Fotos y testimonios de niños y adolescentes en centros de detención estadounidenses

  • El fotógrafo Richard Ross pasó más de cinco años retratando y entrevistando a más de 1.000 menores presos en 200 centros de detención de 31 estados.
  • 'Juvenile In Justice' ('Menor en la justicia') revela la realidad del sistema penitenciario del país a la hora de procesar a niños y adolescentes.
  • En 22 estados (incluyendo Washington D.C) los niños pueden ser procesados y juzgados como adultos desde los siete años.
G.P., de 14 años, en un centro de un centro de detención del suroeste de Idaho (EE UU) en 2010
G.P., de 14 años, en un centro de un centro de detención del suroeste de Idaho (EE UU) en 2010
Richard Ross - Courtesy of the artist
G.P., de 14 años, en un centro de un centro de detención del suroeste de Idaho (EE UU) en 2010

G.P. tiene 14 años y está en un centro de detención de menores de Idaho (EE UU). El uniforme a rayas —una siniestra caricatura del atuendo de un preso— es el reglamentario en el estado del noroeste de los EE UU; en otros estados fue prohibido en los albores del siglo XX por considerarse "demasiado deshumanizante".

"Llevo aquí dos semanas. Creo que llaman a esto la sala de observación. Voy a clase por la mañana y luego vuelvo a mi cuarto. No me gusta leer y no hay televisión. Más o menos me siento aquí, como aquí... Ya sabes. Se suponía que tenía que ir a casa hoy, pero mi tía no ha venido". El joven preso dice que vive con ella porque "no puedo vivir con mi mamá y mi papá" y está acusado precisamente de agredirla. El director del centro declara que G.P tiene un pequeño grado de discapacidad cognitiva. Sentado con los hombros caídos, el niño declara que no sabe por qué su tía no va a verlo y especula con la idea de que "nunca está segura de cuales son los días de visita".

El fotógrafo estadounidense Richard Ross retrató y entrevistó durante más de cinco años a más de 1.000 menores presos en 200 centros de detención de menores de 31 estados diferentes. Llamó al proyecto Juvenile In Justice, un título que puede traducirse por Menor en la justicia, pero que juega con el término inglés injustice (injusticia).

Cadena perpetua sin libertad condicional

Tras editar un libro con una selección de unas 150 de estas imágenes, difunde ahora en una exposición itinerante la escalofriante realidad del sistema penitenciario estadounidense a la hora de procesar a niños y adolescentes: es el único país del mundo que condena a cadena perpetua sin libertad condicional a personas por delitos que cometieron cuando tenían menos de 18 años. En 22 estados (incluyendo Washington D.C) los niños pueden ser procesados y juzgados como adultos desde los siete años.

El Museo de Arte Ulrich de Wichita (EE UU) —que pertenece a la universidad de la ciudad de Wichita, la más grande del estado de Kansas— alberga ahora la colección de fotografías de Juvenile In Justice hasta el 13 de abril. Junto a las imágenes, Ross proporciona datos. En los EE UU hay 70.000 menores en correccionales o centros de detención. Aunque los arrestos por delitos violentos son ligeramente más elevados que en otros países, las detenciones y los encarcelamientos superan cinco veces en número a los de "su sucesor más cercano", Sudáfrica.

"Me metí en problemas hoy en el colegio"

En imágenes que mezclan el sentido estético con el documental y el social; Ross muestra a jóvenes hechos un ovillo, con la cara oculta tras el pelo o borrada a posteriori, con autolesiones cicatrizadas en los brazos, tumbados o sentados en el suelo mirando a la nada. Para las mentes más pragmáticas, el autor también apela al coste económico de castigar en lugar de proporcionar terapias de reinserción: "Una estancia típica en un centro de menores cuesta entre los 66.000 y los 88.000 dólares por un periodo de entre 9-12 meses. El coste en California es mucho más alto, de 252.000 dólares. Un programa de servicios comunitarios de la misma duración vale una media de 9.500 o menos.

A.W, de 16 años, está en un centro de detención de Biloxi (Mississipi) tras violar la libertad condicional: "No hay mucho que hacer aquí. Sobre todo escribo en la pared. Realmente no quiero hablar contigo". C.H., de 20 años, tenía 13 cuando —drogada— robó una casa con su novio: "Ahora soy jefa de una unidad femenina de bomberos que asiste a los vecinos en la limpieza de rastrojos, los aludes de barro y la extinción de incendios forestales".

R.T, de Reno (Nevada) tiene 10 años y ha pasado unas cuantas horas en un centro de detención acusado de "apuñalar a un compañero de clase" sin que esté demasiado claro si le clavó un lápiz, un tenedor o un cuchillo. Su madre tiene que recogerlo antes de que acabe el día: "Todavía está en el trabajo. Quiero irme a casa. Me metí en problemas hoy en el colegio".

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