Los colectivos de inmigrantes hicieron del pasado domingo su jornada reivindicativa y de visibilidad para pedir, eminentemente «papeles, trabajo y dignidad para todos». Una petición repetida el pasado domingo con una multitudinaria concentración en Plaça Sant Jaume a las 18.00 horas y con un encierro y ayuno previos en las iglesias del Pi de Ciutat Vella, y de Sant Medir, en Sants, de 11.00 a 17.00 horas, en recuerdo de los encierros que tuvieron lugar en 2001.
En el 13 aniversario de los encierrios en las iglesias en 2001, con los que se consiguieron la regularización de la situación de las personas en huelga de hambre, las cosas han empeorado para muchos de los inmigrantes de entonces y de ahora.
Fruto de las necesidades actuales, el pasado domingo se exigió el desmantelamiento de los CIE, los centros de internamiento para extranjeros, así como una sanidad gratuíta y universal. Y se rechazó frontalmente la actual Ley de Extranjería.
Al lado de muchos de los que el pasado domingo se manifestaban continúan estando, como en 2001, entitadades como Papers per a Tothom, la AAVVdel Poblenou y la Federació d'Associacions de Veïns (FAVB).
"Pese a las dificultades agradecemos la acogida"
Nos citamos con Younouss (Senegal, 34 años) y Major (Índia, 35 años) delante de la iglesia del Sagrat Cor del Poblenou, una de las más de 10 donde en 2001 se vivieron días de encierro que culminaron con la regularización de los inmigrantes activistas. Uno de ellos fue Major. Es del Punjab (Índia)y lleva 15 años en España. Tiene la residencia pero no la nacionalidad –se la acaban de denegar– y lleva desde 2011 sin trabajo.
Una espiral en la que ha entrado sobre todo «desde la crisis». Tiene mujer e hijos en su país y lleva más de dos años sin verlos pero no renuncia a seguir en Barcelona, donde a pesar de las dificultades dice «sentirse a gusto y comprendido».No piensa en volver a casa. Le mueve la esperanza de conseguir la ciudadanía.
Younouss estuvo en las fábricas ocupadas de la calle Puigcerdà y ahora vive con dos primos suyos en Gràcia.Tampoco piensa en regresar a Senegal, a pesar de haber perdido su medio de subsistencia en la nave del Poblenou, la chatarra.También agradece la acogida de muchas personas. Yse queja de que la culpa de emigraciones como la suya la tienen «los gobernantes africanos, que lo permiten».
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