No resulta sencillo escapar de las luces, la fiebre consumista, las exaltaciones entre alcohólicas y cantarinas, los arbolitos y sus adornos, las comilonas, el espumillón, las películas sensibleras y 'papanoelistas', las cancioncitas.... No resulta nada fácil. Por suerte, hay maneras de huir de ese espíritu navideño que no es tan contagioso como parece.

La cultura, una vez más, procura la vía de escape. Películas, libros y canciones que o bien parodian estas fiestas o siembran el terror en mitad de unas idílicas y muy hollywoodienses navidades. Alérgicos a la Navidad: bienvenidos a un reino aparte.

El ángel más tonto del mundo, Cristhoper Moore. En la octava novela del escritor un ángel llega a la Tierra para ayudar a un niño. El chico ha sido testigo de cómo mataban a un hombre vestido de Papá Noel, así que el ángel intenta devolver a la vida al asesinado. Intento más que fallido, ya que en lugar de Santa Claus lo que hace el enviado divino es que un terrorífico grupo de zombis salgan de sus tumbas.

Historia de las creencias contada por un ateo, Mathew Kneale. Desde la invención de los primeros dioses hasta los últimos, el autor analiza desde el punto de vista de un no creyente cómo han nacido y evolucionado las creencias y religiones en las que se han sostenido las diferentes culturas que componen el mundo. Dedica también un espacio a las herejías, a algunas sectas y cierra la obra con un apartado bautizado como La invención de los nuevos consuelos, en el que alude, entre otros, a los mormones y a la cienciología.

La semilla del diablo, Ira Levin. Aunque la mayoría de las memorias registran con este título imágenes de la película de Roman Polansky, la verdadera semilla de la cinta está en una novela de igual título publicada en 1967. En ella, igual que en la película, todo comienza cuando un matrimonio llega a un apartamento en el centro de Nueva York sin imaginar que sus vecinos son en realidad miembros de una aterradora secta satánica que espera el nacimiento de su mesías.

Las Navidades paramilitares. El Conejo de Pascua contrata a Lobo, un mercenario, para que acabe con Papá Noel, que le está dejando prácticamente sin cuota de mercado. Y allá que va Lobo, dispuesto a acabar con este anciano de barba blanca aparentemente entrañable pero que en realidad es un tirano que manda con puño de hierro sobre los elfos, a los que obliga a trabajar a destajo. "Aviso: Contiene escenas de ultra violencia y demolición de símbolos establecidos más ofensivos de lo que la Navidad habitualmente es", reza un aviso en la portada. Pues eso.

Las Rubaiyyat, Omar Khayyam. ¿Tiempo de grandes comilonas, de felicidad, de amor y de paz? Bueno, sí, pero... ¿Por qué circunscribirlo sólo a estas fechas, y por qué relacionarlo con la religión? Los versos de Las Rubaiyyat son una llamada a beber, comer y divertirse, pero más como actitud vital que en relación con ninguna celebración religiosa "¿Qué vale más? ¿Hacer examen de conciencia sentado en una taberna o prosternarse en una mezquita con el alma ausente?", se preguntaba Khayyam allá por el siglo XI. "Desde que las religiones te prometen el Paraíso, intenta crearte uno en la tierra, porque el otro quizás no exista", advierte en otro verso. "¿Nuestro tesoro? El vino ¿Nuestro palacio? La taberna", proclama en otra cuarteta.

La consagración de la Primavera, de Igor Stravinsky. ¿Harto de escuchar suaves y melodiosos villancicos entonados por vocecillas infantiles? Este ballet que Stravinsky estrenó en 1913, en medio de un gran escándalo, es ideal para quitarse de encima la modorra que sucede a las comidas hipercalóricas típicas de estas fechas. La pieza lleva por subtítulo "Imágenes de la Rusia pagana" y describe un sacrificio humano: en la Prehistoria, muchos siglos antes de que los humanos se dedicaran a montar belenes y decorar abetos, una joven virgen es sacrificada con el cambio de estación para conseguir el favor de los dioses.

