El mango, motor de la igualdad de género en Burkina Faso

Un grupo de mujeres colocando trozos de mango para su secado en hornos en Bérégadogou, al suroeste de Burkina Faso.
Un grupo de mujeres colocando trozos de mango para su secado en hornos en Bérégadogou, al suroeste de Burkina Faso.
PABLO TOSCO / INTERMÓN OXFAM
Un grupo de mujeres colocando trozos de mango para su secado en hornos en Bérégadogou, al suroeste de Burkina Faso.

"Trabajar en la transformación del mango me ha cambiado la vida”, asegura Rosalie Soma, responsable de una unidad de secado de mango que emplea a 150 personas en Bérégadougou, una localidad de la región de Cascades, al suroeste de Burkina Faso. El 90% de las personas que trabajan en la planta de Rosalie son mujeres. "Gano lo suficiente para mantener a mi familia", continúa Rosalie, "somos mujeres que ahora podemos pagar el colegio de nuestros hijos, podemos darles de comer y mantenerles sanos".

La transformación del mango no solo ha cambiado la vida de Rosalie, también la de cientos de mujeres que se quedaban relegadas en casa hasta que empezó a florecer esta pequeña industria impulsada por la actividad de la Asociación Wouol, con la que Intermón Oxfam colabora desde 2002.

"Yo vendía el mango en la calle", dice Rosalie, "unas veces vendía más, otras menos, pero siempre era poco". La vida cotidiana en Bérégadougou ha cambiado. Ahora los hombres tienen que ayudar en casas y en una de las plantas de secado han conseguido montar una guardería para cuidar a los hijos de las empleadas.

Omou Kone, empleada de una unidad de transformación del mango, observa que tener un empleo tiene más ventajas que tener un sueldo. "Trabajar ha contribuido a que cambie mi rol en casa y en la comunidad", cuenta, "soy una mujer independiente económicamente y me siento responsable". Omou tiene cuatro hijos y su sueldo le permite pagar su educación, la comida, la ropa y otros cuidados para su familia. "Mi marido estaba enfermo del riñón y ahora ya está curado", explica.

La asociación Wouol inició su actividad en Bérégadougou a finales de los años 70 con el objetivo de impulsar los cultivos propios en una zona en el que el 90% de la población es campesina. El cultivo del algodón o de los cereales los hacía vulnerables a los intereses comerciales internacionales, así que Wouol apostó por el mango. Este fruto autóctono demuestra cómo un solo alimento puede convertirse en el motor del cambio de cientos de vidas, como el arroz que enseña a leer o el maíz que evita el exilio. Es uno de los Alimentos con poder a los que Intermón Oxfam ha dedicado su última campaña.

Treinta años después de que Wouol comenzara a trabajar en la región, la industria del mango se ha asentado y da empleo a unas 600 mujeres y genera riqueza para toda la comunidad. Pero esto es el resultado de años de trabajo.

Antoine Sombié, presidente de la asociación, explica que a finales de los años noventa recogían unas 300.000 toneladas de fruta de las cuales más de la mitad eran mangos. Un 56% de la cosecha del mango se pudría bajo el árbol porque no encontraban compradores. Fue entonces cuando se topó con la solución: secar el fruto. Gracias a este proceso, Wouol comenzó a exportar mangos secos a través de redes de comercio justo y los campesinos de la zona vendían hasta el 90% de su producción.

Esto también ha beneficiado a los agricultores. Albert Hebir, campesino de la zona, ha recibido cursos de formación de la organización, ha aprendido nuevas técnicas y ha abandonado los pesticidas. "Mi producción ahora es mejor", reconoce Albert, "he aumentado mis ingresos con los que he podido escolarizar a mis hijos, atender a las necesidades alimenticias y sociales de mi familia y autofinanciar mis explotaciones".

Y no solo eso, Albert ha contratado a tres hombres para que le ayuden en el campo, exiliados por la guerra en Costa de Marfil.

Burkina Faso es uno de los países más pobres del mundo: un 65,7% de sus 16,4 millones de habitantes vive en “situación de pobreza extrema”, según las Naciones Unidas, y la OMS señala que un 73% de su población vive en zonas rurales. No es de extrañar que un proyecto como el de Wouol haya llamado la atención de las autoridades del país. El primer ministro de Burkina Faso, su ministro de agricultura y expertos de organismos como el Banco Mundial o la ONU han viajado hasta Bérégadogou para ver sobre el terreno cómo funciona este proyecto.

Wouol ya está metido en la transformación del anacardo, el plátano, la piña y la papaya, con los que consigue caramelos, aceite, jabón, confituras y zumos que se venden en el mercado local. En los próximos años, está previsto que construyan otras dos unidades de transformación, que su producción aumente en 80 toneladas y que se necesiten otros 400 trabajadores para llevarlo todo, lo que dará salida a la producción de más agricultores.

En esta pequeña región de Burkina Faso hay futuro para el mango, para los agricultores, para los niños y para las mujeres.

  • Este artículo se enmarca dentro de la campaña 'Alimentos con Poder', de Oxfam Intermón. Puedes ayudar a que más familias que sufren hambre puedan cultivar alimentos con el poder de cambiar vidas. Si quieres saber cómo, visita: www.alimentosconpoder.org.
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