Felisa Gudiña: "Perder a un hijo de 24 años en un atentado es un dolor muy fuerte"

  • Felisa recuerda a su hijo Óscar Gómez "alegre y amigo de sus amigos".
  • Óskitar, el lider de la pandilla que juró no olvidarle.
  • Algunos heridos y familiares de los fallecidos el 11-M hablan con '20minutos' diez años después del peor atentado terrorista ocurrido en territorio español.
Felisa y Felipe, con una foto de Óscar, en su habitación de casa, que guardan como un santuario.
Felisa y Felipe, con una foto de Óscar, en su habitación de casa, que guardan como un santuario.
JORGE PARÍS
Felisa y Felipe, con una foto de Óscar, en su habitación de casa, que guardan como un santuario.

Cada año por estas fechas el aplomo de Felisa flojea. Como la humedad afecta a los huesos, marzo le duele a la madre de Óscar Gómez Gudiña, el comercial cafetero de 24 años, la alegría de la pandilla, que murió al estallar las bombas de un tren en el andén de El Pozo. Ella fue la última en verle con vida, cuando le llevó en coche hasta la estación de tren para que así llegara a tiempo al trabajo.

"Indudablemente hay que seguir, porque el tren de la vida no para. ¿Qué vas a hacer? ¿Tirarte en marcha? No te queda más remedio que seguir, aunque perder a un hijo de 24 años en un atentado es un dolor muy fuerte" dice, como si cupiera la duda.

Felisa recuerda a su tercer hijo, Óscar, como el joven alegre que era, aficionado al fútbol, al motor, y el mejor amigo de sus amigos. La familia ha mantenido intacta su habitación, a modo de santuario. En sus paredes sigue expuesta su colección de pins, las copas y las medallas ganadas deportivamente, así como las entradas a los circuitos y rallies a los que asistió. "No hemos querido toca nada, está llena de sus cosas del suelo al techo. Ni pintarla, sigue tal cual".

De puertas para fuera, Felisa pide que perdure el recuerdo de que el 11 de marzo de 2004 perdieron la vida en los trenes de Madrid "personas inocentes con grandes ilusiones".

Felisa ha sido estos diez años el báculo de Felipe, su marido, que enfermó a la muerte de su hijo. Dice que saca las fuerzas gracias a la gran familia que atesora, formada por otros tres hijos, y ampliada por culpa del 11-M con los chavales que hacían pandilla con Óscar.

Tras el atentado los amigos de Óskitar, que así le llamaban, hicieron piña en el salón de la casa de Felisa y Felipe. "Venían a hacernos compañía cada tarde, y solo se iban a la hora de cenar", recuerda la madre. Continúan estando presentes cada aniversario, enviando un centro "grandísimo" al cementerio, e invitando a Felipe y Felisa a participar de los eventos importantes que marcan sus vidas: nacimientos, bodas...

Cada 11 de marzo, Felipe y Felisa acostumbran a ir juntos hasta la estación de El Pozo. "Ponemos su foto, una vela, y, si nos apetece, después nos vamos a Atocha. Salimos porque no queremos negar la realidad de lo que pasó".

Ya por la tarde, cuando el resto de sus hijos sale de trabajar, suelen bajar de nuevo a El Pozo al homenaje de la asociación de víctimas. Aunque últimamente no les gusta tanto, porque se habla demasiado de política. "Estamos todos los días con la guerra de la política, ese día lo deberíamos dejar al margen", pide Felisa.

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