Una noche en el monte pelado, de Musorgsky. Si la música navideña debe transmitir sentimientos de serenidad y/o alegría, la espeluznante melodía de Una noche en el monte pelado se sitúa aproximadamente en las antípodas. Inspirada en un cuento de Gogol, esta pieza describe un aquelarre que un campesino contempla por casualidad. Utilizada de forma recurrente en series y películas para crear una atmósfera inquietante, esta música se hizo muy popular por su inclusión en la película de Disney Fantasía, donde para la ocasión se creó al demonio Chernabog.

Highway to hell, AC / DC. El título de la famosa canción de la banda australiana AC/DC  tiene un escalofriante significado. A pesar de que su autor, Angus Young, aparezca en la portada del álbum que lleva el mismo título con unos cuernos de demonio, la banda siempre ha negado cualquier relación del tema con el satanismo. En realidad, la ‘autopista al infierno’ fue la descripción que Young dio en una rueda de prensa al hablar de cómo era la vida estando de gira. La letra de este tema de 1979 parece hablar de la carretera que conducía a un habitual bar del vocalista del grupo de hard rock, Bon Scott, situado cerca de un cruce peligroso en el que sucedieron multitud de accidentes.

Mi amigo Satán, de Joaquín Sabina.  "No tiembles de miedo que es falso lo que te han contado los curas de mí" canta Sabina en su canción de amistad a Satán, en el disco Malas compañías (1980). Una forma muy irónica de darle estos días un buen cambiazo a los villancicos.

Feliz Falsedad, Soziedad Alcohólica. Arranca con los breves acordes de un clásico villancico para cambiar radicalmente al metal y comenzar a despellejar el espíritu navideño, que según esta banda vasca se centra en el consumismo y la hipocresía de celebrar algo que podría festejarse cualquier día del año. El tema critica igualmente la tradición de cortar abetos o la sobredosis de anuncios de juguetes que bombardean a los más pequeños.

La Profecía, de Richard Donner. A un diplomático le dan gato por liebre en la maternidad y se va a casa con el mismísimo hijo de Satán. El niño monta un pollo cuando lo quieren meter en la iglesia y tiene una marca de nacimiento en forma de tres seises. No les digo más.

El exorcista, de William Friedkin. ¿Le apetece ver una película, pero le entran ganas de poner pies en polvorosa cuando empiezan los telefilmes de sobremesa con milagro navideño? Pruebe con El Exorcista: una niña poseída, una madre desesperada, un sacerdote en plena crisis de fe... Menos entrañable, imposible.

El día de la bestia, Álex de la Iglesia. Un cura está seguro de que el Anticristo nacerá el 25 de diciembre de 1995 en Madrid, y para impedirlo realizará junto a un joven y un presentador de televisión (de un programa esotérico) una extraño ritual. Una parodia protagonizada por Álex Angulo y Santiago Segura.

La vida de Brian, de Monty Python. Un 24 de diciembre, en un pobre portal de Belén, nace un niño. Los Reyes Magos van a su casa a adorarlo… Pero no, no se trata de Jesús, sino de Brian, que estará marcado durante toda su vida por esta casualidad. Así arranca esta desternillante comedia de los británicos Monty Python ideal para tomarse las Navidades con humor

Los Gremlins, Joe Dante. En Nochebuena, un hombre que no sabe qué regalarle a su hijo se acaba decantando por una adorable mascota pequeña y peluda. Pero hay un problema: el bichejo se multiplica con el agua y, para más inri, sus crías se vuelven malvadas cuando comen después de la medianoche. Las gamberradas de estos gremlims (que hasta cantan villancicos en una parodia de aguinaldo) y una inolvidable anécdota acerca de un Papá Noel atrapado en una chimenea hacen que este filme típicamente navideño pueda disfrutado también por los detractores de estas fiestas.