'La Toy Story real': devuelve a China 20.000 juguetes baratos desechados en los EE UU

  • El fotógrafo Michael Wolf recogió los juguetes plásticos en California, los envió a China, donde habían sido fabricados, y los convirtió en una instalación artística.
  • La masa de muñecas y figuras de las paredes está interrumpida por fotos de los empleados de las fábricas que sacian el "hambre" de juguetes de Occidente.
  • Todo empezó como un juego con su hijo pequeño, cuya habitación quería decorar con los objetos de juego encontrados en mercadillos.
El "océano" de juguetes chinos desechados en los EE UU, interrumpido por las fotos de los empleados de las factorías donde se fabrican
El "océano" de juguetes chinos desechados en los EE UU, interrumpido por las fotos de los empleados de las factorías donde se fabrican
© Michael Wolf - photomichaelwolf.com
El "océano" de juguetes chinos desechados en los EE UU, interrumpido por las fotos de los empleados de las factorías donde se fabrican

La industria del juguete hecho en China es de dimensiones colosales: las ventas rozaron en 2013 los 100.000 millones de euros, casi un cinco por ciento más que en 2012, y en algunos mercados de consumo como el de los EE UU, el más voraz del mundo (casi el 30% de las ventas globales), tres de cada cuatro juguetes son de manufactura china. El sector es de tal envergadura en el país asiático que da empleo a 1,4 millones de personas, con una media de 200 nuevas factorías abiertas cada año durante la última década.

El fotógrafo Michael Wolf, nacido en Alemania pero criado en los EE UU, ha devuelto a China 20.000 juguetes desechados y abandonados por sus dueños originales. Los encontró en mercadillos y tiendas de segunda mano de California. Con los muñecos, figuritas de acción, automóviles, naves espaciales y otros elementos plásticos ha forrado las paredes de la galería K11 de Shangai en la exposición The Real Toy Story (La Toy Story real, en referencia a la saga de animación, pero también La verdadera historia del juguete), que puede verse hasta el 12 de febrero.

El 80% de los juguetes del mundo

En la idea de Wolf confluyeron dos factores: quería montar un mural de dimensiones proteicas con juguetes usados fundidos entre sí para decorar el cuarto de su hijo pequeño y desde hace años está interesado por la brusquedad de los cambios socioeconómicos que ocurren en Extremo Oriente, donde ha trabajado gran parte de su vida como fotoperiodista. Que el 80% de los juguetes del mundo sean fabricados en China, incluyendo las regiones administrativas especiales de Hong Kong y Macao, fue el detonante para montar The Real Toy Story.

"Creo que cada juguete debe tener una cara y en estos momentos todos están made in China... Durante un mes, a casi cuatro mil kilómetros de distancia, en California, reuní 20.000 juguetes chinos. Los empaqué y los envié a mi estudio de Hong Kong para montar la exposición", explica Wolf, que lijó a mano las partes traseras de cada pieza y pegó en ellas imanes. Sobre planchas metálicas montó la masa de juguetes baratos, casi de quincalla, que pueden verse en la muestra. Desea que, gracias a los imanes, los visitantes puedan moverlos y reconstruir la instalación a su agrado.

Fotos en cinco factorías

El fotógrafo tenía la sensación de que a la idea le faltaba algo, un nuevo nivel de lectura que humanizara la idea. Mientras preparaba la exposición visitó cinco factorías de fabricación de juguetes e hizo fotos a la fuerza laboral —casi todos los empleados son mujeres— que está detrás del milagro del juguete hecho en China. Insertó las fotos en los murales y, aunque no aporta identidades ni condiciones laborales de las personas retratadas, logra que la inicitiva tenga "un nuevo nivel de significado".

La integración de los retratos de los trabajadores de las fábricas de juguetes convierte la muestra en una "experiencia abrumadora e inmersiva, una representación gráfica de la escala gigantesca de la producción en masa" y del "hambre de Occidente por un suministro interminable de productos desechables". Las miradas de los trabajadores de la fábrica humanizan este "océano anónimo y nos invitan a reflexionar sobre la realidad del comercio en el mundo de la globalización impulsada por el consumidor".

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