Compaginan programas, alternan canales, encadenan contratos y sacrifican días libres mientras corretean de plató en plató. Son los 'presentadores estrella', una especie formada por apenas una decena de nombres que, en plena crisis, acapara la mayor parte de los trabajos más sabrosos de la parrilla. Sus armas: el desparpajo, la experiencia y "el quitaojeras", confiesa Luján Argüelles, una pluriempleada acostumbrada a los dobletes televisivos y que, tras hacer de casamentera en Quién quiere casarse con mi madre, conduce Inteligencia Artificial y se prepara para retomar Un príncipe para Corina.
Las caras nuevas no parecen ser la primera opción para una televisión que exprime a quienes demuestran solvencia para sacar adelante realities, concursos, tertulias... o todo a la vez. Como ejemplo, el sempiterno Jorge Javier Vázquez al que, de la mano de Mediaset, es posible ver hasta en tres espacios, uno de ellos de emisión diaria y de más de cuatro horas de duración (Sálvame). Arturo Valls, Emma García o Jesús Vázquez son otros de esos rostros a los que es difícil perder la pista. Sus cadenas justifican su presencia casi constante en la pantalla con un argumento sencillo: si son los mejores, ¿por qué cambiarlos?
"Ofrecen versatilidad para desenvolverse en diferentes registros y formatos, y grandes dosis de empatía para conectar con las emociones y los intereses de los espectadores", opina el director de la División de Producción de Contenidos de Mediaset España, Leonardo Baltanás, que también subraya el buen hacer de Raquel Sánchez Silva, Mercedes Milá, Jordi González o Christian Gálvez.
Además, no hay por qué temer que los espectadores se cansen de verlos: los buenos datos de audiencia que suelen acompañar sus programas y los estudios de imagen les avalan.
¿Quiénes son?
Cinco preguntas a... Luján Argüelles
Sí. En la última temporada, no había terminado aún Quién quiere casarse con mi madre y ya estaba preparando Inteligencia Artificial.
¿Y cómo se lleva ese trajín?
Con mucho quitaojeras. Tanto que en el último Quién quiere casarse con mi hijo hicimos la broma de blanquearnos toda la cuenca del ojo. Lo llamábamos 'ojos panda'.
¿Qué es lo peor y lo mejor de su trabajo?
Lo peor es grabar las entradillas de Quién quiere casarse... Aunque el programa se hace en verano, las entradillas se ruedan en noviembre, en unos pueblos de sierra preciosos pero superfríos y, por lo general, sin abrigo. ¡Menudos resfriados! Lo que más me gusta son los concursos porque vas todos los días a un plató y al final este se convierte en tu casa. También me gustó el último Un príncipe para Corina porque me reí como la vida misma.
¿Alguna vez ha temido que la audiencia se canse de verla tanto en televisión?
No, porque no creo que vean el programa por verme a mí... En estos espacios no eres el protagonista, sino un elemento más. Tengo amigos de hace muchos años que no me cansan ¡espero que conmigo y la audiencia pase lo mismo!
Con tanto faena, ¿le quedan ganas de probar otros formatos?
Me gustaría hacer televisión en directo, el subidón de la inmediatez me apasiona. Pero nunca un informativo, ya no. Creo que la audiencia no me aceptaría en un programa de esas características y yo tampoco me veo. Soy muy expresiva, muy gesticulera... ¡sería ridículo!
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