Madrid y Berlín redescubren al mismo tiempo a Wols, artista misterioso y de vida desgraciada

  • El Reina Sofía y el Martin-Gropius exponen simultáneamente dos muestras diferentes de un creador maldito, alcohólico, no clasificable y caótico.
  • Wols —tomó el apodo de un telegrama roto encontrado al azar— nació en Berlín en 1913 y murió en París 38 años más tarde tras comer carne en mal estado.
  • Alfred Otto Wolfgang Schulze, su verdadera identidad, escribió aforismos, pintó e hizo fotos, fue amigo de Sartre y estuvo preso en Francia.
Retrato de Wols a la actriz Nicole Bouban
Retrato de Wols a la actriz Nicole Bouban
Foto: Estel/Klut © VG Bild-Kunst, Bonn 2014
Retrato de Wols a la actriz Nicole Bouban

Desgraciado, maldito, caótico, alcohólico, vagabundo, indigente y, quizá a consecuencia de tanta mala fortuna, capaz de escribir aforismos anclados en la iluminación. Por ejemplo, este: "Cualquier cosa que se puede decir, todas las ideas, incluso las más insólitas, proceden de un gran incendio en el que se aniquilan y renacen". O este otro: "Ver es cerrar los ojos". O un tercero: "Quienes sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan a quienes están dormidos".

El paso por el mundo de Wols, seudónimo artístico del alemán Alfred Otto Wolfgang Schulze, fue tan fugaz —vivió algo más de 38 años, entre mayo de 1913 y septiembre de 1951— como radiante —pintó, hizo fotos, escribió, frecuentó la amistad de algunos de los más brillantes artistas y literatos de su tiempo— y calamitosa —incomprendido, preso en Francia, incapaz de adaptarse a nada y a nadie y, finalmente, muerto en circunstancias absurdas:  envenenado por comer carne en mal estado—. Dos museos, en Berlín y Madrid, reduscubren ahora al mismo tiempo a este glorioso perdedor.

"El cosmos y la calle"

No hay constancia de que las pinacotecas, ambas públicas y nacionales, estén de acuerdo, pero las dos exposiciones se solapan en el tiempo.Wols: el cosmos y la calle es el ligeramente pedante título de la muestra que puede verse en el Reina Sofía madrileño hasta el 26 de mayo. Wols Photograph: der gerettete Blick (Wols fotógrafo: la mirada cautelosa) es el más apropiado para el personaje de la retrospectiva, hasta el 22 de junio, del Martin-Gropius-Bau de Berlín.

Ambas exposiciones tienden al reconocimiento tardío de un creador no clasificable, un outsider que se movió cómo y por dónde quiso, buscando las instrucciones, como también estipuló en su bellísimo libro de 350 apuntes de navegación Les Aphorismes, "con los ojos cerrados", conocedor de toda obra de arte ha de ser "animada por lo anormal, la locura". Algunos analistas le colocan como pionero de la abstracción lírica que postulaba el dominio del color domina sobre la forma y de la emoción inmediata sobre la reflexión. Otros le sitúan en la órbita del tachismo, un nicho patentado por los académicos pora colocar a los expresionistas abstractos. También se le califica de informalista, acaso la más certera de las nomemclaturas, dada su abierta vaguedad y la reivindicación del arte otro (primero el signo y luego el sentido).

Fue taxista en España

Nacido en una próspera familia berlinesa —el padre era un alto funcionario que gustaba de practicar el mecenazgo artístico (era amigo del feroz y satírico Otto Dix)—, Wols creció con una cámara en las manos, estudió arte y quiso matricularse en la Bauhaus, pero uno de sus grandes capos y profesores, László Moholy Nagy, le recomendó que París era un destino más adecuado para sus habilidades. Se mudó a la capital francesa en 1932, pasando antes por Barcelona, Mallorca e Ibiza, donde trabajó en lo que pudo y fue, entre otros oficios, conductor de taxi.

En 1936, con la mediación de Fernand Léger, que le ayudó y apadrino en el trámite de un permiso de residencia en Francia, donde los alemanes eran vistos con recelo, logró establecerse finalmente en París, donde practicó con intensidad la fotografía con imágenes progresivamente más radicales —muñecas de porcelana abandonadas sobre charcos callejeros, la geometría de las aceras y los adoquines...—. También retrató a algunos de los muchos amigos que hizo entre los artistas de vanguardia de la ciudad, sobre todo los surrealistas y, entre ellos, Max Ernst, con quien intimó.

Preso por ser "extranjero enemigo"

El devenir de los tiempos jugó contra Wols —quien adoptó el apodo al elegir una palabra a medio componer de un trozo de un telegrama roto—. Desde el comienzo de la II Guerra Mundial estuvo preso como extranjero enemigo en varios campos de internamiento. Logró escapar y se volcó en el intento desesperado de emigrar a los EE UU, pero no lo consiguió y la decepción le llevó a una creciente dependencia del alcohol. Tras el final de la guerra, regresó a París, expuso sin éxito una serie de acuarelas que había empezado a pintar en el campo de prisioneros y se hizo amigo de Jean-Paul Sartre.

Tuvo más suerte a partir de 1947, cuando sus cuadros metafísicos y explosivos, que presentaba en cajas de luz iluminadas desde la parte posterior, despertaron interés. Recibió encargos para ilustrar con grabados libros de, entre otros, Kafka y Artaud, pero la posibilidad del éxito resultó bruscamente rota en agosto de 1951, cuando comió carne en mal estado, acudió a un hospital y le diagnosticaron en un fallo médico una apendicitis. Cuando empeoró y sintió la cercanía de la muerte pidió ser llevado a un hotel de lujo para fallecer.

"Postergado a un segundo plano"

Desde el Reina Sofía, que expone 90 obras de Wols entre pinturas, fotos y grabados, el artista "ha sido postergado a un segundo plano por otros nombres más sonoros para el gran público", pese a la "originalidad, brillantez e influencia posterior de su trabajo". Guy Brett, comisario de la exposición, destaca en el catálogo que el artista alemán creó en sus cuadros un "espacio incierto" que puede resumirse como "una visión de la energía universal que se expresa en fluidas construcciones de formas biológicas y orgánicas".

La muestra de Berlín, que presenta material inédito y nunca antes expuesto al público, reivindica la condición de Wols como "extraordinario fotógrafo", sobre todo cuando comenzó a sustituir los motivos figurativos por los abstractos. Una de las series más notables entre las que muestra el museo alemán es uno de los pocos encargos que Wols recibió como fotógrafo profesional: la documentación del Pabellón de la Elegancia en la Exposición Universal de 1937 en París.

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