«La txapela bilbaína es la más elegante del mundo»

Emilio Pirla es el último sombrerero de Bilbao. Es la cuarta generación tras el mostrador de la Sombrerería Gorostiaga, que cumple 150 años en la calle Víctor, 9.
BIO. No sale a la calle sin su sombrero. Tiene 44 años y aparece en la foto con Carpentier, el maniquí del escaparate.
BIO. No sale a la calle sin su sombrero. Tiene 44 años y aparece en la foto con Carpentier, el maniquí del escaparate.
BIO. No sale a la calle sin su sombrero. Tiene 44 años y aparece en la foto con Carpentier, el maniquí del escaparate.
Lo que cuesta hacer un sombrero, para que luego el artista lo tire al público...
Eso le digo yo a Fito (cantante de Fito & Fitipaldis). Aunque últimamente ya me cuida más las gorras.

Así que es de aquí de donde sale su famoso atuendo.

Le hago las gorras a medida y las compra de tres en tres. También vendo a Loquillo, Álex Angulo...

Pero lo suyo son txapelas...

Hombre, por cada 1.000 boinas hacemos un sombrero.

«Que somos de Bilbao, por eso llevamos la txapela a medio lao»...

Eso, eso. La txapela de Bilbao es la más elegante del mundo. Con gran vuelo. Cuando murió Franco se reivindicó el boinismo. Cada vez eran más grandes. Ahora no tanto.

¿Bilbao pierde su txapela?

La pierde. Antes todos llevaban sombrero. La norma decía: «Bajo techo, mujeres cubiertas, hombres descubiertos». Hoy, aún gusta ver en el Café Iruña una balda inclinada para dejar el sombrero.

¿Usted lo deja ahí?

Como siempre llevo uno, sí.

Familia sombrerera...

Soy la cuarta generación de la sombrerería. Fructuoso Gorostiaga abrió la tienda en 1857. Entonces, pidió al sombrerero de León, un pinche, que era mi bisabuelo. Desde 1920 la sombrerería Gorostiaga la regenta mi familia.

Y, ¿cómo sobrevive la sombrerería hoy día?

Hacemos txapelas, algún sombrero, tocados... y luego, sombreros de moda.

¿De moda?

Sí. Un sombrero de Pasión de Gavilanes, una gorra inglesa como la de Pulp Fiction...

Por cierto, hay un maniquí muy raro en el escaparate.

Ja, ja. Es Carpentier, campeón de boxeo en 1929. Lo trajo mi abuelo del Museo de Cera de París. Y apunte: Sus dientes son de verdad...

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