una formación con una conciencia personal. La telebasura y la literatura de evasión cumplen un papel político.

¿Tiene esperanza en las generaciones más jóvenes?

Sí, tuve la suerte siendo joven de al hacer mi tesis de Alberti acabar siendo amigos. Me dio una lección básica: tratar con respeto a los jóvenes. En este libro el entusiasmo del protagonista es una manera de hacer un homenaje a los jóvenes que quieren cambiar este destino y que van a encontrar respuesta, y ahí nos uniremos todos. Es mi homenaje a los jóvenes que están dispuestos a hacerse dueños de su propio futuro cuando les dicen que no de un paso adelante.

¿El paso más urgente?

Me duele el descrédito en la política. Veo mucha rebeldía, pero mucha se queda en la barra de un bar o en el asiento de un taxi, y no sirve sin cauce político. La rebeldía necesita un cauce que devuelva la política a los ciudadnos. Me gustaría que lo encontráramos entre todos y la juventud lo impusiera. Los mayores estamos muy viciados.

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