Revuelta imparable y oposición inflexible: Yanukovich no puede con sus viejos 'fantasmas'

Un edificio esconde la salida del sol en la Plaza de la Independencia de Kiev (Ucrania) tras una semana llena de violentas protestas.
Un edificio esconde la salida del sol en la Plaza de la Independencia de Kiev (Ucrania) tras una semana llena de violentas protestas.
EFE
Un edificio esconde la salida del sol en la Plaza de la Independencia de Kiev (Ucrania) tras una semana llena de violentas protestas.

Las protestas perdían fuerza y sus líderes autoridad entre sus partidarios, pero la decisión del presidente ucraniano, Victor Yanukovich, de promulgar leyes que coartaban las libertades fundamentales insufló nuevo aire a la oposición, cuyas protestas se han recrudecido, lo que (sumado a una cruda represión policial) ha provocado que el presidente haya dado un paso atrás, prometiendo modificar dichas leyes y una reforma de su Gobierno (este viernes), ofreciendo el puesto de primer ministro y viceprimer ministro a líderes de la oposición, reformar la Constitución y amnistiar a los presos de Kiev (este sábado).

La oposición ha rechazado las ofertas del presidente asegurando que quieren eleccones anticipadas y la calle ha prometido que seguirán las protestas. Sucede, además, que muchos manifestantes se han mostrado críticos con la clase política en general lo que hace que aparezcan dos bandos difíciles de contener frente a la presidencia ucraniana.

Este sábado, además, íder de la Alianza Democrática Ucraniana por la Reforma (UDAR) y campeón del mundo de boxeo Vitali Klitschko, ha asegurado que Yanukovich ha rechazado derogar a ley que restringe el derecho de manifestación.

Subestimó a la calle

"Posiblemente, las autoridades tuvieron la impresión de que el momento más crítico de las protestas ya había pasado. (La protesta en) El 'maidán' (plaza) seguía, pero cada vez había menos gente", aseguraba esta semana Gueorgui Chizhov, jefe del Centro de Tecnologías Políticas de Ucrania.

Las barricadas se tornaron más altas y los manifestantes se radicalizaron hasta el extremo de que dijeron dispuestos a resistir hasta el final, aún a sabiendas de que los desórdenes de los últimos días le han costado la vida a varias personas.

Los manifestantes se hicieron con el control del corazón de la capital, desde la legendaria avenida Kreschatik hasta el estadio del Dinamo de Kiev, territorio que estuvo vedado para las autoridades y la policía.

Dio la espalda a Europa y aprobó leyes 'dictatoriales'

Yanukovich logró incluso poner de acuerdo a tres líderes opositores tan heterogéneos como un boxeador, un ultranacionalista y un político sin carisma, justo cuando los manifestantes les habían dado la espalda.

Pocos recuerdan que el detonante de las protestas antigubernamentales fue la negativa de Yanukovich a firmar un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea y su decisión de apostar por el restablecimiento de las relaciones económicas con Rusia.

En un visto y no visto, Yanukovich tomó la senda de Bielorrusia, considerada la ultima dictadura de Europa, por el poder omnímodo de su presidente, Alexandr Lukashenko, y del KGB, y la persecución implacable de toda sombra de disidencia.

"Está claro que Yanukovich está creando una dictadura en la que la justicia y el Parlamento están al servicio del Estado", aseguró esta semana Yevguenia Timoshenko, hija de la encarcelada ex primera ministra ucraniana.

Normas que recuerdan a las promulgadas por Rusia

El líder ucraniano también ha aplicado la receta que utilizó con mucho más éxito el presidente ruso, Vladimir Putin, tras las mayores protestas desde la caída de la Unión Soviética: endurecer las leyes sobre derechos cívicos.

Las leyes 'dictatoriales' aprobadas el 16 de enero y que entraron en vigor esta misma semana, coincidiendo con el estallido de los desórdenes masivos, abarcan todos los aspectos de los derechos fundamentales, desde la libertad de expresión a la de reunión y asociación.

Ocupar o bloquear la propiedad municipal, como es el caso de los manifestantes que tomaron el Ayuntamiento de Kiev y la sede de los sindicatos en noviembre pasado, acarrea una pena de hasta 5 años de prisión.

En una ley similar a la adoptada en Rusia tras los disturbios de mayo de 2012, aquellos que ataquen a un miembro de las fuerzas de seguridad pueden ser condenados a 12 años de cárcel.

Estas nuevas leyes ucranianas también prohiben montar tiendas de campaña en las ciudades e instalar altavoces para mítines políticos sin autorización previa, bajo pena de arresto administrativo de hasta 15 días. Y queda terminantemente prohibido llevar cascos o máscaras, como es el caso de la mayoría de manifestantes que se enfrentan a los temidos Berkut (destacamento especial antidisturbios), de lo contrario el infractor tendrá que pasarse 10 días entre rejas.

En vez de arredrarse, los manifestantes respondieron a las leyes montando más tiendas, repartiendo cascos y máscaras por doquier entre adultos, jóvenes y adolescentes, en un claro ejemplo de desobediencia civil.

Contra manifestantes, periodistas, ONGs

En virtud del nuevo código penal, los periodistas se arriesgaban esta semana a ser condenados a dos años de cárcel si son considerados culpables de difamación a un responsable de la policía o de la justicia o si con sus revelaciones ponen en peligro la seguridad de un funcionario.

El Parlamento también permite con ellas al Gobierno restringir el acceso a ciertos medios electrónicos ucranianos o extranjeros si consideran que su contenido viola la legislación vigente.

Como ocurriera con la vecina Rusia, las organizaciones no gubernamentales son obligadas a registrarse como agentes extranjeros, noción heredada de tiempos soviéticos y que está vinculada estrechamente con el espionaje, si reciben financiación del exterior.

En otra medida legal destinada a frenar el movimiento de protesta, queda prohibido formar caravanas de más de cinco coches sin permiso del Ministerio del Interior, bajo pena de 2 años de cárcel.

La reacción de la comunidad internacional no se ha hecho esperar y la canciller alemana, Angela Merkel, expresó esta semana su "indignación" por el recorte de las libertades cívicas en Ucrania.

Un error de cálculo similar le costó a Yanukovich, hace casi diez años, en la Revolución Naranja, la presidencia y el ostracismo político, aunque regresó cual ave fénix para derrotar a Timoshenko en las elecciones presidenciales de 2010.

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