Tamas Dezso retrata el lento pero inexorable deterioro de los restos del comunismo en Rumanía

  • Desde 2011 el fotoperiodista Tamas Dezso elabora "Notas para un epílogo", una serie documental sobre la presencia fantasmal de las cenizas de la dictadura.
  • La serie muestra también la "desintegración simultánea de la tradición espiritual y el patrimonio físico" y la pérdida de "tradiciones centenarias" en el país.
  • "Los  rumanos del campo están viviendo sus últimos días en evidente igualdad y cercanía con la naturaleza por la modernización imparable", alerta el fotógrafo.
Niño disfrazado de oso bailarín en un pueblo del este de Rumanía
Niño disfrazado de oso bailarín en un pueblo del este de Rumanía
© Tamas Dezso
Niño disfrazado de oso bailarín en un pueblo del este de Rumanía

Integrada con pleno derecho en la UE —la adhesión se concretó en 2007 pero hasta el comienzo de 2014 no se levantó la restricción a la libre circulación de trabajadores—, Rumanía mantiene un injusto halo de misterio en el resto del territorio comunitario. Con casi 22 millones de habitantes, (es la séptima nación más poblada de la eurozona) y muchos problemas estructurales y políticos, entre ellos un notable nivel de corrupción, el país sigue sufriendo de las ideas preconcebidas y los estigmas creados por la xenofobia.

El fotoperiodista húngaro Tamas Dezso (Budapest, 1978) está fascinado con la "atmósfera" de Rumanía y, sobre todo, con las zonas no urbanas del país, donde los habitantes mantienen un estilo de vida que ha cambiado poco con respecto al de hace medio siglo. Sin embargo, el fotógrafo alerta: "Los  rumanos del campo están viviendo sus últimos días en evidente igualdad y cercanía con la naturaleza por la modernización imparable".

La dictadura más dura de la zona

Desde 2011, Dezso elabora Notes for an Epilogue (Notas para un epílogo), una serie documental de largo alcance con la que desea dejar constancia de la "desintegración simultánea de la tradición espiritual y el patrimonio físico" y la pérdida de "tradiciones centenarias" en un país donde todavía son palpables, como restos fantasmales, los hitos industriales y arquitectónicos del régimen del déspota y sanguinario Nicolae Ceaușescu (1967-1989). El reportaje del fotógrafo húngaro muestra la extrañeza de la convivencia de los rumanos con el inexorable pero lentísimo deterioro del patrimonio comunista de la "dictadura más dura de la región".

Fotógrafo autodidacta —iba para ingeniero por "tradición familiar"—, Dezso ha elaborado un censo de paisajes y personas donde manda la sensibilidad. Junto con fotos de los grandes "bastiones de la industrialización forzada de la era comunista", abandonados a su suerte como "absurdos" esqueletos de saurios de un tiempo muy lejano, ha retratado a los rumanos que viven según los cánones de "una humildad heredada de generación en generación" y que a veces, "a la manera de las termitas" desvencijan de metales las factorías o pasan a su  lado como si no las viesen o no deseasen verlas.

La "habitación oscura"

El examen visual de Dezso contiene también fotos de objetos —una vieja pero dignísima silla de madera pintada en tonos azules— o de lugares inexplicables por su carga de terror, como una "habitación oscura" —paradójicamente pintada de blanco— con un par de grilletes clavados en el suelo. "Quiero examinar en paralelo el paisaje y las historias personales, ver como la humanidad Al capturar el ambiente todavía grabable estoy examinando el paralelo de una tendencia general y de historias personales : como la humanidad resiste condensada en símbolos que están llamados a desaparecer", dice el fotógrafo en una entrevista con 20minutos.es.

¿Cómo y cuándo comenzó su fascinación por Rumania?

La primera vez que trabajé en Rumania fue por encargo de una revista en 2000. Ya entonces encontré el muy interesante proceso de transformación democrática tras el fin del comunismo. Había un ambiente místico, las personas eran muy abiertas y sus vidas me parecieron extraordinarias . Dio la casualidad de que yo había estado fotografiando el período de transición en paralelo en Hungría y prometía ser interesante hacer un trabajo en la vecina Rumanía...

¿Que le atrae de los restos del comunismo?

Aunque el régimen comunista fue barrido por la revolución de 1989, sus efectos todavía permanecen en la vida cotidiana. Me refiero tanto a los edificios aún en pie y los restos de las fábricas, pero también al legado intelectual. Los edificios pueden ser absurdos, pero las personas saben por qué fueron levantados...

¿Cuáles son sus sentimientos sobre de la desintegración del paisaje y las estructuras comunistas?

La modernización ha producido cambios rápidos e irreversibles, lo que hace que mi responsabilidad como documentalista sea aún mayor.

Rumania es uno de los países más pobres de la UE. ¿Cree que la situación va a mejor o, al contrario, a peor?

Creo que en Rumanía se dará una transición hacia un país europeo moderno, pero será muy poco a poco.

¿Por qué le preocupa tanto el futuro incierto de los campesinos?

Las personas que viven en el campo rumano son una parte orgánica del paisaje, viven en armonía con la tierra cultivada y se relacionan con ella y los animales con la misma humildad que sus antepasados. Este tipo de relación estrecha sólo nos parece romántica a los habitantes de ciudades. No hay nada de romanticismo en ella, es el resultado de las antiguas tradiciones, es la cosa más natural del mundo. Temo que este tipo de vida sea barrido por la modernización y el progreso.

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